Evangelio del día – Lectio Divina Juan 13, 21–33.36-38

Lectio Divina por Matías Emmanuel Leiva de Argentina

Buen día, hermanos. Desde Córdoba, Argentina, iniciamos nuestra jornada con la Lectio Divina.

Pidamos al Espíritu Santo agudeza para entender y sutileza para interpretar.

ORACION AL ESPIRITU SANTO – Cardenal Verdier

Oh Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo,
Inspírame siempre, lo que debo pensar, lo que debo decir,
cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas y mi propia Santificación.

Espíritu Santo, Dame agudeza para entender,
capacidad para retener, método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar, dirección al progresar
y perfección al acabar. Amén.

Evangelio según San Juan 13, 21 – 33. 36 -38

Dicho esto, Jesús se estremeció por dentro y declaró:
—Les aseguro que uno de ustedes me entregará.
Los discípulos se miraban unos a otros sin saber por quién lo decía. Uno de los discípulos, el más amigo de Jesús estaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hace un gesto y le dice:
—Averigua a quién se refiere.
Él se inclinó hacia el costado de Jesús y le dijo:
—Señor, ¿quién es?
Le responde Jesús:
—Aquél a quien le dé un trozo de pan remojado.
Remojó el pan, lo tomó y se lo dio a Judas el de Simón Iscariote. Detrás del bocado Satanás entró en él.
Jesús le dice:
—Lo que tienes que hacer hazlo pronto.
Ninguno de los comensales comprendió por qué lo decía. Algunos pensaron que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le había encargado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Y enseguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
—Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre y Dios ha sido glorificado por Él. [Si Dios ha sido glorificado por Él,] también Dios lo glorificará por sí, y lo hará pronto.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes; me buscarán y, como dije a los judíos también lo digo ahora, a donde yo voy ustedes no pueden venir.
Le dice Simón Pedro:
—Señor, ¿adónde vas?
Le respondió Jesús:
—A donde yo voy no puedes seguirme por ahora, me seguirás más tarde.
Le dice Pedro:
—Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti.
Le contesta Jesús:
—¿Que darás la vida por mí? Te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.

Palabra del Señor

Lectura, ¿Qué dice el texto?

Vuelve a leer el texto:

¿Cuáles son aquellas frases o palabras que quedan resonando en tu corazón?

¿Cuál es la reacción de los que siguen a Jesús ante sus palabras?

¿Qué promesa le hace Pedro a Jesús? ¿Qué le responde él?

Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

Una vez más, la fragilidad y debilidad humana inquieta a los discípulos. Están sentados a la mesa junto a su Maestro, pero él anuncia que uno lo traicionará. Inmediatamente, todos comienzan a preguntarse quién será. ¿Y si acaso soy yo? Estoy seguro de que lo amo, pero ¿Y si soy yo? Jesús no acusa, no condena ni tampoco da nombres. Sutilmente, sugiere quien será el entregador. Era de noche. Las tinieblas comenzaban a hacer lo propio en el corazón de Judas, y pronto llevaría a cabo su traición. Jesús le pide que lo haga pronto.

Ante la inmediatez de la traición, Jesús responde a Pedro que no puede seguirlo ahora, sino que será más tarde. Aunque el corazón del discípulo ardientemente quería seguirlo y entregar la vida por el Señor, se le revela que también él lo negará. Sólo se puede seguir a Jesús luego de haber comprendido que el amor es el camino que transformará nuestras traiciones y negaciones y le dará sentido a nuestra vida.

De este modo, cercano a su Pasión, el Señor comienza a ser glorificado.

Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Señor Jesús, también yo hoy quiero sentarme a tu mesa, hablar contigo, y acompañarte en tu Pasión. Mi corazón desea ardientemente entregarte la vida, pero a cada rato te niego, te traiciono, me olvido de vos. Dame la valentía y la libertad de los hijos de Dios, para amarte sobre todas las cosas, y recordar a cada momento, que la ternura de tu misericordia transforma mis traiciones y le da sentido a mi vida.

Amén.

Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?
“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora?”

Repitamos esta frase durante el día, especialmente cuando tomemos decisiones, para que con ellas demos testimonio del seguimiento a Jesús.

“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora?”, si lo deseo con todo mi corazón.

“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora?”, aunque me gane el miedo y la desesperanza.

“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora?” si estoy dispuesto a darte mi vida entera.
Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?

Demos gracias a Dios por cada uno de los momentos que nos toque vivir en el día, y en cada una de las decisiones que tengamos que tomar a lo largo de la jornada, pidamos al Señor la valentía de dar testimonio de querer seguirlo inmediatamente, y hacer lo que tengamos que hacer con alegría y mucho amor.

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