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Evangelio del día – Lectio Divina Juan 2, 13-22

Lectio Divina por Diacono Santigo Molina de Argentina/USA

Buenos dias a todos. Invoquemos al Espíritu Santo. Ven Espíritu de Bondad y Ternura, Espíritu de Amor y Misericordia, Espíritu procediente del Padre y del Hijo, Ven. Empápanos con tu Gracia y despierta en nosotros la sed de Ti. Amén!

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor
Lectio: ¿Qué dice el Texto?
Se acercaba la Pascua – tiempo sagrado para el pueblo de Israel. Jerusalem estaba repleta de peregrinos y el Templo se había transformado en un gran negocio para muchos. Jesús, indignado, echa a todos, y de manera muy dramática. Pero un diálogo muy curioso ocurre. Los judíos lo enfrentan y le preguntan (con todo derecho) si él les podía mostrar un “signo” para obrar así. El pedido de un “signo” es curioso; ¿por qué pedirle por un “signo”? ¿Por qué no preguntarle “con qué autoridad”? Algo sabían de él, sabían que hacía milagros, tenía la reputación de hacerlo. Lo curioso también es que él no les da lo que quieren; usa el valor simbólico del Templo y les da una respuesta un poco velada donde les habla de su muerte y su resurrección (el verdadero Templo, la casa eterna, Dios mismo).
Los discípulos se acuerdan de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora (o consume)”. En cierto sentido, Jesús nos hace preguntarnos: ¿Si tratan a la casa visible (el templo) de esta manera, cómo tratarán a la casa invisible (Jesús, el cielo, Dios mismo)?
Meditatio: ¿Qué me dice el Texto a mi?
¿Cómo trato a mi Templo (Parroquia)?
¿Lo respeto y lo trato como a mi propia casa o lo hago un lugar donde puedo hacer negocios?
¿Cuál es mi casa permanente?
¿Me consume el celo de mis casa?
¿Creo en la resurrección, en la vida eterna, en el cielo?
¿Busco ver “signos” de Dios para comprobar su autoridad?
¿Creo en la autoridad de Jesús sin tener que ver “signos”?
Oratio: ¿Qué le digo al Señor?
Señor, Tú eres mi casa! Te pido que aumentes mi fe en ti. No dejes que negocie Tu amor, tu bondad, tu ternura, tu misericordia, tu comprensión, tu perdón. Haz con que el celo de tu casa, de tu verdad, de tu amor, de tu donación total me consuma!
Contemplatio: ¿Cómo interiorizo el texto?
Repito durante el día: “El celo de tu casa me consume!”
Actio: ¿Cómo puedo poner en práctica lo que este texto me impulsa a hacer (y a ser)?
Me comprometo a cuidar de los Templos que Dios me a puesto como símbolos y sacramentos de su casa (del Reino de los Cielos)… Mi cuerpo, mi Iglesia, la Palabra, mi Fe.

Que Dios los Bendiga en este día!

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