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Lectio Divina Domingo XIV del Tiempo Ordinario Ciclo C

«La cosecha es grande, pero los trabajadores son pocos»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Dr. Emilio G. Chávez

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PRIMERA LECTURA: Isaías 66, 10-14
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 66(65), 1-3.4-5.6-7.16.20
SEGUNDA LECTURA: Gálatas 6, 14-18

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 10, 1-12.17-20

1 Después de eso, el Señor eligió a otros setenta y dos de sus seguidores para enviarlos de dos en dos para que se adelantaran a cada ciudad y lugar donde tenía que ir. 2 Antes de enviarlos, dijo:

“La cosecha es grande, pero los trabajadores son pocos. Por tanto, pídanle al Señor  de la plantación que envíe trabajadores a su campo. 3 ¡Vayan ustedes! Sepan que los envío como ovejas entre lobos. 4 No lleven una cartera, ni bolso, ni sandalias. Tampoco se detengan en el camino para saludar a nadie. 5 Cuando entren en una casa, primero saluden diciendo: “¡Que la paz esté en esta casa!” 6 Si hay alguien allí digno de paz, gozará de ella, pero si no, la paz regresará a ustedes. 7 Quédense en la misma casa y coman y beban lo que les ofrezcan, ya que el trabajador merece su salario. No se muevan de una casa a otra”.

8 “Cuando entren en una ciudad y sean bienvenidos, coman cualquier comida que les pongan delante. 9 Curen a los enfermos de esa ciudad y díganles: ‘El Reino de Dios ya está cerca de ustedes. 10 Sin embargo, cuando entren en una ciudad y no sean bien recibidos, salgan por las calles y digan: 11 ‘¡Incluso el polvo de esta ciudad que se ha pegado a nuestros pies, nos los sacudimos contra ustedes!’ Pero recuerden esto: el Reino de Dios ya se ha acercado a ustedes”.

12 “¡Les digo que en el Día del Juicio será más tolerable para Sodoma que para esa ciudad!”

17 Los setenta y dos volvieron muy alegres y le dijeron a Jesús:

“¡Incluso los demonios nos obedecieron por el poder de tu nombre!”

18 Jesús les dijo:

“De hecho, veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 Ahora les he dado el poder de pisar serpientes, escorpiones y sobre todo el poder de vencer el enemigo sin sufrir ningún daño. 20 Pero no se pongan felices porque los espíritus malignos les obedecen, sino alégrense porque el nombre de cada uno de ustedes está escrito en los cielos”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Is 66:10-14c

El texto de Isaías es parte de lo que se llama ‘teología de la restauración de Sión’. La gran ciudad de Dios, tan humillada por Babilonia que la arrasó en 587 a.C., se levantará, brillará con la presencia de Dios de nuevo dentro de ella. Este es el meollo del mensaje del “Tercer Isaías,” los cap. 56-66 de ese libro. En este trozo del capítulo final, se repite lo que se dice en Is 60-62, justo después del regreso del exilio de Babilonia en 538: habrá prosperidad, vendrán a Jerusalén las riquezas de la naciones paganas, Jerusalén será consolada (ya se llamaba a la parte del libro atribuida al “Segundo Isaías” (Is 40-55) el “Libro de la consolación,” pues comienza con la “Buena Nueva” consoladora del fin del exilio. Si esta lectura de Is 66 continuara, contendría otro trozo muy  “universalista,” es decir, “inclusivo,” que habla de las naciones paganas bien lejanas que finalmente conocerán la gloria de Yahveh, y aun de ellas serán tomados sacerdotes y Levitas, algo tan extraordinariamente inclusivo como lo que se dice al principio del Tercer Isaías (Is 56:1-7): los extranjeros y los eunucos podrán formar parte del pueblo de Dios, pues la casa de Yahveh será llamada “casa de oración para todos los pueblos (incluyendo claro está a los paganos). La inclusión de extranjeros (realmente extranjeros, no los trabajadores extranjeros residentes en Israel, que es otra palabra) y de eunucos contradice las provisiones de Dt 23:2-7. A esto se le llamó a esto “abrogación profética de la Torá.”

Ga 6:14-18

Aquí hay que señalar que esta vez la segunda lectura claramente expresa la línea inclusiva que está implícita en la primera. En Cristo (quizá la expresión más importante en san Pablo, refiriéndose al único cuerpo de Cristo en el cual estamos insertos para formar parte como en un templo) ya no hay distinciones entre judío y pagano, ni siquiera entre hombre y mujer (Ga 3:23-29); estas distinciones y separaciones de la “Torá post-caída” (la Torá después del pecado que causó exilio y después separación estricta entre judío y gentil, mientras que antes del pecado de Adán y Eva no era así) fueron abolidas en la cruz (Ef 2:11-18; Col 2:9-14). Muchos estudiosos consideran Ga 3:23-29 parte de una fórmula bautismal.

