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Lectio Divina Dominical XXIII del Tiempo Ordinario Ciclo C

«El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Dr. Emilio G. Chávez

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PRIMERA LECTURA: Sabiduría 9, 13-18
SALMO RESPONSORIAL: Salmo: 90(89),3-4.5-6.12-13.14-17
SEGUNDA LECTURA: Filemón 1,9-10.12-17

Invocación al Espíritu Santo:

Señor Dios, aquí estamos por abrir las Sagradas Escrituras, queremos pedirte tu Santo Espíritu, el mismo que inspiró a los autores sagrados a dejar plasmada tu Palabra Santa en la Biblia. Gracias Señor por tu comunicación con nosotros. Que entendamos hoy lo que Tú nos quieres decir a nosotros en nuestra vida. Espíritu Santo, ven en nuestra ayuda, ven y abre nuestra mente y corazón para poder entender lo que nos quieres comunicar. Señor que no sea sordo a tu Palabra y que sepa escuchar y obedecer.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 14, 25-33

25 Caminaban con Jesús grandes multitudes y volviéndose hacia ellos, les dijo:

26 “Cualquiera que quiera seguirme y no me ama más que a su padre, su madre, su esposa, sus hijos, sus hermanos, sus hermanas e incluso a su propia vida, no puede ser mi discípulo; 27 y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”.

28 “Si alguno de ustedes quiere construir una torre, primero se sienta y calcula los gastos para ver si tiene lo que necesita para terminarla. 29 Si no lo hace, puede sentar las bases, pero luego no puede terminar la construcción, y entonces todos los que vean lo que pasó se burlarán de él, diciendo: 30 ‘¡Este hombre comenzó a construir, pero no pudo terminar!’ 31 Si un rey que tiene diez mil soldados va a luchar contra otro que viene contra él con veinte mil, se sienta primero y consulta si es lo suficientemente fuerte como para enfrentarse al otro. 32 Si no hace esto, necesitará enviar mensajeros al otro rey, mientras aún está lejos, para acordar las condiciones de paz”.

33 “Así cualquiera de ustedes no puede ser mi discípulo si no renuncia primero a todas las cosas que tiene”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Sb 9:13-18b; Flm 9-10, 12-17; Lc 14:25-33

Nuestras lecturas tienen tono sapiencial, es decir, se trata de la sabiduría. Nos piden que reflexionemos sobre nuestra vida. La lectura del Libro de la Sabiduría suspira con el tedio que la vida nos proporciona a veces, y concluye que sin el Santo Espíritu de Dios, que Él solo concede sabiduría y conocimiento útil, los seres humanos no podemos saber ni hacer nada que valga la pena. El Salmo 89 respira el mismo espíritu, rogando por el descanso después del trabajo duro.

La carta a Filemón muestra la aplicación del pasaje del Evangelio, que es un desarrollo de la actitud que encontramos en la primera lectura.

Pablo, en prisión, le escribe a Filemón, el dueño de un esclavo que se le escapó (que se llama Onésimo, que significa ¡“útil”!), reenviando al esclavo a su dueño, aunque Onésimo se había vuelto muy útil para pablo, de hecho era como un hijo. Pablo le recuerda a Filemón, a quien había conducido a la fe, que Filemón le debe a Pablo su vida espiritual en el Señor. Pero sin exigirle a Filemón que renuncie a lo que es su propiedad (su esclavo), Pablo sí le pide que reciba de nuevo a Onésimo como a un hermano, y no como a una mera posesión. Y le pide a Filemón que practique la solidaridad y no la superioridad. Aquí tenemos una aplicación práctica, basada en la vida real, del mensaje de Jesús.

Jesús le pide a sus oyentes un desapego total para entregarse al Reino, o lo que es lo mismo, para seguir los pasos de Jesús. Este llamado, sin embargo, requiere reflexión: hay que darse cuenta de las tremendas exigencias del Reino, que no permite titubeos o medidas a medias. El remate suena mucho al estilo de Lucas: seguir a Jesús exige renunciar a todas las posesiones. Lucas muestra una preocupación articular por los pobres y marginados, y puede expresarse de manera severa acerca de la relación entre riqueza y pobreza (ver Lc 1:53; 6:20, 24; 16:14, 25). No puede haber impedimento para alcanzar el reino, y la posesión de riqueza es su mayor obstáculo (ver también Lc 16:13). Sin embargo, cargar la cruz es lo central, en el texto, y no podemos anunciar a Jesús, sus requerimientos, su Reino, sin olvidarnos de la Cruz.

