Lectio Divina Dominical XXXIII del Tiempo Ordinario Ciclo A

«¡Ven a compartir la alegría de tu Señor!»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: Proverbios 31, 10-13.19-20.30-31
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 128(127), 1-2.3.4-5
SEGUNDA LECTURA: 1 Tesalonicenses 5, 1-6

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

-Amén-

TEXTO BÍBLICO: Mateo 25, 14-30

14 “De mismo modo, el Reino de los Cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus empleados y los puso a cuidar su propiedad. 15 Y les dio dinero según la capacidad de cada uno: a uno le dio cinco mil monedas de oro, al otro dos mil monedas de oro, y a otro mil monedas de oro; luego se fue de viaje. 16 Habiéndose ido, el empleado que había recibido cinco mil monedas de oro se fue rápidamente, hizo negocios con el dinero y obtuvo otras cinco mil. 17 Del mismo modo, el que había recibido dos mil monedas de oro obtuvo otras dos mil. 18 Pero el que había recibido mil monedas de oro salió, hizo un agujero en el suelo y escondió el dinero del propietario.

19 Después de mucho tiempo, el señor de aquellos empleados regresó y arregló cuentas con ellos. 20 El empleado que había recibido cinco mil monedas de oro llegó y le entregó cinco mil más, diciendo: ‘Me diste cinco mil monedas de oro. ¡He aquí otras cinco mil monedas de oro que logré ganar!’

21 Y su señor le dijo: ‘Muy bien, empleado bueno y fiel. Fuiste fiel con lo poco, así que te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la alegría de tu Señor!’ 22 Llegó también el empleado que había recibido dos mil monedas de oro y le dijo: ‘Me diste dos mil monedas de oro. ¡He aquí otras dos mil más que logré ganar’! 23 Su señor le dijo: ‘Muy bien, empleado bueno y fiel. Fuiste fiel con lo poco, así que te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la alegría de tu Señor!’

24 Luego también llegó el empleado que había recibido mil monedas de oro y dijo: ‘Sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no plantaste y recoges donde no sembraste, 25 por este motivo tuve miedo, fui y entonces escondí tu dinero en la tierra. ¡He aquí lo que es tuyo!’

26 Respondiéndole su señor, le dijo: ‘¡Empleado malo y vago! Sabías que cosecho donde no planté y recojo donde no sembré. 27 Por este motivo te convenía haber depositado mi dinero con los banqueros, y regresando yo, lo habría recibido con intereses’.28 ‘Tomen el dinero de él y dénselo al que tiene diez mil monedas. 29 Porque al que tiene mucho, le será dado más y, por tanto, tendrá más; pero al que no tenga, incluso lo poco que tiene le será quitado, 30 y arrojen al empleado inútil en la oscuridad de afuera; allí será el llanto y rechinar de dientes”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

La Iglesia, muy sabiamente, nos pone al terminar el año litúrgico, estas presentaciones sobre los momentos importantes de los últimos tiempos. Todo este capítulo 25 de San Mateo está dedicado a esto. Comienza con la Parábola de las jóvenes que tenían que tener su lámpara encendida y unas fueron necias y otras fueron prudentes. Inmediatamente después, viene esta comparación sobre cómo es el Reino de los cielos.

La referencia es muy clara, Jesús no habla del Reino, sino de cómo llegará de sorpresa el Reino y hay que estar preparados.

A este mismo texto, lo conocemos normalmente como la “Parábola de los Talentos”, pues era la moneda importante en su tiempo y es el ejemplo que usa Jesús. Un talento equivalía a unas seis mil dracmas, o se podía comprar veintiún kilogramos de plata. Es decir, que en tiempo actuales con un talento se podría adquirir una vivienda familiar. Estamos hablando que Jesús pone una cifra muy alta para explicar lo que sucederá.

Esta unidad monetaria antigua, gracias a esta parábola, que encontramos también en el evangelio de Lucas (19, 11-27) es tal vez la más recordada, pues Jesús la nombra. Hoy en día, hablar de Talento es hablar de Inteligencia, capacidad de entender y de aptitud, como capacidad para el desempeño de una actividad. Se dice de una persona talentosa cuando está con muchos dones.

Pero volvamos a la explicación de Jesús. Él está hablando del Reino de los cielos. Y lo compara con un hombre muy rico, que decide dar estos talentos a tres sirvientes y les entrega el dinero para que lo hagan producir. El señor se va y volverá luego a pedir cuentas.  Y al volver encontramos que el que recibió cinco, había ganado otros cinco para su Señor, quien se alegra y le dice que es un siervo bueno y fiel, y como ha sido fiel en estos talentos, le dará más todavía para administrar. Lo mismo ocurrió con el que recibió dos. Pero el que recibió uno solo, tuvo miedo, lo escondió y se lo devolvió. Entonces el señor dueño del talento, se enoja con el siervo indigno y perezoso. Y le dice, que por no haber hecho fructificar el talento, se le quitará lo que tiene y se le dará al que tiene más, pero al malo y holgazán, lo expulsarán fuera, y quedará en un lugar tan espantoso, que define que allí habrá llanto y crujir de dientes.

