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Evangelio del día – Lectio Divina Marcos 10, 32-45

Lectio Divina por Jesús Roel Carrillo de México

Miércoles VIII Semana Tiempo Ordinario Ciclo B

Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Divino

manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre;

don, en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,

divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre,

si tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado,

cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo,

lava las manchas, infunde

calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,

según la fe de tus siervos;

por tu bondad y tu gracia,

dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno. Amén.

Lectura

Evangelio según Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban camino de Jerusalén y Jesús se les iba adelantando. Los discípulos estaban sorprendidos y la gente que lo seguía tenía miedo. Él se llevó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: “Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero al tercer día resucitará”.

Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. Él les dijo: “¿Qué es lo que desean?” Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó: “No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?” Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo: “Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”.

Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.

Meditación 

Hemos terminado la Pascua con la fiesta de Pentecostés. Durante cincuenta días hemos celebrado la Resurrección del Señor como un único y sólo día, en el que los portentos y maravillas del Señor se han manifestado. Hemos alabado y dado gracias al Padre por estas manifestaciones de su amor en favor de todas gentes. Ahora retomamos el tiempo ordinario, para fijar nuestra atención en las enseñanzas de Jesús vinculadas a su Misterio.

Estamos subiendo a Jerusalén

Una subida que por las circunstancias sorprende a los discípulos: Jesús se les adelanta. Hay extrañeza. Es como preguntarse a qué viene esa prisa. La explicación la dará a los Doce: “Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero al tercer día resucitará.”La prisa de Jesús es justamente la que el amor provoca, pues de lo que se trata es de su entrega para salvar. Es la comunicación de la Misericordia divina. La necesidad es apremiante por parte nuestra y la voluntad de cumplir con el mandato del Padre lo es para Jesús.

Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir

La posición de Santiago y Juan se distancia de Jesús. Quieren un lugar a su derecha e izquierda, que no es otra cosa que significarse y será Jesús quien los invite a posicionarse adecuadamente. El asunto no es de puestos ni privilegios. No valen las aspiraciones personales que no estén en sintonía con el plan del Padre, que Jesús está llevando a cabo. Por eso les dice: “no saben lo que piden.”  Agradecemos al evangelista San Marcos que haya sido tan noble que no haya ocultado las debilidades y miserias de  los propios apóstoles. Esto nos consuela hoy a nosotros que somos tan débiles, tan frágiles, y tan mezquinos y rastreros con Jesús. ¡Qué paciencia tiene con nosotros! El evangelio nos dice que “Jesús iba delante de ellos”.  Jesús siempre nos lleva la delantera. Jamás nos exige nada que Él  no haya realizado; jamás nos empuja por un camino que Él no haya recorrido; jamás nos invitaría a llevar con paciencia nuestras pequeñas cruces de la vida si antes Él no hubiera llevado en sus espaldas el pesado leño. Él ha subido a la Cruz libremente y por amor. Por eso pudo decir: “Cuando sea elevado en alto atraeré a todos hacia Mí” (Jn. 12,32). Jesús atrae, Jesús cautiva; pero no desde el dolor, sino desde el amor. Por eso los cristianos debemos hacer lo mismo. La gente, el mundo, se deja seducir  por el egoísmo, por los primeros puestos, por el dinero. Pero Jesús nos advierte en este evangelio: “No ha de ser así entre vosotros”. Nosotros, los cristianos, desde que hemos conocido a Jesús, debemos tener un talante distinto, un comportamiento diferente, un estilo de vida basado en el amor. A los primeros cristianos les solían llamar “hombres inéditos”. Con la Resurrección de Jesús se instaura en el mundo una “raza nueva”, una “nueva edición de hombre y de mujer”.

La indignación de los otros diez no se hace esperar. Cabe preguntarse el porqué de esa reacción. Hay una resonancia de la división de Israel en tiempos de Roboán, el hijo de Salomón. La indignación provoca división y hay que atajarla en su origen. Por eso es muy importante preguntarnos: 

¿Qué buscamos?

¿Cuáles son nuestras razones para el seguimiento de Jesús?

Oración 

Señor Jesús, manso y humilde.
Desde el polvo me sube y me domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me quieran.
Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad,mi Señor manso y humilde de corazón.

No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan.

No se de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme más que otros… Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.

Dame la gracia de perdonar de corazón, la gracia de aceptar la crítica y aceptar cuando me corrijan. Dame la gracia, poder, con tranquilidad, criticarme a mí mismo.

La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias de otros. Dame la gracia de sentirme verdaderamente feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás, con lo que digo, con lo que hago.

Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón para que los puedas ocupar Tú y mis hermanos.

En fin, mi Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón manso, humilde, paciente y bueno.

Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Así sea. 

(P. Ignacio Larrañaga)

Contemplación

Para el momento de la contemplación propongo la promesa y la explicación que le da a sus apóstoles: 

  “Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero al tercer día resucitará”.

Acción 

Para el momento de la acción es un buen momento para poder realizar un cambio verdadero y propongo el difundir una obra de caridad que realicemos en la semana.

 

 

 

 

 

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