Preguntémonos para reconstruir el texto:

  1. ¿Quiénes eran los que seguían a Jesús?
  2. ¿Qué es lo que Jesús les dice a aquellos que lo seguían?
  3. ¿Cuál es la primera actitud para ser discípulo del Señor? ¿Cuál es la medida en que debemos amarlo a Él?
  4. Para ser discípulo de Jesús también hay otra condición ¿cuál es? ¿qué debemos cargar cada día?
  5. Jesús propone dos parábolas pequeñas: una sobre el constructor y otra sobre quien va a enfrentar una batalla ¿Cómo las narra?
  6. ¿Qué sentido tienen estas parábolas en la narración?
  7. ¿Qué cosa es lo que entorpece más para seguir a Cristo en un camino discipular?

 

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿En verdad quiero ser discípulo del Señor?
  2. ¿Soy consciente que el seguimiento de Cristo implica dejar muchas cosas y actitudes?
  3. ¿Qué significa en mi propia vida poder amar más a Jesús que a todos los demás, incluso a mi propia vida?
  4. ¿Cómo entiendo esto de cargar con la cruz de cada día y seguir al Señor?
  5. ¿Podría ser yo también como el de la parábola que no se puso a planear cómo construir una torre? ¿Cómo aplico esta parábola en mi vida y sobre todo en el seguimiento de Cristo?
  6. ¿Y la parábola del Rey que quiere enfrentarse en batalla sin medir cuántos soldados tiene el contrincante? ¿Cómo aplico esta parábola en mi vida?
  7. Jesús habla de una renuncia total a los bienes, para dedicarlos exclusivamente al Señor ¿Cómo se puede aplicar en mi vida personal esto?
  8. Con todas estas sugerencias, ¿Hasta qué punto puedo decir que soy discípulo del Señor?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. Gracias por que siempre me estás advirtiendo cómo debe ser mi vida.
Señor, me doy cuenta que deseo ser tu discípulo, pero profundizando en tu Palabra salvadora, estoy bastante lejos de serlo.
Quisiera pedirte perdón por usar para mí el nombre de “cristiano”, porque todavía no llego a la totalidad de la entrega. Ayúdame Señor a seguirte.
Hay tantas personas que ocupan lugares muy importantes que te desplazan de mi vida. Mi orgullo y vanidad, también te saca del lugar importante.
Señor, he pensado muchas veces en que quiero ser un cristiano cómodo, no quiero cruces, no quiero sufrimientos, no sé aceptar estas cosas y menos la humillación.
Ayúdame Señor a seguirte, ayúdame a no ser tan necio y darme cuenta que necesito edificar la torre de mi vida, en la imitación de tu vida.
Quiero que me ayudes a desapegarme de los bienes y de todo lo que me impide dar pasos firmes en el cristianismo.
Quiero imitarte, quiero seguirte dame fuerzas muéstrame el camino.

Amén

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo»
(Versículos 27)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Queremos entrar por la puerta estrecha…. ¿Qué debemos cambiar en nuestra vida para entrar por esta puerta estrecha?

En lo personal, me propongo hacer un verdadero análisis de conciencia. Hasta dónde estoy siendo verdadero discípulo. Cuál es el cambio que me propongo hacer: Cuáles son las actitudes que debo tener para poner a Jesús en el Centro de mi vida. Qué cosas y apegos me impiden ser su discípulo. Hacer algo que sea exterior para poder demostrar que sí estoy convirtiendo mi corazón.

Con tu grupo, proponerse una actividad de seguimiento del Señor. Puede ser tomar un día de misión en algún barrio, o grupo, en que vamos a enseñar nuestra forma de ser discípulos y de creer en Cristo.

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