Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 8, 19-21

LECTIO DIVINA
MARTES 24 DE SEPTIEMBRE DE 2024
Martes XXV Semana Tiempo Ordinario
Marlon Vaca de Ecuador ✍🏻🇪🇨

0 – Invocación

Precioso Espíritu Santo, hoy te necesito, hoy deseo con mi corazón ferviente que vengas, topes mis oídos y los abras que hoy deseo escuchar tu voz. Topa mi mente que hoy quiero aprender de ti. Topa mi corazón que hoy quiero hacer viva tu palabra en mi vida. Solo contigo este momento es especial, por ello te lo ruego, hoy te necesito. Ven precioso, ven. Amen

1 – Lectura Evangelio según san Lucas 8, 19-21

La madre y los hermanos de Jesús vinieron al lugar donde estaba, pero debido a la multitud, no pudieron acercarse a Él. Entonces alguien le dijo a Jesús: “Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte”.

Pero Jesús, respondiendo, les dijo: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.

¿Qué dice el texto?

Este pasaje se encuentra en el contexto de la predicación de Jesús en Galilea, donde enseña a sus seguidores a través de parábolas y milagros. Previamente, en el capítulo 8, Jesús contó la parábola del sembrador, que habla de la importancia de escuchar y responder a la palabra de Dios de manera correcta.
En la cultura judía del siglo I, la familia era la unidad central de la sociedad. La identidad, el honor y la seguridad personal estaban ligados a la familia y a la comunidad local. Las lealtades familiares eran extremadamente fuertes y se esperaba que la devoción familiar superara otros compromisos. La figura del padre era fundamental, pues la familia funcionaba como una unidad económica y social bajo su liderazgo. La madre y los hermanos también tenían roles definidos dentro de esta estructura.

Al declarar que su verdadera familia es aquellos que oyen y hacen la voluntad de Dios, Jesús desafía directamente esta estructura social. Él establece que el vínculo espiritual y la obediencia a Dios tienen prioridad sobre los lazos familiares tradicionales. Este énfasis hubiera sido percibido como radical e incluso ofensivo para algunos contemporáneos, especialmente en un contexto donde la cohesión familiar era crucial para la supervivencia y el bienestar.

Jesús no rechaza la importancia de la familia, sino que amplía su definición. En el Reino de Dios, la familia se define no por el parentesco biológico, sino por la fe y la obediencia.
Esta redefinición apunta a la creación de una nueva comunidad, la iglesia, donde todos los creyentes son hermanos y hermanas en Cristo, compartiendo la misma herencia espiritual.

2 – Meditación. ¿Qué me dice a mí el texto?

Este pasaje, aunque corto, es tan rico en meditación que nos puede hacer plantear varias preguntas en el sentido de lo que el texto me dice a mí, podemos meditar respondiendo las siguientes preguntas:
¿Cómo entiendo mi identidad como miembro de la familia de Dios?
¿Me siento conectado y comprometido con mi comunidad de fe? ¿Cómo puedo fortalecer esos lazos?
¿Estoy dispuesto a poner a Dios en primer lugar, incluso si esto significa enfrentar oposición o incomprensión de mi familia o amigos?
¿Hay relaciones en mi vida que he priorizado por encima de mi relación con Dios? ¿Cómo puedo restaurar ese orden?
¿Cómo puedo mostrar el amor de Cristo a mi familia biológica mientras mantengo mi compromiso con mi familia espiritual?

3 – Oración ¿Qué le respondo yo a Dios?

Señor Jesús,
Te doy gracias por tu Palabra que ilumina mi camino y me guía hacia la verdad. Hoy, al meditar en este pasaje, reconozco que a menudo escucho tus enseñanzas sin permitir que transformen mi vida. Te pido perdón por las veces que he sido un oyente distraído o indiferente.

Te pido que me des un corazón dócil y abierto, dispuesto a recibir tu Palabra con humildad y a ponerla en práctica con valentía. Ayúdame a ser parte de tu verdadera familia, no solo escuchando tu voz, sino también viviendo según tus enseñanzas en cada área de mi vida.

Que tu Espíritu Santo me guíe a discernir tu voluntad y a actuar conforme a ella, incluso cuando me resulte difícil o cuando los demás no lo comprendan. Fortalece mi fe y mi compromiso contigo, para que, a través de mis acciones y palabras, otros puedan ver tu amor y tu verdad.

Señor, deseo ser un reflejo de tu luz en el mundo, llevando esperanza y consuelo a aquellos que me rodean. Que, en todo momento y lugar, mi vida sea un testimonio de tu amor y de mi pertenencia a tu familia.

Amén.

4 – Contemplación

Contemplemos en intimidad de nuestro ser, en nuestro lugar secreto donde solo Dios nos conoce, las palabras de Jesús.
“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la practican”

5 – Acción

Llevemos este texto a nuestra realidad, a nuestra vida y demos testimonio vivo del Reino de los Cielos, con obras y acciones muy sencillas que marcaran la diferencia. Como unirte a un grupo de estudio bíblico, ofrecerte como voluntario para ayudar en algún ministerio, o simplemente contactar a un miembro de tu comunidad que necesite apoyo emocional o espiritual.

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