Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 9, 27-31

Lectio Divina por Jacky Agéna de Haíti

LECTIO DIVINA
(1er. viernes de Adviento)

Buenos días queridos hermanas y hermanos. ¡Bendito sea el Señor que nos crea, nos ama y nos salva! Hoy, tengo el placer de compartirles la Lectio Divina desde Santo Domingo, República Dominicana.
Juntos, invoquemos al “Espíritu de Luz” para que nos sane de nuestras cegueras y nos saque de nuestras tinieblas.

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven “Espíritu de Amor” y líbranos del odio y de la soberbia que nos impiden vivir en comunión como hermanos y hermanas ;
Ven “Espíritu de Fuego”, transformanos y anímanos en el camino de la fe ;
Ven “Espíritu de Sabiduría” y llena nuestra mente y nuestro corazón para entender el mensaje de Amor del Padre de Misericordia y vivir conforme a ella.
“Espíritu de Paz”, ven y trae paz a nuestro mundo sacudido por los ruidos de las armas.
Amén.

TEXTO DEL EVANGELIO
(Mt 9,27-31):
Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!». Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?». Dícenle: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Mirad que nadie lo sepa!». Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca.

MEDITACIÓN:
«Jesús les dice: ‘¿Creéis que puedo hacer eso?’. Dícenle: ‘Sí, Señor’» y, en este primer viernes de Adviento, el Evangelio nos presenta tres personajes: Jesús en el centro de la escena, y dos ciegos que se le acercan llenos de fe y con el corazón esperanzado. Habían oído hablar de Él, de su ternura para con los enfermos y de su poder. Estos trazos le identificaban como el Mesías. ¿Quién mejor que Él podría hacerse cargo de su desgracia?
Los dos ciegos hacen piña y, en comunidad, se dirigen ambos hacia Jesús. Al unísono realizan una plegaria de petición al Enviado de Dios, al Mesías, a quien nombran con el título de “Hijo de David”. Quieren, con su plegaria, provocar la compasión de Jesús: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9,27).
Jesús interpela su fe: «¿Creéis que puedo hacer eso?» (Mt 9,28). Si ellos se han acercado al Enviado de Dios es precisamente porque creen en Él. A una sola voz hacen una bella profesión de fe, respondiendo: «Sí, Señor» (Ibidem). Y Jesús concede la vista a aquellos que ya veían por la fe. En efecto, creer es ver con los ojos de nuestro interior.
Este tiempo de Adviento es el adecuado, también para nosotros, para buscar a Jesús con un gran deseo, como los dos ciegos, haciendo comunidad, haciendo Iglesia. Con la Iglesia proclamamos en el Espíritu Santo: «Ven, Señor Jesús» (cf. Ap 22,17-20). Jesús viene con su poder de abrir completamente los ojos de nuestro corazón, y hacer que veamos, que creamos. El Adviento es un tiempo fuerte de oración: tiempo para hacer plegaria de petición, y sobre todo, oración de profesión de fe. Tiempo de ver y de creer.
Recordemos las palabras del Principito: «Lo esencial sólo se ve con el corazón».

ORACIÓN:
Señor, soy un ciego espiritual,creo por tu omnipotencia me puedes librar de mis cegueras. Ven a abrir los ojos de mi entendimiento para entender el verdadero significado del Amor Infinito de Dios para conmigo. Ayúdame a salir de la ceguera de mi “ego” para ver la luz de tu presencia en los demás, encontrarte, abrazarte.
En el nombre de Jesús. Amén.

CONTEMPLACIÓN:
A nosotros Jesús nos dice hoy «Hágase en vosotros según vuestra fe», cada vez que le gritamos:
«¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9,27). Contemplemos a Jesús que está cerca de nosotros que nos pide una sola cosa: fe. Si creemos de verdad, Él nos sanará de verdad.

ACCIÓN:
En este tiempo de Adviento (Espera), ayudar a los demás a prepararse para encontrar al Señor en la oración, en el compartir, en una sonrisa, en un abrazo,etc.
Dar testimonios de fe concreto contando lo que el Señor ha hecho contigo.
Visitar a algún enfermo (prestando más atención a la persona que esté ciega en tu entorno).
Ser luz o reflejo de la Ternura Divina para con los demás.

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