Lc 10:1-20 

El número 72 (algunos manuscritos tienen 70), como indica la Biblia de Jerusalén, representa el número de las naciones paganas (la tradición judía cuenta 70 nombres de naciones en Gn 10 (ver v. 31), después del diluvio. [Hay una misión de los Doce en Lc 9:1-6.] Aquí en Lucas se anticipa la misión de la Iglesia fuera de Israel a los paganos, lo que Lucas narra mucho más paulatinamente en Hch 10. Los mensajeros de la Buena Noticia, comerán lo que les den sus beneficiarios. El cumplimiento de las profecías de Isaías, según las cuales de Jerusalén sale la Palabra de Yahveh y las riquezas de las naciones vienen a la Ciudad santa, se ve claramente en Rm 15:25-27: Pablo ha hecho una colecta entre los cristianos griegos antiguamente paganos convertidos al Dios verdadero por la labor de los apóstoles judíos precisamente para los pobres judíos cristianos en Jerusalén, llamados “santos.” Así hay intercambio de bienes espirituales y materiales.

Todo esto es signo de que estamos en los últimos tiempos, tema que trata Lucas (ver su añadido a la profecía de Joel en Hch 2:17). Los enviados van de prisa sin nada y ni siquiera saludando en el camino. Deben de predicar que el Reino de Dios ‘se les ha echado encima’ (Lc 10:9 según el sentido griego; cf. Mt 12:28). Para los que los reciban habrá paz (shalom), según la versión más judía de Mateo 10:12-15; podríamos decir, habrá consolación, tema muy de Lucas que sigue al Segundo Isaías (ver Lc 2:25-32). Muchos no aceptaron esta paz que es la consolación del Espíritu (“Paráclito” viene de la palabra griega para “consolar,” que se usa en Is 40:1). Así, Jesús se lamentó sobre Jerusalén, que no entendiendo las profecías de Isaías, no reconoció esta paz, Lc 19:41-44. Esta paz escatológica se basa en la victoria de Jesús sobre el diablo y el mal, algo que Jesús vio en una visión apocalíptica, Lc 10:18, victoria que nos da acceso al “cielo,” a la presencia de Dios perdida por el primer pecado.  

Reconstruimos el texto:

  1. ¿A quiénes envío el Señor? ¿A cuántos? ¿Y cómo?
  2. ¿Qué les decía sobre esté envío?
  3. ¿Qué decía de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún?
  4. ¿Qué les dijo sobre el mismo y los discípulos?
  5. ¿Qué le dijeron los discípulos a su regreso y él que les contestó?
  6. ¿El libro de Isaías también es parte de que teología y porque?
  7. Si la lectura de Isaías continuará contendría otro trozo muy “universalista,” es decir, “inclusivo,”. ¿Quiénes podrán formar parte de la casa de Dios, el texto nombra a 4 grupos?
  8. La expresión más importante en san Pablo, refiriéndose al único cuerpo de Cristo en el cual estamos insertos para formar parte como en un templo. ¿Qué nos quiere decir esto según esté texto?
  9. ¿Qué representa el número 72? ¿Lo que Lucas narra en este texto a que profecía corresponde?
  10. ¿Qué fue lo que se lamentó Jesús de Jerusalén?

 

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

Las lecturas de este domingo, nos hablan de incluir a todos en la predicación del Reino de Dios. Todos los pueblos, naciones y culturas merecen conocer el Evangelio, la Buena Noticia.

  1. ¿Qué hago yo específicamente para que otras personas puedan conocer a Jesús?
  2. ¿Soy un discípulo convencido que sí creo en Jesús, mi deber no es esconderlo sino anunciarlo?
  3. ¿Cuáles son los obstáculos con que hoy me encuentro para enseñar el Evangelio a las demás personas de diferentes culturas?
  4. ¿Cómo entiendo yo estas palabras de Jesús: El que a ustedes escucha a mí me escucha; el que a ustedes desprecia a mí me desprecia; y quien a mí me desprecia, desprecia al que me envió? ¿Me doy cuenta que yo soy mensajero de Jesús?

¿Soy consciente que Jesús se identifica conmigo cuando anuncio el Evangelio?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Señor, tu Palabra es muy clara. Tú viniste para salvarnos a todos. No quieres que ninguna persona se quede fuera de la Salvación que Tú ofreces.
Gracias por elegirme como discípulo y misionero tuyo. Quiero ser fiel y quiero darme cuenta que sólo soy un mensajero tuyo. El mensaje eres Tú mismo.
Que siempre tenga una vida de oración dedicada para ser cada vez más fiel en la misión de llevarte a Ti y a tu Palabra a los demás.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría.  Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«La cosecha es grande, pero los trabajadores son pocos»
(Versículo 2)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo o en grupo, Para el momento de la acción, nos comprometemos a prepararnos seriamente para ir a una misión. Primero en la oración, luego también en las actividades, y buscar un grupo determinado para llevarles el Evangelio del Señor. Dejar cosas y personas que tal vez en algún momento entorpezcan mi seguimiento al Señor y por lo tanto mi dedicación al discipulado y a la misión.

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