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Evangelio del día – Lectio Divina Juan 16, 5-11

Lectio Divina por Joaquin Gamaliel Cano Rosas de México

Invocación al Espíritu Santo
Santo Espíritu, que desde el principio del tiempo albergas la sabiduría del amor de Dios. Ven a acompañarnos para llenarnos de tu inspiración y poder comprender la Palabra, y una vez comprendida la volvamos vida. Amén.

1- Lectura

Juan 16:5-11

Pero ahora que regreso para estar con Dios mi Padre, ninguno de ustedes me pregunta a dónde voy. Sin embargo, se han puesto muy tristes por lo que les dije. En realidad, a ustedes les conviene que me vaya. Porque si no me voy, el Espíritu que los ayudará y consolará no vendrá; en cambio, si me voy, yo lo enviaré.
Cuando el Espíritu venga, hará que los de este mundo se den cuenta de que no creer en mí es pecado. También les hará ver que yo no he hecho nada malo, y que soy inocente. Finalmente, el Espíritu mostrará que Dios ya ha juzgado al que gobierna este mundo, y que lo castigará. Yo, por mi parte, regreso a mi Padre, y ustedes ya no me verán.
Palabra del Señor

¿Qué dice el texto?
Jesús continúa hablando sobre su regreso al Padre, y la venida del Espíritu Santo. Aunque las escrituras señalan todo lo que el Hijo del Hombre debía padecer, Jesús sabe que la tristeza los invade y busca consolarlos y darles esperanza.
2- Meditación: ¿Qué me dice a mí el texto?

Ahora que en el calendario litúrgico nos acercamos a la fiesta de Pentecostés, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre los textos en los que Jesús habla de la venida del Espíritu Santo. Hoy vemos a los discípulos tristes cuando Jesús habla de irse, y por eso Él los consuela.

Es muy comprensible la tristeza de los discípulos, nunca es fácil separarse de las personas que amamos, sin embargo, Jesús habla de su partida como «necesaria», es decir, nos recuerda que todo tiene un ciclo, un tiempo y un propósito. Para poder avanzar es necesario dejar atrás algunas cosas, porque vienen otras más adelante.

Al final, todos somos pasajeros por este mundo, así que aprendamos a controlar el desconsuelo, que muchas veces nos impide ver los planes de Dios en nuestra vida. Mantengamos fija la mirada en la promesa de la vida eterna, y caminemos día a día con paso firme para encontrarnos de nuevo con Dios.

Pidamos al Señor que nos avive la esperanza en el corazón para no sucumbir a la tristeza de «no verlo», y confiar en que su Espíritu está en nosotros y por ello podemos encontrarlo en el hermano, así nunca estaremos solos.

Para reflexionar:
¿Confío realmente en que el Espíritu Santo ha venido para morar en mí y mantenerme en conexión con Dios?
¿Soy consciente de las inspiraciones del Espíritu para continuar con la misión que me ha sido encomendada?
En mi vida diaria ¿Reflejo la alegría de vivir en el amor de Dios?
Oración: ¿Qué le respondo a Dios?
Señor Jesús, tú conoces mi corazón y sabes cuáles son las penas que invaden mi alma, muchas veces son estas penas las que me hacen perder el rumbo. Te pido que avives mi esperanza y mi amor, para saber confiar en tu promesa de mantenerte siempre a mi lado, para que caminando de tu mano siga cumpliendo la misión que tienes para mí.
Amén.

Contemplación: ¿Cómo interiorizo la Palabra?
“Ven Espíritu Santo”
Acción: ¿A qué me comprometo?
Todos tenemos momentos de tristeza y dolor, mi compromiso de este día es acercarme a un hermano que sufra, para llevarle consuelo y acompañarlo en su pena, para que con mi presencia sepa que Dios está con Él.

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