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Lectio Divina
Miércoles 24 de Septiembre de 2025
Miércoles XXV Semana Tiempo Ordinario
por P. Pedro Madrid de El Salvador ✍🏻🇸🇻
Invocamos al Espíritu Santo
“Ven, Oh Consolador, Oh Espíritu Santo, abogado que nos defiende, que hablas en lugar de nosotros, que interpretas nuestros silencios, que vienes en ayuda de nuestra debilidad y nos das fuerza para que le hagamos resistencia al mal. Oh, Espíritu Santo, sostén nuestra oración, tú que eres el Maestro de Vida Interior, el Maestro perenne de la Iglesia, el Espíritu de la Verdad, que a lo largo de los siglos le haces entender a la Iglesia las Palabras de Jesús y le das la sabiduría para interpretarlas. Que también nosotros podamos recibirte en esta dinámica de fe y de amor por Jesucristo”. Amén.
Evangelio según San Lucas 9, 1-6
1 Jesús, reuniendo a los doce discípulos, les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y curar enfermedades. 2 Luego los envió a anunciar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos. 3 Él les dijo:
“No lleven nada en este viaje: ni un bastón, ni una bolsa, ni comida, ni dinero, ni siquiera una túnica extra. 4 Cuando entren en una ciudad, quédense en la casa donde los recibieron hasta que salgan de ese lugar. 5 Pero si no son bienvenidos, abandonen esa ciudad de inmediato, y al salir, sacúdanse el polvo de sus pies, como señal de protesta contra esas personas”.
6 Los discípulos, saliendo, caminaban por todas las aldeas, anunciando el Evangelio y sanando a los enfermos en todas partes.
TEXTO: TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
Lectura, ¿Qué dice el texto?
En este pasaje, Jesús reúne a los Doce apóstoles y les da poder y autoridad para expulsar demonios y sanar enfermedades. Los envía a anunciar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. Les pide que no lleven nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni ropa de repuesto. También les indica que donde sean bien recibidos, se queden allí hasta partir, pero si no los acogen, sacudan el polvo de sus pies como testimonio. Los discípulos parten y recorren aldeas, anunciando la Buena Noticia y curando por todas partes.
Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?
Este pasaje nos interpela en lo más profundo:
Jesús nos llama por nuestros nombres, como llamó a los Doce, y nos envía a ser testigos de su Reino. ¿Me siento verdaderamente enviado?
La misión no se fundamenta en nuestras capacidades, sino en la autoridad que Él nos comunica. Si confío en mis fuerzas, fracaso; si confío en Él, avanzo.
El desprendimiento que pide no es solo material, es también espiritual: soltar mis seguridades, mis planes, mi necesidad de control. Solo el corazón libre puede anunciar con credibilidad el Reino.
También me habla de la libertad ante el rechazo: no detenerme en la dureza de quienes no acogen, sino seguir sembrando, con la certeza de que la semilla germinará donde Dios disponga.
La misión del discípulo es como un espejo: revela hasta qué punto mi confianza descansa en Dios y no en mí mismo
Oración, ¿Qué le decimos a Dios?
Señor Jesús, gracias porque confías en mí y me llamas a ser parte de tu misión.
Dame un corazón desprendido que no se apegue a cosas pasajeras.
Enséñame a confiar plenamente en tu providencia y en tu amor.
Que pueda anunciar con alegría tu Reino, no con mis fuerzas, sino con tu Espíritu.
Y si a veces no soy recibido, que no me desanime, sino que siga adelante con paz.
Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?
Contemplo a Jesús enviando a los Doce: los miro caminar, pobres y libres, pero con una fuerza interior que no viene de ellos, sino del Maestro que los sostiene.
Me uno a esa escena: yo también estoy ahí, enviado con nada en las manos, pero con todo en el corazón.
Escucho su voz: “Confía en mí, no en lo que posees; lleva mi amor como único equipaje”.
Permanezco en silencio, dejando que esta certeza me habite: soy enviado por Cristo, sostenido por su Espíritu, enviado para amar y anunciar.
Acción, ¿A que me comprometo con Dios?
Hoy revisaré mi vida y veré qué cosas me atan y me impiden confiar en Dios.
Buscaré anunciar el Evangelio con sencillez, en una palabra, amable, un gesto de ayuda o una escucha sincera.
No me detendré ante el rechazo o la indiferencia: seguiré sembrando esperanza donde esté.
