Evangelio del día – Lectio Divina Marcos 1, 40-45.

Lectio Divina por Erika Iris de Palmira- Valle del Cauca, Colombia 🇨🇴

Jueves, I semana del Tiempo Ordinario.

Ven Espíritu Santo de Dios, llena nuestros corazones e ilumina nuestro entendimiento para comprender lo que por medio de la palabra nos quieres decir.

Lectura del santo evangelio según san Marcos

Mc 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó limpio.

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

-«Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:

-«Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:

-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu, purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a el de todas partes.

Reflexión
La lepra es una enfermedad de heridas abiertas que supuran y que convierte a quien la padece en un indeseable por su aspecto físico, mal olor y alto riesgo de contagio, obligándolo a crear una muralla social que lo aleja de sus seres amados (familia y amigos).

Es realmente esperanzadora la actitud de acogida y la forma como Jesus atiende al llamado de aquel hombre, de como se acerca y le manifiesta su deseo de sanarle.

Debemos tener en cuenta que fue el leproso, el que dio el primer paso y le pidió a Jesus que lo sanase.

Es momento de preguntarnos…

Que es aquello que me convierte en un indeseable para mis seres amados y para los demás?

Cual es la lepra de nuestro tiempo?

Estoy en la capacidad de pedirle a Jesus que si quiere me puede sanar?

Acción
Actuar mas allá de los condicionamientos sociales y prejuicios personales. Menos hablar, mas actuar.

Identificar nuestra propia condición de leprosos y pedir al Señor que nos sane.

Oremos
“Señor Jesús, reconozco que soy pecador y te pido perdón por todos mis pecados. Gracias por morir en la cruz por mis pecados y resucitar de los muertos para darme vida eterna. Te invito a entrar a mi corazón y rindo mi vida a Ti para que seas mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados y por darme vida eterna. Toma el control de mi vida. Hazme la persona que Tú quieres que sea.”
Amen.

 

Acerca de Eduardo Pineda

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