Kobe Bryant, la estrella NBA

Kobe Bean Bryant nació el 23 de agosto de 1978 en Filadelfia (Pensilvania) y fue el menor de los hijos, después de sus hermanas Shaya y Sharia, de Joe Bryant, un profesional del baloncesto que por entonces jugaba en los Philadelphia 76ers, y Pamela Cox Bryant. ​Cuando Bryant tenía seis años, su padre abandonó la NBA y se mudó con su familia a Italia, en cuya liga continuó con su carrera profesional. El pequeño Bryant se aclimató al estilo de vida y aprendió a hablar con fluidez no solo italiano sino también español, además del inglés su lengua nativa. A temprana edad aprendió a jugar al fútbol e incluso llegó a afirmar que si no hubiera salido de Italia se habría convertido en jugador de fútbol. ​Sus equipo favoritos son el AC Milan y FC Barcelona; y es un reconocido fan de Frank Rijkaard,​ y de Ronaldinho. En 1991 Bryant regresó a los Estados Unidos, donde asistió al Instituto Lower Merion de Ardmore, en el municipio de Lower Merion de Filadelfia y se unió a los Aces, su equipo de baloncesto. A pesar de tener un primer año mediocre, en el que solo lograron 4 victorias y 20 derrotas, en los tres siguientes el equipo acumuló un balance de 77 victorias y 13 derrotas, periodo en el que Bryant jugó en todas las posiciones de la cancha. Se convirtió en el máximo anotador de la historia del instituto con 2.883 puntos, tras superar la marca de Wilt Chamberlain (2.359 puntos) y de Carlin Warley (2.441 puntos).​ USA Today y Parade Magazine le galardonaron en su año sénior con el premio Naismith Prep Player of the Year Award y fue incluido en el McDonald’s All-America Team. Esa temporada, sus promedios fueron de 30,8 puntos, 12 rebotes, 6,5 asistencias, 4 robos de balón y 3,8 tapones por partido, y lideró a Lower Merion al título estatal Class AAAA con un récord de 31-3. Además, ante Marple Newtow, realizó su mejor partido anotador con 50 puntos.​ Tras terminar el instituto, decidió no pasar por la universidad y presentarse al draft de la NBA, convirtiéndose en el sexto jugador de la liga en hacerlo hasta ese momento.​ En 2012 Bryant fue elegido como uno de los 35 mejores McDonald’s All-American.​

Aplaudido por su talento y querido por sus gestos y declaraciones. El mundo del deporte llora hoy su pérdida El básquet mundial, y el deporte en general, está de luto. Kobe Bryant falleció en un accidente aéreo en un helicóptero privado. Junto a él otras ocho personas, entre ellas su hija de 13 años. Uno de los jugadores de baloncesto más importantes de todos los tiempos, un hombre tan aplaudido por su descollante talento y competitividad, como querido por sus gestos y declaraciones en todo el mundo, más allá de las fronteras NBA. Cinco veces campeón de la NBA, top 5 entre los máximos anotadores de todos los tiempos, bicampeón olímpico y eran un hombre puente entre el básquet NBA y el mundo FIBA, cuyas reglas rigen en el resto del mundo. Su condición de galáctico atraía la atención mediática sobre su vida privada, que no estuvo exenta de escándalos. A los 25 años, Bryant engañó a su esposa con una joven, quien además le acusó de abuso deshonesto. Criado en la fe católica, la Mamba Negra recordó tiempo después que en el medio de esa crisis un diálogo con un sacerdote le provocó un quiebre en su vida. “Me miró y me dijo: ‘¿Lo hiciste?’ (por los abusos). Y le dije: ‘Claro que no’. Entonces me preguntó: ‘¿Tienes un buen abogado?’. Y yo le dije: ‘Sí, es un fenómeno’. Entonces simplemente me dijo: ‘Déjalo pasar. Ve para adelante. Dios no te va a dar nada que no puedas manejar, y está todo en sus manos ahora. Esto es algo que no puedes controlar. Así que déjalo pasar’. Y fue el momento de quiebre”. Bryant se disculpó en público por su pésima conducta. Su mujer Vanessa estaba a su lado, dándole la mano, acariciándolo en su vergüenza. El matrimonio Bryant hablaba de su fe sin ocultarla. El mismo Bryant refería a su fe, la de su esposa, la de sus hijas, y aquel sacerdote, como el puntal para superar aquella crisis. Hubo otras, pero las superaron.

El matrimonio Bryant armó una fundación de apoyo a las comunidades empobrecidas, con las que trabajan desde la educación y la cultura.

La carrera de Bryant terminó en 2016, en un nivel altísimo para un deportista en el retiro. Sus éxitos no terminaron allí, ya que con un cortometraje en el que repasaba su vida confirmando su amor eterno por el básquet ganó en 2018 un premio Óscar.

Ganó todo en su vida, pero visiblemente nada más valioso que su familia, con la que se mostraba cotidianamente, con la que descubrió la redención cuando todo le parecía perdido. El hombre estuvo en la cima, cayó, se levantó, y volvió a la paz.

En paz: así estaba, así se mostraba estos últimos años, feliz, disfrutando de la vida y el deporte al que tanto le dio y al que le seguía dando. Por ejemplo, en el último Mundial de Básquet, reivindicando el valor del evento ecuménico cuando la gran mayoría de las estrellas NBA le daban la espalda.

Kobe Bryant falleció el 26 de enero de 2020. No es exagerado decir que su legado deportivo vivirá para siempre. El deportista se lo ganó. El hombre se lo merece.

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