Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 9, 51-56

Lectio Divina por Carmen Amelia de Venezuela

Buenos días hermanos Cristonautas

A continuación el ejercicio de Lectio Divina.
En oración por la paz en el mundo entero.

Invocación al Espíritu Santo 💞

Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,

Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Espíritu Santo,
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar,
dirección al progresar,
y perfección al acabar.
Amén.

Lectura 📖
Lc 9, 51-56
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
-Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?
El se volvió y les regañó, y dijo:
-No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.
Y se marcharon a otro aldea.
Palabra del Señor

El Evangelio de hoy nos narra un episodio de la vida de Jesús, en él encontramos un diálogo entre Jesús y dos de sus discípulos, Santiago y Juan.

Ya se acercaba la hora del Señor y decide volver a Jerusalén, en una aldea de Samaritanos no fue recibido, conocido por todos que Samaritanos y judíos no se llevan bien, los dos discípulos pensaron que no era justo que el Maestro no fuese recibido y enérgicamente manifiestan su deseo de querer mandar fuego sobre ellos, para ser exterminado, cual una  nueva Sodoma y Gomorra.

Pero el Señor les recuerda que no es ese su espíritu, no es el espíritu de la venganza ni del odio… porque Él ha venido a salvar a los hombres y no a perderlos.

Meditación
Que oportuno este texto de hoy para pensar en cual es el Espíritu que prevalece en nosotros ¿De qué espíritu somos? ¿Me dejo llevar por la necesidad de venganza? O al contrario ¿son mis acciones movidas por un espíritu de caridad y misericordia? ¿Cuántas veces Señor he querido, literalmente, que hagas descender fuego sobre aquellos que me hacen mal o que no hacen lo que yo quiero? ¿reconozco que la salvación es para todos y que tú valoras a cada hombre del mundo?
Meditemos también con el Papa Francisco, quien a propósito de este Evangelio nos dice:
«De hecho el Señor va siempre adelante, nos hace conocer cómo es el camino del cristiano. No es, en este caso, un camino de venganza. El Espíritu cristiano es otra cosa, dice el Señor. Es el espíritu que Él nos hará ver en el momento más fuerte de su vida, en la pasión: espíritu de humildad, espíritu de mansedumbre.

[…] Nos hará bien pensar en este espíritu de humildad, de ternura, de bondad. Este espíritu manso propio del Señor que lo quiere de todos nosotros.

¿Dónde está la fuerza que nos lleva a este espíritu? Precisamente en el amor, en la caridad, en la conciencia de que nosotros estamos en las manos del Padre.»

Oración
Señor Jesús: mi corazón es débil y pecador,  desea el mal y le cuesta perdonar, es orgulloso y está endurecido por las pruebas de la vida.
Solo tú Señor amado puedes transformarlo, solo tú que has venido por la salvación de todos, puedes cambiar este corazón débil por un corazón que late con fuerza al ritmo de tu amor. Te suplico Señor que actúes en mi vida, perdona mi falta de misericordia.  Dame Señor un corazón semejante al tuyo. Amén

Contemplación
«El Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos»

Acción
Me comprometo a pedir reconocer y pedir perdón de corazón por mis actos crureles y de venganza contra mi prójimo que haya cometido en el pasado y a procurar el día de hoy practicar las obras de misericordia.

¡Demos gracias al Señor!

Acerca de Carmen Amelia Reyes Liscano

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