Lectio Divina
Lunes, 22 de Septiembre de 2025
Lunes XXV Semana Tiempo Ordinario
Nicolás Reynoso de Argentina ✍🏻🇦🇷
Invocamos al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra
Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Evangelio según San Lucas 8, 16-18
16 “Nadie que enciende una lámpara la cubre con una vasija o la coloca debajo de una cama. Por el contrario, la coloca sobre un candelero para que los que entren vean la luz. 17 Porque no hay ninguna cosa oculta, que no haya de ser descubierta; ni hay ninguna cosa escondida, que no haya de ser conocida, y que venga a salir a la luz”.
18 “Así que tengan cuidado cómo oyen, porque a quien tiene le será dado más, pero aquellos que no tienen, incluso lo que creen tener, les será quitado”
Lectura. ¿Qué dice el texto?
El pasaje presenta una enseñanza de Jesús usando la imagen cotidiana de una lámpara de barro encendida. En la cultura judía del siglo I, esa lámpara se colocaba en lo alto, sobre un candelero, para iluminar toda la habitación. Ocultarla bajo la cama o taparla con un recipiente era un contraste absurdo, porque se desperdiciaba la luz.
Contexto:
Este pasaje sigue a la parábola del sembrador (Lc 8,4-15). Allí Jesús explicó que la semilla es la Palabra de Dios y que su fruto depende del terreno en que cae, es decir, de la disposición del corazón del oyente. Ahora, con la imagen de la lámpara, subraya la responsabilidad del discípulo: no basta con recibir la Palabra, es necesario dejar que brille, que se manifieste y dé testimonio.
Signos y símbolos
La lámpara: representa la fe y la Palabra recibida. Su destino es iluminar, no permanecer oculta ni estéril.
El candelero: simboliza la vida abierta y visible. La fe no se vive de manera escondida; se comparte en la comunidad y en la vida pública.
Lo oculto que será descubierto: señala que nada queda definitivamente escondido. El Reino de Dios, aunque parezca oculto, se revelará. También habla de la verdad personal: todo lo que somos y hacemos termina manifestándose.
“Tengan cuidado cómo oyen”: la atención se centra en la escucha. No se trata de oír superficialmente, sino de acoger la Palabra con un corazón dispuesto y obediente.
“A quien tiene le será dado más…”: expresa la dinámica espiritual del crecimiento. Quien responde con fidelidad a lo que ha recibido, se enriquece aún más en gracia; pero quien no lo cultiva, incluso lo que cree tener se le escapará.
Meditación. ¿Qué nos dice Dios en el texto?
La fe no se esconde
Jesús nos recuerda que la fe que recibimos en el Bautismo es una luz destinada a brillar, no a permanecer oculta. No se trata de exhibirnos, sino de reflejar a Cristo con la vida. Como enseña el Papa Francisco: “La fe no es una luz que disipa todas nuestras tinieblas, sino una lámpara que guía nuestros pasos en la noche y basta para el camino” (Lumen Fidei, 57). Esa luz debe acompañar a nuestros hermanos en medio de las pruebas y esperanzas de cada día.
La escucha responsable
El Señor nos exhorta: “Tengan cuidado cómo oyen”. La fe crece con la escucha de la Palabra, vivida en la comunidad e iluminada por el Magisterio de la Iglesia. María, la Virgen fiel, es modelo de esta escucha profunda. El Papa Francisco insiste: “Dejémonos iluminar por el Señor que siempre nos abre y nos explica su Palabra” (Homilía, 17/04/2013). Así, la Palabra se convierte en luz que transforma la vida.
Frutos y crecimiento espiritual
El Evangelio nos revela que a quien es fiel en lo poco, se le dará más. Si cultivamos la Palabra con oración, sacramentos y obras de caridad, el Señor multiplica sus dones. Pero si la descuidamos, hasta lo que creemos tener se pierde. La vida cristiana es un camino dinámico: o crece, o se apaga.
Luz y transparencia
Nada quedará oculto. Este mensaje nos llama a vivir con coherencia y verdad, como “hijos de la luz” (Ef 5,8). La confesión sacramental es ese lugar donde Cristo disipa nuestras sombras y nos devuelve la claridad del corazón. Ser cristiano significa vivir de cara a Dios y de cara a los hermanos, sin doble vida.
Ser luz para los hermanos
El Papa Francisco nos recuerda: “Jesús nos invita a ser personas que llevan la luz de la esperanza, la luz de la bondad, la luz de la fe” (Ángelus, 06/09/2020). Esta misión comienza en lo cotidiano: en el hogar, con actitudes de respeto y ternura; en el cuidado de los enfermos y ancianos; en una palabra de aliento para el desanimado; en la capacidad de compartir la alegría del Evangelio en gestos sencillos de caridad.
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Preguntas para la reflexión:
• ¿De qué manera estoy dejando que la fe que recibí en el Bautismo ilumine a otros, o la mantengo “escondida”?
• ¿Cómo cultivo la escucha responsable de la Palabra en mi vida diaria, más allá de la Misa dominical?
• ¿Qué gestos concretos puedo hacer esta semana para ser luz y esperanza en mi familia, mi trabajo o mi comunidad?
Oración. ¿Qué le decimos a Dios?
Señor Jesús,
te pedimos que tu Palabra sea vida en nosotros
y dé frutos de fe, esperanza y amor.
María, Madre y Maestra,
tú que guardaste la Palabra en tu corazón,
enséñanos a escucharla con fidelidad
y a vivirla cada día con alegría y humildad.
Amén.
Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?
“17 Porque no hay ninguna cosa oculta, que no haya de ser descubierta; ni hay ninguna cosa escondida, que no haya de ser conocida, y que venga a salir a la luz”.
Acción. ¿A qué me comprometo con Dios?
Durante esta semana me comprometo a dedicar al menos 10 minutos diarios a leer un pasaje del Evangelio. Después de la lectura, escribiré en una libreta una palabra o frase que me haya iluminado y pensaré en cómo darle forma en una acción concreta de ese día (por ejemplo: un gesto de paciencia, un acto de servicio, una palabra de aliento, un perdón ofrecido)