Lectio Divina Dominical V de Cuaresma Ordinario Ciclo B

«Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: Jeremías 31, 31-34
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 50
SEGUNDA LECTURA: Hebreos 5, 7-9

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Juan 12, 20-33

12,20: Había unos griegos que habían subido para los cultos de la fiesta. 12,21: Se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron:
   —Señor, queremos ver a Jesús.
  12,22: Felipe va y se lo dice a Andrés; Felipe y Andrés van y se lo dicen a Jesús.
  12,23: Jesús les contesta:
   —Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado. 12,24: Les aseguro que, si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.12,25: El que se aferra a la vida la pierde, el que desprecia la vida en este mundo la conserva para una vida eterna. 12,26: El que quiera servirme, que me siga, y donde yo estoy estará mi servidor; si uno me sirve, lo honrará el Padre.
  12,27: Ahora mi espíritu está agitado, y, ¿qué voy a decir? ¿Que mi Padre me libre de este trance? No; que para eso he llegado a este trance. 12,28: Padre, da gloria a tu Nombre.
   Vino una voz del cielo:
   —Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré.
  12,29: La gente que estaba escuchando decía:
   —Ha sido un trueno.
   Otros decían:
   —Le ha hablado un ángel.
  12,30: Jesús respondió:
   —Esa voz no ha sonado por mí, sino por ustedes. 12,31: Ahora comienza el juicio de este mundo y el príncipe de este mundo será expulsado. 12,32: Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. 12,33: Lo decía indicando de qué muerte iba a morir.

BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

En este quinto domingo de Cuaresma, el Evangelio de Juan nos presenta un episodio muy importante, ya nos estamos preparando para la celebración de la Pascua, que es el centro de todo el relato.

Unos griegos han venido a celebrar con los judíos. Para aquellos que no pertenecían al Pueblo de Israel, había en el templo y patio reservado para ellos, para que pudieran de alguna manera celebrar el misterio pascual. Estos griegos quieren ver a Jesús. Y cuando los apóstoles se lo mencionan, Jesús responde que ha llegado la hora en que será glorificado. Antes de llegar al punto central de la Pascua, es importante destacar que Jesús habla de su glorificación, cuando todos los pueblos vengan a querer “ver” al Señor. Esta actitud, es importante, porque Jesús es el Salvador de toda la humanidad. Aquí, representada por los gentiles o griegos.

Inmediatamente Jesús pone un conocido ejemplo. “si un grano de trigo sembrado no muere, entonces queda solo y no da fruto; pero si muere, da mucho fruto”. Tal vez estas palabras fueron incomprensibles en su momento para los discípulos, que seguramente recordaron luego de su muerte y resurrección. Por eso es tan importante que Jesús lo haya “preanunciado”.

Destaca el evangelista esta idea de “morir para vivir”. Es absolutamente contrario con la lógica humana. Pero Jesús evidentemente sobrepasa nuestra lógica. Todos quisiéramos vivir para siempre en la manera en que la conocemos ahora. Pero Jesús nos aclara que para vivir para siempre debemos pasar por el misterio de la muerte.

La muerte, como consecuencia del pecado original, había atrapado a la humanidad, hasta la llegada de Jesús era una trampa sin escapatoria. Pero Jesús vino para rehacer el proyecto de amor del Padre, y que todos los seres humanos tuviéramos la posibilidad de volver para siempre a conformar la familia de amor. Para esto es necesario entender de una vez y para siempre que Jesús viene a dar cumplimiento a la misión que Dios Padre le ha encomendado de restaurar la humanidad caída. Pero para esto, necesitamos entender la forma en que nos ofrece Jesús.

Por eso Jesús nos habla claramente que esta vida es pasajera. Lo que importa es la otra vida. No debemos aferrarnos a esta, sino ir viviendo para        la próxima vida. Jesús está anunciando que Él pasará por una muerte muy aterradora. Pero que será a partir de su pasión, que luego el Padre los resucitará como al primero de los que en Adán hemos muerto, para con Él resucitar también.

