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Evangelio del día – Lectio Divina Juan 7, 1-2.10.25-30

Lectio Divina por Matías Emmanuel Leiva de Argentina

Buenos días hermanos, paz y bien.

Comenzamos esta jornada, invocando al Espíritu Santo, pidiendo agudeza para entender y sutileza para interpretar.

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Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 1-2.10.25-30

Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas, Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: “¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es”.
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió”.
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

LECTURA: ¿Qué dice el texto?

– ¿Cuáles son aquellas palabras o frases que quedan resonando en mi corazón? Vuelvo a leer el texto detenidamente.

– En estos días, encontramos en la palabra de Jesús cierta dureza en sus interpelaciones. Sabía muy bien cuál era su destino, y comienza a denunciar e increpar a aquellos que sólo se fijan en la ley, pero que poco y nada creen en Él. “Habla abiertamente”, pero “no lo reconocen como Mesías”. Cumplen la ley y los preceptos, pero se olvidan de Dios y de los hermanos.

MEDITACIÓN: ¿Qué me dice Dios en el texto?

Hoy Jesús también nos habla a nosotros, y en este camino de cambio y conversión cuaresmal, y ya comenzando a acompañar al Mesías a vivir su Pascua, también hoy nos interpela.

• ¿Dejo hablar abiertamente a Jesús en mi vida? Cuando habla, ¿Lo escucho? ¿Su palabra me interpela, me mueve, me orienta?

• ¿Lo reconozco como Salvador de mi vida? ¿Lo anuncio y revelo como Salvador de la humanidad?

• ¿Con qué gestos o actos concretos demuestro que Él es Señor y Maestro en mi vida?

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Señor Jesús, también hoy yo quiero pedirte que hables abiertamente a mi corazón para que no se endurezca. Recuerda que soy frágil, y a veces me olvido que eres Tú el Señor de mi vida, mi Salvador, de quien depende mi felicidad. Habla, Señor, que tu siervo escucha.

CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?

Repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:

“Habla abiertamente, dice la verdad.”

-Habla abiertamente, Señor, pues cuando no te escucho es cuando más te necesito.

-Habla abiertamente, Señor, y ven a mojar la tierra reseca de mi corazón.

-Habla abiertamente, Señor, dime la verdad, y proclamaré tu grandeza delante de los hombres.

ACCION: ¿A qué me comprometo con Dios?

Demos gracias a Dios por un día más de vida que nos regala. Como acción, anunciemos al Mesías entre nuestros amigos, en el trabajo, en nuestro lugar de estudio, con algún gesto concreto.

Saludos desde Buenos Aires, Argentina, mis amigos y hermanos cristonautas!

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