Lectio Divina Dominical XV del Tiempo Ordinario Ciclo C

«¿Pero quién es mi prójimo?»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Dr. Emilio G. Chávez

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PRIMERA LECTURA: Deuteronomio  30, 10-14
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 69(68),14.17.30-31.33-34.36.37
SEGUNDA LECTURA: Colosenses 1, 15-20

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 10, 25-37

25 Se levantó un maestro de la Ley y, queriendo ponerlo a prueba, le preguntó a Jesús:

“Maestro, ¿qué debo hacer para lograr la vida eterna?”

26 Jesús le respondió:

“¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo entiendes lo que dice?

27 El hombre le respondió:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Deut 6:5; Lev 19:18).

28 Jesús le dijo: “¡Tu respuesta es correcta! Haz esto y vivirás”.

29 Pero el Maestro de la Ley, queriendo justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Pero quién es mi prójimo?”

30 Jesús respondió así:

“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y en el camino, unos ladrones lo asaltaron, le quitaron la ropa, lo golpearon y lo dejaron casi muerto. 31 Resulta que un sacerdote iba por ese mismo camino. Cuando vio al hombre, pasó de largo. 32 También pasó un levita por el lugar. Llegó cerca de él, y al verlo, pasó de largo. 33 Pero un samaritano que viajaba en esa dirección llegó cerca de él. Al verlo, sintió compasión. 34 Entonces acercándose a él, le limpió las heridas con aceite y vino, y luego se las vendó. Después de eso, el samaritano lo puso en su propio animal y lo llevó a una pensión, donde lo cuidó. 35 Al día siguiente, le entregó dos monedas de plata al dueño de la pensión, diciéndole: “Cuídalo y cuando regrese pagaré todo lo que gastes de más”.

36 “En tu opinión, ¿cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los ladrones?

37 El maestro de la Ley le dijo: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Ve y haz tú lo mismo”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Dt 30:10-14

El Libro del Deuteronomio (“Segunda Torá o Ley”) es importantísimo para el Nuevo Testamento, pues está precisamente en la línea de la tradición judía que hacía hincapié en una nueva “alianza.” La palabra hebrea es berith, la griega diathēkē, y Jerónimo en latín escogió testamentum, por lo que en nuestros idiomas modernos se usa “testamento” en vez de “alianza.” No es el momento de entrar en más detalles aquí. Sólo nos basta decir que esta palabra hebrea puede significar “promesa” (como en la “alianza eterna” después del diluvio, Gn 9:8-17, o la “alianza eterna” con Abrahán en Gn 17, tan querida por Pablo, ver Ga 3:15-18, remontándose a Gn 12); o puede significar “pacto,” no una promesa sin condiciones, sino un acuerdo que hay que cumplir o sufrir las consecuencias. La línea de la “promesa” es la de la escuela “sacerdotal;” la línea del “pacto” es la de la escuela deuteronómica. Según ésta, el pacto (que no era eterno) se rompió (ya desde el Sinaí, Ex 32), y tendría que hacerse uno nuevo. El gran profeta de la escuela deuteronómica fue Jeremías, el único que usa la expresión “nueva alianza,” Jr 31:31-34. No sería una Torá escrita sobre tablas de piedra, sino escrita en el corazón, es decir, una obra (incluso, “operación quirúrgica”) de Dios que cambiaría al ser humano desde dentro. Esta escuela habla de “circuncisión del corazón,” Dt 30:6; cf. Jr 4:4; la escuela sacerdotal, cuyo gran profeta es Ezequiel, hablará de un trasplante de corazón, Ez 36:26.
La última parte del Libro del Deuteronomio también habla, aunque no explícitamente, de la “nueva alianza.” Yahveh hará una alianza distinta con su pueblo, no como la alianza que hizo en el Sinaí (que la escuela deuteronómica llama “Horeb”). Esta es la alianza de Dt 28:69. Conlleva el que Yahveh le dé a su pueblo ojos para ver, oídos para oír y corazón para entender, Dt 29:3; viene siendo la circuncisión de corazón que Yahveh mismo otorgará, Dt 30:6, lo que posibilita cumplir el gran mandamiento, el del Shema‘, Dt 6:5, amar a Dios con todo el corazón. [Pablo y su escuela hablan de esta circuncisión, Rm 2:25-29; Flp 3:2-3; Col 2:11; quizá el pasaje donde se dio por primera vez está en Hch 2:37-39.]
En nuestra primera lectura se habla también de esta Palabra creadora de Dios que habitará en nuestro corazón, que será una Torá (entiéndase, “revelación divina”) escrita en nuestro corazón, según Jeremías, muy cerca de nosotros, como la Palabra hecha carne que pone su tienda entre nosotros.  