Nuevamente se escucha una voz del cielo que dice: “lo he glorificado y lo glorificaré”. Y todos se preguntan que era, pero Jesús aclara que su glorificación será cuando Él sea levantado en la cruz, y atraiga a toda la humanidad hacia Él. Juan nos insiste que este momento la voz que se escucha “vino del cielo”. Son varias veces que el Evangelista recuerda que “la voz viene del cielo” (En el Bautismo, en la Transfiguración, ahora en este pasaje…) El cielo estaba cerrado desde la expulsión de los primeros Padres (Adán y Eva). Y se han vuelto a abrir con Jesús para escuchar la voz del Padre, pero siempre es en referencia a su Hijo Jesús, el Cristo, confirmando que Él es quien restaura la naturaleza caída y en Él obtenemos la salvación. Es un texto que va anticipando la Pasión redentora de Nuestro Señor. Por ese motivo es la centralidad de atraer a todos desde su cruz.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cómo comienza este relato?
  2. ¿Quiénes querían ver a Jesús?
  3. ¿A quién le preguntaron?
  4. ¿Cómo llegó la noticia a Jesús de que querían verlo? ¿Quiénes se lo dijeron?
  5. ¿Cómo comienza Jesús ante aquellos que le dicen que querían verlo?
  6. ¿Cuál es la relación del grano de trigo que debe morir para producir fruto?
  7. ¿Qué significa el apego a “esta” vida, según Jesús qué ocurrirá?
  8. ¿Por qué dice Jesús que su espíritu está “agitado?
  9. ¿Qué dice la voz que todos escucharon desde el cielo?
  10. ¿Por qué Jesús dijo: “cuando sea elevado”? ¿A qué se refería?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. Unos griegos quieren ver a Jesús. Esto nos pone a pensar si ¿también nosotros queremos ver a Jesús?
  2. ¿Cuál es nuestro esfuerzo para encontrarnos con Jesús? ¿Qué hacemos directamente?
  3. ¿Entiendo que está llegando la hora de glorificación de Jesús a través de su pasión?
  4. Mucha gente desea un cristianismo sin cruz, sólo con triunfos. ¿Es esto lo que nos pide Jesús?
  5. Jesús habla de “aferrarse a esta vida” “ganar la vida” ¿Cuál es mi relación personal con la vida que llevo en este mundo? ¿Agradezco a Dios este don de la vida, sabiendo que Él me llama para la vida eterna?
  6. Para muchos, el momento de la muerte es el final, pero Jesús nos enseña que ésta no tiene más la victoria, pues Él venció a la muerte. ¿Espero con alegría el momento en que sea como el grano de trigo, muerto para resucitar con Él?
  7. Tu relación con la cruz, ¿es también signo de victoria? ¿aceptas la cruz en tu vida?
  8. ¿Te dejas atraer por Cristo que venció la muerte a través de su cruz gloriosa?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Vamos a tomar la Segunda Lectura de este Domingo y vamos a hacerla propia, tomada de la Carta a los Hebreos:

5,7: Durante su vida mortal dirigió peticiones y súplicas, con clamores y lágrimas, al que podía librarlo de la muerte, y por esa cautela fue escuchado. 5,8: Y aunque era Hijo de Dios, aprendió sufriendo lo que es obedecer, 5,9: así alcanzó la perfección y llegó a ser para cuantos le obedecen causa de salvación eterna, 5,10: y Dios lo proclamó sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.

Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí»
(Versículos 32)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Es importante tomar una actitud de asumir el texto sagrado. Debo preguntarme muy seriamente cuál es la actitud que tomaré para mostrar mi cambio. Humildad para reconocer nuestra vida temporal, tal vez un gesto que me haga sentir humilde, y hasta humillado. Que yo mismo lo vea y lo crea.

Con tu grupo, aprovechando la cuaresma, y como ejercicio propio de este tiempo, nos disponemos a buscar a algún grupo de personas que necesiten ayuda y procederemos con nuestro tiempo y esfuerzo para demostrar que Cristo es el Señor de la vida. Haremos acciones de caridad.

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