Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 6, 12 – 19

Lectio Divina por Dr. Raúl Alexander González

Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo
Ilumina mi corazón para que pueda escuchar tu palabra y proceder según tu voluntad.
Amén.

Evangelio según Lucas 6, 12-19

Por aquellos días, se fue Él al monte a orar y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles: A Simón, a quien puso el nombre de Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelota; a Judas de Santiago y a Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa de Tiro y Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espitaos inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor.

Lectura: ¿Qué dice el texto?

Celebramos en la Iglesia el día de los apóstoles Simón y Judas, por ello el Evangelio hace referencia al llamado de los apóstoles.

Podemos dividirlo en tres hechos principales:

• La oración. Jesús va al monte a orar y pasa la noche en oración.
La oración es una acción que vemos constante en Jesús y que cobra mayor realce cuando Jesús va a tomar acciones importantes. Encontramos aquí dos referencias que nos ilustran mucho más este momento: el monte, que es el lugar más alto, en silencio donde podemos escuchar mejor a Dios y apartarnos de las distracciones y que también nos recuerda los lugares predilectos de Dios para establecer una relación con sus elegidos: Moisés, Elías, etc.
Y, por otra parte, la noche. La noche representa el caos, la oscuridad, las tinieblas; pero Jesús nos enseña que es momento propicio para orar, para doblar rodillas y buscar al Señor.
• Discernimiento – elección. Cuando ya era de día, llamó a sus discípulos y eligió doce de entre ellos. A la luz del día Jesús llama y eligió, tomó una decisión. Escoge a sus apóstoles con quiénes compartirá sus últimos años y serán sus fieles testigos.
• Acción. Al bajar del monte, se detiene en el llano ante la gente que había ido a oírlo, y Jesús los curaba.

Meditación: ¿Qué me dice el texto?

Lo primero que me dice el texto es evaluar cómo está mi vida de oración, que es lo mismo que decir, mi relación con Dios. Qué cantidad y calidad de tiempo estoy tomando para ello. Y si mi oración es punto de encuentro con Dios (discernimiento) para presentarle y hablarle de mis proyectos (personales, familiares, laborales, etc.); y si van acorde a su voluntad.
Y lo segundo, ¿a qué me llama el Señor hoy?
Y, por último, “bajar del monte” me lleva a reflexionar sobre cuáles son los verbos con los que conjugo mi día a día y si oír (a Dios), curar, tocar y sanar (a los enfermos en todas sus expresiones, ya sea corporal, psicológico, un amigo que esté necesitando una palabra de aliento o consuelo, etc.)

Oración: ¿Qué le respondo al Señor?

Gracias Señor por tu Palabra que me ilumina.
Gracias por el don de la oración que has puesto en mi interior, para acercarme a ti y para ser cada día como tú quieres que sea, conforme a tu voluntad.
No permitas que las distracciones del día a día me separen de ti.
Afianza mi espíritu durante la noche oscura de mi alma y sostenme siempre con tu gracia, a este siervo que has elegido para Ti.
Amén.

Contemplación: ¿Cómo lo interiorizo?

Me hace eco el salmo 27, 8- 9
“Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro… enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte”.

Acción: ¿A qué me comprometo?

Corremos la tentación de vivir una doble vida al margen de nuestra vida de fe, limitándola a una actividad pastoral eclesial, o una religiosidad limitada al “ámbito eclesial” y prescindiendo que nuestra vida cotidiana debe ser una integración en nuestra vida. Tomamos decisiones simples y complejas a la ligera o algunas veces lo pensamos mucho, pero no con un criterio evangélico o desde la oración.
Procuremos tomar como opinión y criterio más importante, el cómo lo haría Jesús y sigamos su itinerario: oración – discernimiento – acción.

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