LECTIO DIVINA
Martes 2 DE DICIEMBRE DE 2025
Martes I Semana de Adviento
Marlon Vaca de Ecuador ✍🏻🇪🇨
0 – Invocación
Precioso Espíritu Santo, hoy te necesito.
Hoy deseo, con todo mi corazón, que vengas y toques mis sentidos: abre mis oídos para escuchar tu voz, abre mi mente para comprender tu palabra, abre mi corazón para que tu verdad viva en mí.
Solo contigo este momento es especial.
Ven precioso, ven. Amén.
1 – Lectura Evangelio según san Lucas 10,21-24
En ese momento, por el Espíritu Santo, Jesús estaba muy feliz y dijo:
“Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque les has escondido estas cosas a los sabios e instruidos y se las has revelado a las personas que son como niños. Sí, oh Padre, porque así te agradó hacer esto”.
“Mi Padre me entregó todas las cosas. Nadie conoce quién es el Hijo, excepto el Padre, y nadie sabe quién es el Padre, excepto el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Entonces Jesús se volvió hacia los discípulos y les dijo solo a ellos:
“¡Felices las personas que pueden ver lo que ustedes están viendo! Les digo que a muchos profetas y reyes les hubiera gustado haber visto lo que ustedes están viendo, pero no pudieron; y les hubiera gustado escuchar lo que ustedes están escuchando, pero no lo escucharon”.
¿Qué dice el texto?
Este pasaje se desarrolla en un momento de profunda intimidad espiritual: Jesús, movido por el Espíritu Santo, estalla en una alegría tan pura que se convierte en oración y alabanza al Padre. Esa alegría brota de una verdad que podría parecer paradójica: Dios revela sus misterios no a los sabios, no a los entendidos, no a los expertos… sino a los que tienen un corazón de niño.
Jesús nos revela algo muy profundo:
El conocimiento del Padre no viene de estudio, ni de poder, ni de prestigio. Viene del Hijo. Y el Hijo lo da a quien Él quiere revelarlo. Es un acto de amor, de intimidad y de gracia.
Luego Jesús se vuelve solo a sus discípulos y les hace una declaración que atraviesa toda la historia bíblica:
«Muchos soñaron con ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron. Muchísimos desearon escuchar lo que ustedes escuchan, y no lo escucharon».
Es decir:
ellos estaban viviendo el cumplimiento del anhelo de generaciones enteras.
Jesús está mostrando tres grandes verdades:
Dios revela sus misterios a los humildes, a los sencillos, a los pequeños.
Solo Jesús nos revela verdaderamente quién es el Padre.
Los discípulos viven una gracia que muchos desearon y no tuvieron.
2 – Meditación. ¿Qué me dice a mí el texto?
Este texto es muy especial porque toca directamente el corazón, la fe y la relación personal con Dios. Por eso podemos meditar haciéndonos estas preguntas que nos llevan a lo profundo:
Jesús no dijo “infantil”, sino “de niño”:
un corazón humilde, confiado, sencillo, dócil, capaz de asombrarse y creer.
¿Estoy perdiendo esa capacidad por las preocupaciones, el orgullo, el cansancio, el miedo o el control?
Jesús afirma que nadie puede conocer al Padre sin Él.
Entonces debo preguntarme:
¿Busco conocer al Padre desde mi propio esfuerzo?
¿O le permito al Hijo enseñarme quién es Dios, cómo ama Dios, cómo mira Dios?
Jesús dice que muchos quisieron ver lo que los discípulos vieron.
Hoy también podemos preguntarnos:
¿Soy consciente del regalo que es poder escuchar la Palabra cada día?
¿Aprecio la gracia de tener fe, de conocer a Jesús, de ser amado por Él?
¿O lo doy por sentado, como si fuera algo normal?
Los “sabios e instruidos” representan la autosuficiencia, el control, la soberbia intelectual.
Los niños representan la apertura.
¿Desde qué lugar me acerco yo a Dios?
Muchos querían verlo. Muchos querían escucharlo.
Yo lo escucho hoy en la Palabra, lo veo en los sacramentos, en la Eucaristía, en la caridad, en los pobres, en la oración.
¿Valoro esa presencia real?
3 – Oración ¿Qué le respondo yo a Dios?
Señor Jesús, hoy deseo tener un corazón de niño.
Un corazón humilde, sencillo, dispuesto a creer, dispuesto a confiar.
Quiero que seas tú quien me revele al Padre, porque sé que solo por ti puedo conocerlo.
Gracias por la gracia inmensa de poder escuchar tu Palabra,
gracias por permitirme verte en la fe cuando tantos quisieron verte y no pudieron.
No permitas que me vuelva autosuficiente, orgulloso o duro.
Hazme pequeño para que tú seas grande en mí.
Te necesito, Jesús.
Te amo. Amén.
4 – Contemplación
Contemplemos en la intimidad de nuestro corazón, en nuestro lugar secreto:
“Te alabo, Padre… porque has revelado estas cosas a los que son como niños”.
5 – Acción
Hoy, pidamos la gracia de vivir con corazón de niño.
Como acción concreta, elige un gesto sencillo de humildad:
– pedir perdón,
– reconocer un error,
– agradecer de corazón,
– servir sin ser visto,
– orar con sencillez.
Un solo gesto basta para abrir la puerta de la revelación de Dios.
Cristonautas.com Cristonautas