Lc 10:25-37
En este conocido episodio lucano Jesús evoca dos grandes mandamientos del judaísmo, uno de la escuela deuteronómica que ya vimos, el de amar a Dios con todo el corazón, y otro de la escuela sacerdotal, el de amar al prójimo y al extranjero residente, Lv 19:18b, 33-34. Pero lo novedoso, en la línea del amor a los enemigos, único en Jesús, es exigir la dinámica de no contentarse con amar al “próximo,” al que está cerca de nosotros, sino ir al otro, incluso al enemigo, y hacer de él un próximo a quien amar. Interesante que las dos escuelas veterotestamentarias están representadas y reprochadas en esta famosa parábola, la del sacerdote (en tiempos de Jesús, los Saduceos) y la deuteronómica (levítica), los fariseos en tiempos de Jesús. La relación recta con Dios, es decir, la “justificación,” viene de amar como Dios Padre, incluso al injusto, al hereje perseguidor “samaritano.”

Esta parábola, de la que alguien ha dicho que es la parábola de los verbos, porque en verdad es este samaritano, el que actúa a favor del pobre hombre tirado en el camino. Veamos todos los verbos que pone en acción este hombre Samaritano:

1.    llegó a donde estaba,
2.    lo vio
3.    y se compadeció.
4.    Le echó aceite y vino en las heridas
5.    y se las vendó.
6.    Después, montándolo en su cabalgadura,
7.    lo condujo a una posada
8.    y lo cuidó.
9.    Al día siguiente sacó dos monedas,
10.    se las dio al dueño de la posada
11.    y le encargó:
12.    Cuida de él,
13.    y lo que gastes
14.    te lo pagaré
15.    porque volveré.

He contado 15 verbos. Y es que Jesús nos dice claramente que para comportarse como cristiano, no basta el culto (representado en el sacerdote y el levita).  El cristiano es el que actúa a favor de los más desposeídos.
En verdad, quien cumple estos verbos es Jesús. Es Él mismo en persona quien viene a nuestro encuentro a rescatarnos, a curarnos, a redimirnos, a ponernos en un lugar seguro que es la Iglesia, a poner todo de sí para la Iglesia y a prometernos que volverá.
Recordemos que los samaritanos eran odiados en Israel. Sin embargo, es el único que actuó como prójimo.

Reconstruimos el texto:
1.    ¿Cómo comienza el pasaje del Evangelio?
2.    ¿Quién se dirigió a Jesús para ponerlo a prueba?
3.    ¿Qué contestó Jesús?
4.    ¿Qué respondió el Doctor de la Ley?
5.    ¿Qué nueva pregunta le hizo este hombre a Jesús para justificarse?
6.    ¿Cómo le contestó Jesús? ¿Qué comparación hizo?
7.    ¿Qué le preguntó Jesús al Doctor de la Ley cuando terminó?
8.    ¿Qué respondió este Doctor sobre la historia que le contó Jesús?
9.    ¿Cuál fue la recomendación de Jesús al Doctor de la Ley?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

Las lecturas de este domingo, nos hablan de nuestro corazón. Es decir del lugar donde anidan los sentimientos, que luego se transforman en acciones concretas.

1.    ¿Le has puesto alguna vez una prueba a Jesús? (Muchas personas le insisten en que haga milagros para que crean en Él).
2.    Qué entiendo por: Amarás al Señor tu Dios.   con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo? ¿Cómo practico estos mandamientos?
3.    Cuando Jesús me propone la parábola del Buen Samaritano, con cuál de todos los personajes me identifico: ¿Con el hombre asaltado en el camino, con el sacerdote, con el levita o con el samaritano?
4.    Te pediría que leas de nuevo todos los 15 verbos. ¿Cuáles son los que tú cumples? ¿cuáles los que te cuesta cumplir?
5.    Por ejemplo ¿Qué significaría subir en tu propia cabalgadura al que está mal herido?
6.    Si tuvieras que ponerte un porcentaje seguro de ayuda al prójimo ¿cuánto te pondrías? ¡100, 80, 60 40%…?
7.    Recuerda que el Señor volverá. Y Él nos va a juzgar, como lo dice la Parábola. Él pagará todo lo que hicimos por los heridos a la orilla del camino.

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Señor hoy tu palabra me toca muy seriamente en mi vida.
Yo he reducido mi vida a acciones litúrgicas, a adorarte en el templo. Sin embargo… me descubro plenamente lejos de ser un buen prójimo para los demás. Señor estoy mirándome internamente. Me siento más cerca del Levita que buscaba la Ley y del Sacerdote que buscaba cumplir…. Que de estar cercano al prójimo como tú me pides.
Te pido que me ayudes a ver con claridad dónde estás tú, identificado con el que sufre, con el pobre, con el abatido.
Señor Jesús, no quiero ser indiferente a tu llamado. Quiero estar plenamente en tu vida y en tu Reino. Quiero ser ese samaritano, que aún rechazado, pueda cumplir y realizar los verbos que tú me propones a favor de mis hermanos.
Gracias Señor por tu enseñanza.
Gracias por tu amor.
Que sea también un samaritano para los demás

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría.  Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«¿Pero quién es mi prójimo?»
(Versículo 29)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo o en grupo, Para el momento de la acción, nos comprometemos a buscar a personas que realmente necesiten ayuda. Puede ser niños desamparados, niños en orfanatos, personas en hospitales, o enfermos que podamos acompañar, ancianos desvalidos. En fin, hagamos real los verbos de acción concreta para personas concretas que conozcamos, y lo hacemos en nombre de nuestro Señor.

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