Evangelio del día – Lectio Divina Juan 20, 1-2.11-18

Lectio Divina por Julio Ángel De León Dumé de República Dominicana

0.- Invocación

Ven Espíritu Santo, ilumina mi alma. Lléname de ti para aceptar la Voluntad del Padre, reconocer y anunciar la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo y hacer vida tus enseñanzas.
Amén.

Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 1-2. 11-18):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.»»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor

1.- Lectura: ¿Qué dice el texto?

María Magdalena va muy temprano y muy triste al sepulcro. Los ángeles le preguntan a quien busca y luego también Jesús le pregunta lo mismo. Cuando es llamada por su nombre reconoce a Jesús resucitado, se llena de alegría y corre a anunciar a los demás discípulos lo que había visto y lo que el Señor le había mandado a decir.

2.- Meditación: ¿Qué me dice el texto?

La gran tristeza de María se debía a la limitación humana de no alcanzar a conocer el plan de Dios que iba más allá de todas las posibilidades de este mundo. Para nosotros la muerte es el peor destino, pero a la vez lo más cierto que tiene cada ser humano. Por esta razón María no podía esperar algo distinto.
Luego es el Señor resucitado quien cambia esa tristeza en la mayor de las alegrías. La cambia con un encuentro y con un reconocerlo. Eso aún hoy sigue cambiando TODO en la vida de cada persona que le busca con amor. María fue llamada por su nombre, pero antes el Señor mencionó su condición de “mujer” y al decirlo Jesús tenía plena conciencia de las limitaciones, tristezas y humillaciones que sufrían todas las mujeres de su tiempo. Es curioso que este Evangelio registra como la primera palabra que Jesús pronuncia después de haber resucitado, la palabra MUJER; colocándose con esto, como siempre, del lado de quienes más le necesitan y también reivindicando el gran valor que hay en la persona humana, en la mujer.
Por último la alegría del encuentro con Jesús impulsa a María a la misión de anunciar que Él ha resucitado y que la muerte está vencida y ese primer anuncio es el que ha llegado hasta nosotros muchos años después. Hoy podemos decir con certeza que la alegría de la resurrección sigue siendo la Buena Noticia para el mundo que más que nunca la necesita; pero también es necesario comprometernos con hacerla llegar más lejos cada vez, por medio de una nueva evangelización.
¿Busco siempre al Señor con el gran amor que lo buscaba la Magdalena?
¿Reconozco el gran valor que hay en todas las personas, como Cristo lo hizo con la mujer en su tiempo y en todo tiempo?
¿Qué tan comprometido me siento a llevar la alegría de la Resurección a quienes están tristes y desconsolados?

3.- Oración: ¿Qué le respondo al Señor?

Señor Jesús, gracias por venir a mi encuentro. Por llamarme por mi nombre y cambiar mi tristeza en alegría. Ayúdame a comprometerme cada vez más con tu misión y anunciar a las demás personas la gran alegría que hay en la Buena Noticia de tu resurrección.
Amén.

4.- Contemplación: ¿Cómo interiorizo el mensaje?

“Fue y anunció a los discípulos: he visto al Señor y ha dicho esto.”

5.- Acción: ¿A qué me comprometo?

Me comprometo a buscar hoy al Señor en oración, con todas mis tristezas, limitaciones y debilidades… escuchar que me llama por mi nombre y aceptar la alegría de Su Resurrección.

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