Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 11, 42-46

Saludos queridos Cristonautas, soy Carmen Amelia de Venezuela ✍🏻🇻🇪 y te invito a que oremos juntos con la Palabra de Dios a través DEL ejercicio de la Lectio Divina del día miércoles 15 con el pasaje del Evangelio de Lucas 11, 42-46

Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, ilumina nuestra mente para entender la Palabra, enciende nuestro corazón para amarla y fortalece nuestra voluntad para vivirla. Abre nuestros oídos y nuestro espíritu a la voz de Jesús para que descubramos su voluntad en nuestra vida. Amén.

I. Lectura (¿Qué dice el texto?)

Lee el pasaje con atención, de forma pausada, escuchando cada palabra. Puedes leerlo dos o tres veces, dejando que la sonoridad de las frases penetre en ti.

Evangelio según San Lucas 11, 42-46

“¡Ay de ustedes, fariseos! porque le dan a Dios una décima parte incluso de la menta, la ruda y todas las verduras, pero no son justos con los demás y no aman a Dios. Y estas son exactamente las cosas que deben hacer sin olvidar lo demás”.
“¡Ay de ustedes, fariseos! que les gustan mucho los lugares de honor en las sinagogas y les gusta ser saludados en público”.
“¡Ay de ustedes! porque son como tumbas que no se pueden ver, sobre las cuales la gente pisa sin darse cuenta”.
45 Entonces un maestro de la Ley le dijo a Jesús: “Maestro, hablando así, también nos ofendes”.
Jesús le dijo:
“¡Ay de ustedes también, maestros de la Ley! porque ponen cargas tan pesadas sobre la espalda de los demás que apenas pueden soportarlo, pero ustedes mismos no las tocan ni siquiera con uno de sus dedos”.
¿Quiénes son los personajes de este texto? ¿Qué contrastes o conflictos está señalando Jesús? ¿Cómo y porque replican los fariseos?

II. Meditación (¿Qué me dice el texto?)

Reflexiona sobre los puntos clave del mensaje de Jesús, aplicándolos a tu propia vida:
La prioridad de Dios: Jesús critica la hipocresía de quienes cumplen meticulosamente con los rituales (el diezmo de las hierbas pequeñas) pero descuidan lo esencial: la justicia y el amor a Dios y al prójimo.
Pregúntate: ¿Cuáles son mis «menta y ruda» espirituales (mis pequeñas prácticas religiosas) que cumplo, pero que me hacen olvidar la caridad y la sinceridad en mis relaciones? ¿Estoy equilibrando lo ritual con la ética y el amor?
La trampa de la vanidad: Jesús denuncia el deseo de reconocimiento, el querer ser visto y honrado.
Pregúntate: ¿Busco las primeras filas en la vida? ¿Hago las cosas para que otros me vean o me alaben? ¿Qué tan importante es para mí el aplauso público o el reconocimiento social en lo que hago por Dios o por los demás?
El peligro de la apariencia: Las tumbas sin marcar eran focos de impureza. Jesús compara a los fariseos con ellas: por fuera parecen limpios, pero por dentro están llenos de muerte espiritual.
Pregúntate: ¿Hay áreas de mi vida que mantengo ocultas y que son fuente de impureza o falsedad? ¿Estoy tratando de mantener una fachada de piedad mientras mi interior está vacío o dañado?
La dureza y la falta de empatía: Los maestros de la Ley imponían reglas difíciles sin ayudar a cumplirlas.
Pregúntate: ¿Soy una persona que impone cargas pesadas a los demás con mis exigencias, juicios o críticas? ¿Ofrezco mi ayuda o mi comprensión a los demás cuando veo sus dificultades, o solo señalo sus faltas?

III. Oración (¿Qué le digo a Dios a partir del texto?)

Señor Jesús, te pido perdón por las veces que he puesto la forma por encima del fondo, la apariencia por encima de la sinceridad, o el juicio por encima de la ayuda.
Agradezco Amado Jesús por mostrarme la verdadera prioridad: la justicia y el amor.
Te pido Señor la gracia de tener un corazón humilde que no busque honores y una mirada compasiva que alivie las cargas de los demás en lugar de poner más. Amén

IV. Contemplación (¿Cómo me quedo en la presencia de Dios?)

Silencia tu mente y tu corazón. Permanece en la presencia amorosa de Dios, sin palabras.
Simplemente mira a Jesús, el Maestro que no carga a nadie, sino que invita a tomar su yugo ligero.
Repite en tu interior una frase que te haya tocado especialmente, como: «Lo esencial es la justicia y el amor a Dios».

Siente el amor incondicional de Dios que te invita a una fe sincera, sin apariencias. Descansa en Su amor.

V. Acción (¿A qué me comprometo a partir del texto?)

Lleva el fruto de tu encuentro con la Palabra a tu vida cotidiana con un compromiso concreto:
Me comprometo a identificar una carga que le estoy poniendo a alguien (una expectativa, una crítica constante, una exigencia) y voy a esforzarme por aliviarla con un gesto de apoyo, perdón o comprensión.

Acerca de Ramón Pané

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