LECTIO DIVINA
Martes 27 de mayo del 2025
Martes VI Semana de Pascua
P. José Manuel Reyes de República Dominicana ✍🏻🇩🇴
Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. Y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creadas todas las cosas. Y renovarás la faz de la tierra. Oh Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con luz del Espíritu Santo!, concédenos que sintamos rectamente con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen…
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Ahora me vuelvo al que me envió y nadie me pregunta adónde voy.
Lo que les he dicho los ha llenado de tristeza; pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya. Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes. Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una justicia, y de una sentencia: el pecado, que no han creído en mí; la justicia, que yo voy al Padre y no me verán más; la sentencia, que el príncipe de este mundo ya ha sido condenado. Palabra del Señor
Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?
Hoy contemplamos otra despedida de Jesús, necesaria para el establecimiento de su Reino. Incluye, sin embargo, una promesa: «Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré» (Jn 16,7). Promesa hecha realidad de forma impetuosa en el día de Pentecostés, diez días después de la Ascensión de Jesús al cielo. Aquel día —además de sacar la tristeza del corazón de los Apóstoles y de los que estaban reunidos con María, la Madre de Jesús (cf. Hch 1,13-14)— los confirma y fortalece en la fe.
La tristeza de los discípulos por la partida de Jesús es lógica. Pero Jesús les da la clave para que la superen: su marcha es la que va a hacer posible su nueva manera de presencia, y el envío del Espíritu, el Paráclito, el Abogado y defensor. La actuación del Espíritu va a ser dinámica: va a revisar el proceso que ha condenado a Jesús, lo va desenmascarar y argüir su falacia. El que quedara ahora desautorizado y condenado es el mundo, mientras que Jesús no solo será absuelto, sino rehabilitado y glorificado delante de toda la humanidad.
El evangelio hace ver así mismo que otra de las funciones que el Espíritu Santo ejercerá en favor nuestro es la de hacernos capaces de discernir bien lo que es de Cristo y lo que se le opone. Da testimonio de Cristo frente al mundo. Inculca la sabiduría necesaria para no dejarse engañar. Hace distinguir lo falso que es el modo de vida que el mundo ofrece como felicidad y éxito. Eso es lo que en el lenguaje de San Juan significa convencer al mundo con relación al pecado, a la justicia y al juicio. Convencer significa “acusar”, poner de manifiesto el error del mundo.
En lo referente al pecado porque no creen en mí. El mundo y los que son del mundo rechazan el amor de Dios manifestado en Jesús. Cerrándose en sí mismos, no pueden actuar conforme al amor. El Espíritu Santo hace ver el pecado que esclaviza y daña al ser humano casi siempre bajo apariencia de bien, pero en realidad ofreciendo valores vanos e inconsistentes.
En lo referente a la justicia: El Espíritu hace obrar a los discípulos conforme a la justicia y no deja que se dobleguen ante el mundo, por más que éste pugnará por hacerles seguir sus dictámenes, proyectos y atractivos como si fueran lo acertado y lo más conveniente. Así, pues, pone de manifiesto quién tiene la razón.
Y en lo referente al juicio. Obrando conforme al Espíritu de Jesús, los discípulos atraerán contra sí el odio del mundo que los juzgará; pero, en realidad, serán ellos los que lo juzgarán y el mundo resultará condenado. El Espíritu hará ver que Dios condena el pecado, pero salva al pecador.
El Espíritu Santo nos capacita para ver los errores, mentiras y engaños del mundo, para denunciar las maldades y, a la vez, captar y anunciar lo que es justo, bueno y verdadero. Libera del mal y muestra la voluntad de Dios.
A pesar de las tristezas provocadas por la vida, e incluso a través de la misma, hay un motivo para sentir gozo: Dios está con nosotros por medio de su Espíritu. Por tanto, es bueno preguntarse:
¿Doy espacio al Espíritu Santo para morar en mí y mantenerme en conexión con Dios?
¿Me dejo guiar de inspiraciones para continuar con la misión que me ha sido encomendada? ¿Se notan en mi vida y ministerio los frutos de la inhabitación del Espíritu Santo?
Oración, ¿Qué le decimos a Dios?
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?
Les conviene que yo me vaya.
Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes
Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una justicia, y de una sentencia.
Acción, ¿A que me comprometo con Dios?
Invocar cada día la asistencia del Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.