Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 5, 1-11.

Lectio del día, Gregory Cherisme

Muy Buenos Días hermanos y hermanas en El nombre de Jesús Cristo.

Introducción:

Hoy día todavía nos resulta sorprendente comprobar cómo aquellos pescadores fueron capaces de dejar su trabajo, sus familias, y seguir a Jesús («Dejándolo todo, le siguieron»: Lc 5,11), precisamente cuando Éste se manifiesta ante ellos como un colaborador excepcional para el negocio que les proporciona el sustento. Si Jesús de Nazaret nos hiciera la propuesta a nosotros, en nuestro siglo XXI…, ¿tendríamos el coraje de aquellos hombres?; ¿seríamos capaces de intuir cuál es la verdadera ganancia?

Invocamos al Espíritu Santo:

cuando hablamos de invocar al espiritu santo nos referimos a una accion de llamar, hacemos una suplica, pedimos ayuda de Dios, al espiritu santo, hacemos un llamado a algo sobrenatural.

Ven, Espiritu creador

Ven, Espiritu creador, visita las almas de tus fieles

y llena d el vida gracia los corazones que creaste.

Tu eres nuestro consolador, don del Dios altisimo

fuente viva, fuego, caridad, y espiritual uncion

Tu, que das los siete dones

Tu, el dedo de la mano de Dios

Tu, el prometido del padre

Tu que pones en los labios,

 

los tesoros de tu palabra

Enciende la luz en nuestros sentidos

infunde tu amor en nuestros corazones,

y con tu perpetuo auxilio,

fortalece nustra fragil carne

Aleja de nosotros nuestro enemigo

Danos pronto la paz

se tu, nuestra guia y puestos bajo tu direccion

evitaremos lo malo

por ti conozcamos al padre y también al hijo

y que siempre creamos en ti que procedes de ambos

Gloria a Dios padre

y al hijo que resucito entre los muertos

y al espiritu consolador

por los siglos de los siglos.

 

Amen

 

Evangelio según San Lucas 5,1-11.

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

Reflexión:

Como podemos El evangelio del dia mis HERMANOS Y HERMANAS

«ahora pescarás hombres»

«He aquí que envío a muchos pescadores – oráculo del Señor – y los pescarán» (Jr 16,16). Es así como el Señor nos precisa nuestra gran misión: la pesca. A veces se dice o se escribe que el mundo es como un mar. Es buena esta comparación. En la vida humana, como en el mar, hay períodos de calma y otros de tempestad, de tranquilidad y de vientos violentos. Frecuentemente los hombres se encuentran en amargas aguas, en medio de grandes olas; avanzan entre tormentas, tristes navegantes, aunque aparenten estar gozosos, e incluso exuberantes: sus carcajadas sólo buscan disimular su abatimiento, su decepción, su vida sin caridad ni comprensión. Hacen como los peces: se devoran unos a otros.

Procurar que todos los hombres entren a gusto en las redes divinas y se amen unos a otros, es tarea de los hijos de Dios. Si somos cristianos debemos transformarnos en estos pescadores que, en forma de metáfora, describe el profeta Jeremías y que, más tarde, también Jesucristo emplea en diversos momentos: «Seguidme y os haré pescadores de hombres» dice a Pedro y a Andrés

Acompañemos a Cristo en esta pesca divina. Jesús se encuentra en la orilla del lago de Genesaret y la gente se amontona a su alrededor deseosa de escuchar la palabra de Dios. (Lc 5,1) ¡Igual que hoy! ¿No lo veis?

Acerca de Ramón Pané

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