Mateo nos ayuda a entender este texto con su descripción. La Iglesia siempre entendió que los cristianos somos los siervos a quienes Jesús nos confía los talentos y nos pide que los hagamos fructificar. Es decir que los dones que cada uno tiene, deben ser puestos al servicio del Reino.

Pero también aclara, que quien ha recibido talentos, dones y no los pone al servicio del Reino, será duramente juzgado. Es importante tener esto en cuenta. Y ya no podemos excusarnos que no sabíamos de qué se trata el fin de la historia.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cómo comienza el relato, sobre qué tema explica Jesús?
  2. ¿Cómo llamamos a la parábola que narra Jesús?
  3. ¿Cuántos son los personajes que van apareciendo en la escena?
  4. ¿Qué hace cada uno de ellos?
  5. ¿Cuándo el Señor dueño regresa qué les pregunta a cada uno de sus sirvientes?
  6. ¿Cómo respondieron los sirvientes? ¿Todos hicieron lo mismo?
  7. ¿Cómo trató el dueño a los que habían fructificado los talentos?
  8. ¿Qué le dijo al que no hizo fructificar el talento?
  9. ¿Cómo termina esta historia? ¿Qué sucederá al final de los tiempos?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. Jesús nos habla del Reino de los cielos, y nos dice que habrá una prueba, pero nos adelanta cómo será esta prueba. ¿Te estás preparando para hacer multiplicar tus talentos?
  2. Si tuvieras que hacer un listado de todos los talentos que has recibido del Señor ¿Podrías hacer esta lista? ¿Qué es lo que te impide hacerla?
  3. Muchas personas por una falsa modestia no quieren reconocer los talentos que tienen y por lo tanto, no los hacen fructificar ¿Eres tú una de esas personas?
  4. ¿Eres agradecido con el Señor de todos los dones que recibes? ¿Compartes los dones para el servicio de los demás? ¿Usas tu inteligencia y tus habilidades para que otros conozcan al Señor?
  5. Los talentos son una característica que cada uno tiene diferente. Si no desarrollas los talentos y nos los compartes, la humanidad quedaría sin una parte importante. ¿Estás consciente que te juzgarán por esto?
  6. En verdad cada día debes pedirle al Señor en tu oración que te ayude a concentrarte en todos los talentos que tiene, y pídele la fuerza y claridad al Espíritu Santo, para desarrollarlos para el bien de la comunidad. ¿Así es también tu oración?
  7. ¿Soy consciente que mi vida sólo la vivo una vez? Yo fui hecho por Dios desde el vientre de mi madre y mi alma vivirá para siempre después de pasar por la llamada final. ¿Me preparo para ese momento?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Te propongo que tomemos como oración la Segunda Lectura de la Primera Carta a los Tesalonicenses:

5,1: Acerca de fechas y momentos no hace falta que les escriba; 5,2: porque ustedes saben exactamente que el día del Señor llegará como ladrón nocturno, 5,3: cuando estén diciendo: qué paz, qué tranquilidad; entonces, de repente, como los dolores del parto le vienen a la mujer embarazada, se les vendrá encima la destrucción, y no podrán escapar.
  5,4: A ustedes, hermanos, como no viven en tinieblas, no los sorprenderá ese día como un ladrón. 5,5: Todos ustedes son ciudadanos de la luz y del día; no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. 5,6: Por tanto, no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios. Los que duermen lo hacen de noche; 5,7: y los que se emborrachan también.
  5,8: Nosotros, en cambio, que somos del día, permanezcamos sobrios, revestidos con la coraza de la fe y el amor, y con el casco de la esperanza de salvación. 5,9: A nosotros Dios no nos ha destinado al castigo, sino a poseer la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, 5,10: el cual murió por nosotros, de modo que, despierto o dormido, vivamos siempre con él. 5,11: Por tanto, anímense y fortalézcanse mutuamente, como ya lo están haciendo.

-Amén-

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«¡Ven a compartir la alegría de tu Señor!»
(Versículos 21)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Están hablando de mí y de mi proceso de encuentro definitivo con el Señor. Es el examen final. Como acción, voy a escribir con toda humildad mis talentos, esos que conozco de mí mismo. Y de esa lista voy a escoger alguno de ellos para ponerlo en servicio. Por ejemplo si sé hacer algo manual, iré a ayudar a alguien, si sé dar consejos, elegiré a alguien para hacerlo, si sé orar, voy a enseñarle a alguien también de cómo aprender a orar.

En el grupo, nos vamos a comprometer a hacer una lista con los talentos del grupo y vamos a definir un servicio, por ejemplo si hay talentos musicales, se puede ir a visitar a personas que están solas y llevarles parte de la alegría musical, pueden ser enfermos, o ancianos solos. Lo importante es que relaciones esta lectura con las cosas importantes de la vida y pongas en marcha tus talentos.

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