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Lectio Divina Dominical VI de Pascua Ciclo B

«Mi mandamiento es éste: ámense los unos a los otros»

Hno. Ricardo Grzona, frp

Critian Buiani, frp

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PRIMERA LECTURA: Hechos 10, 25-26.34-35.44-48
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 97, 1.2-3ab.3cd-4
SEGUNDA LECTURA: 1 Juan 4, 7-10

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Juan 15, 9-17

9 Así como el Padre me ha amado, Yo también los he amado; por tanto, permanezcan unidos en mi amor. 10 Si obedecen mis mandamientos, continuarán permaneciendo en mi amor, así como Yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”.

11 “Estoy diciendo estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa. 12 Mi mandamiento es éste: ámense los unos a los otros como yo los he amado. 13 Nadie tiene más grande amor que el que da la vida por sus amigos. 14 Ustedes son mis amigos si hacen lo que Yo les digo. 15 Ya no los llamo empleados, porque el empleado no sabe lo que hace su jefe; pero los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que escuché de mi Padre. 16 No me eligieron ustedes a mí; al contrario, fui Yo quien los eligió para que vayan y den fruto y que su fruto no se pierda. De esa manera todo lo que pidieran al Padre en mi nombre, Él se los dará. 17 Les mando esto, que se amen los unos a los otros”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Este domingo, el sexto de Pascua, continuamos oramos con el texto del Evangelista San Juan.  En esta ocasión repasamos las palabras del Señor sobre el mandamiento nuevo, el amor.

Parte de la misión de Jesús es revelar al Padre, enseñar su plan divino de salvación; y lo revela en su infinito amor, este es el principio y fundamento de la comunión divina entre el Padre y el Hijo. Por otro lado Jesús muestra que es el Padre quien toma la iniciativa, porque es Él quien amó primero, “Como el Padre me amó” (dice Jesús). El evangelista San Juan, hace hincapié varias veces sobre la primacía de Dios en el origen de la cosas, basta recordar el Prólogo, allí el Verbo existía desde el principio y vino al Mundo a dar testimonio de la Luz.

El Hijo da testimonio del Padre, da testimonio del amor que los une, y los hace comunión. Jesús en su Palabra nos dice que nos ama de la misma manera que el Padre lo amó a él. A pesar de la concupiscencia al mal y al pecado, el ser humano tiene la capacidad de responder al amor de Dios, no de la misma manera en que lo hace Dios para con el hombre, porque Dios mismo es el Amor. El hombre tiene la “gracia” para amar que fue dada por Dios quien  lo amó primero. Entonces, la forma de permanecer en el amor de Dios es cumpliendo los mandamientos: Permancer en el Amor de Dios cumpliendo los mandamientos, y amarnos unos a otros como Jesús nos ama. Éste es camino de gracia y santidad.

Jesús quiere que el hombre puede sentir el gozo que Él experimenta. El gozo de Jesús consiste en ser amado por el Padre y en corresponder a ese amor, cumpliendo su voluntad. El gozo del hombre también es el de sentirse amado, pero cuanto mayor es este gozo, cuando el hombre se siente amado por Dios.

“Y que ese gozo sea perfecto”, esta es la vocación de toda la humanidad:  el llamado universal a la santidad. Cumpliendo los mandamientos, que nos llevan a permanecer en el amor de Dios, es decir poder amarlo con todas nuestras potencialidades, y poder sentirnos amados por Él, éste es nuestro gozo, éste es el camino de la perfección.

Jesús aclara que no vino a abolir la Ley, sino a llevarla a plenitud a través del mandamiento nuevo del amor. El amor de Dios a la humanidad, implica que cada ser humano debe amar en la misma medida a su prójimo. Esta es la forma, entonces, de llevar la ley a su plenitud.

Conocer a Jesús, trasforma nuestras vidas, y nos eleva de la categoría de servidores a la de amigos. Ser amigo de Jesús significa conocerlo de tal manera que podamos vivir lo que Él enseña, cumpliendo sus mandamientos.

Es interesante analizar de la forma en que termina el evangelio de hoy, tiene una estructura similar al iniciar y al finalizar. Jesús recuerda que es Él quien nos eligió y amó primero, y repite la centralidad del mandamiento del amor.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cómo comienza este relato?
  2. ¿Qué dice Jesús que ocurre si cumplimos sus mandamientos?
  3. ¿Para que nos dijo esto?
  4. ¿Cómo es la alegría que Jesús quiere para nuestras vidas?
  5. ¿Cuál es el mandamiento que enseña Jesús?
  6. ¿Quiénes son los amigos de Jesús?
  7. ¿Qué misión encomienda Jesús, a las personas que él llama?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Que significan para mi los mandamientos? ¿Concibo que son una carga pesada? ¿Entiendo que ellos son el camino para permanecer en el amor de Dios?
  2. ¿En que momentos de mi vida me sentí amado por Dios? ¿Al recordarlo me dan fuerzas para restablecer mi vida de Fe, y mi relación personal con Dios? ¿Me animo a expresar a los demás este amor tan gran de Dios para conmigo?
  3. ¿Qué es lo que me da alegría en mi vida? ¿He considerado en algún momento “alegría”, a algo que luego determine que era un placer menor? ¿Experimento la alegría de ser hijo de Dios? ¿Cómo comunico esta alegría?
  4. ¿Me alegro, y doy gracias de saberme elegido y llamado por Dios? ¿De que forma me compromete este llamado hoy? ¿Cuál es el fruto que debo dar?
  5. ¿Examino mi mucho o poco amor para con los demás? ¿Qué significa para mi “amarse unos a otros? ¿Estoy dispuesto a esto? ¿Por donde puedo empezar hoy?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

SALMO 97

Canten al Señor un canto nuevo porque ha hecho maravillas;

su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria, a la vista de los pueblos revela su justicia.
Se acordó de su amor y lealtad hacia la Casa de Israel;

los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

¡Aclama al Señor, tierra entera, griten, vitoreen, canten!
Toquen la cítara para el Señor; la cítara y los demás instrumentos;
con clarines y al son de trompetas aclamen al Señor que es Rey.
Brame el mar y cuanto contiene, el mundo y sus habitantes.
Batan palmas los ríos, los montes aclamen al unísono,
delante del Señor, que llega, que ya llega a regir la tierra.
 Regirá el mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.

Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Mi mandamiento es éste: ámense los unos a los otros»
(Versículos 17)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Que el ejercicio de lectura y oración con el Evangelio de hoy me lleve a comprometerme en alguna acción concreta. Me propongo evaluar mi relación con los integrantes de mi familia, mis amigos o compañeros de estudio o trabajo, para amar como el Señor lo hace conmigo. Concretamente iré uno por uno de mi familia a pedirle perdón por las ofensas cometidas y a decirle que lo amo y quiero mejorar mi actitud.

Con tu grupo, nos proponemos ser ejemplo de comunión y fraternidad como miembros de un grupo eclesial, para ser testimonio de amor ante la comunidad. Evaluamos nuestras relaciones, y nos proponemos revitalizarlas a la luz del mandamiento mayor del amor. También hacer un acto de amor exterior, que muestre al mundo que nos amamos y que amamos a los demás, como por ejemplo visitar un lugar con gente humilde que necesite nuestro servicio, o también acompañar a enfermos que están solos y necesiten nuestro tiempo.

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