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Lectio Divina Dominical III de Adviento Ciclo A

«¿Eres tú quien ha de venir?»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp

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PRIMERA LECTURA: Isaías 35, 1-6.10
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 146(145), 7-10
SEGUNDA LECTURA: Santiago 5, 7-10

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Mateo 11, 2-11

2 Juan el Bautista estaba en la cárcel, y cuando se enteró de lo que estaba haciendo Cristo, envió a algunos de sus discípulos 3 que fueran y le preguntaran: “¿Eres tú quien ha de venir o debemos esperar a otro?”

4 Jesús les contestó: “Regresen y díganle a Juan lo que están escuchando y viendo. 5 Díganle que los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. 6 ¡Y feliz es aquel que no se escandaliza de mí!”

7 Cuando ellos se fueron, Jesús comenzó a contarle a la gente acerca de Juan: “¿Qué fueron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 8 ¿Qué vieron? ¿Un hombre bien vestido? Bueno, ¡los que se visten bien viven en los palacios! 9 Entonces díganme: ¿qué esperaban ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, más que un profeta. 10 Porque Juan es de quien está escrito: ‘Aquí yo envío mi mensajero, delante de tu rostro, quien preparará tu camino delante de ti” (Ex 23:20; Mal. 3:1). 11 Ciertamente les digo que de todos los nacidos de mujer, Juan el Bautista es el más grande. Pero el más pequeño del Reino de los Cielos es más grande que él.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Este es el tercer Domingo de Adviento, y el evangelio de este día nos presenta al Reino de Dios ya presente entre los hombres como levadura en la masa. Los milagros y las palabras del Señor lo atestiguan, y él mismo lo confirma al disipar las dudas que podían abrigar Juan el Bautista y todos los que esperaban ver en el Mesías a un juez implacable o a un rey victorioso.

En este tiempo histórico en el que transcurren los hechos narrados, Juan contaba con un numeroso grupo que lo seguía y acompañaba, de allí que escuchamos decir “los discípulos de Juan”, del mismo modo que escuchamos “los discípulos de Jesús”. Mateo al escribir este evangelio tiene en cuenta a estos grupos “bautistas” que tenían a Juan como el Mesías que esperaban. Es por eso que nace la polémica sobre quien es más grande en el Reino de los Cielos.

Estando Juan encarcelado, recibió numerosos testimonios sobre la persona de Jesús de Nazaret, sobre su vida y sus obras. A través de su pregunta, Juan quiere esclarecer el manto de incertidumbre acerca del origen y de la misión de Jesús, confirmar que éste es el Mesías que Israel espera. Esta pregunta nos llama la atención porque el Bautista es el primero en conocer el poder de Jesús, basta recordar el episodio en las aguas del río Jordán; posiblemente es el contexto de la cárcel que proporciono una deformación en la percepción de las noticias que recibe desde afuera.

Pero a la pregunta de Juan el Bautista, la respuesta de Jesús es indirecta, es decir, uno podría esperar que la respuesta de Jesús fuera, “sí, yo soy el Mesías”. Pero esta no es la lógica de Jesús, en más de una oportunidad podemos encontrar en los evangelios estas respuestas de Jesús que nos corren el eje, que van más allá de lo que podemos esperar. Él responde a través de la experiencia de sus propios discípulos, de aquello que estos vieron de Él, de los milagros de los cuales fueron testigos, de las palabras que escucharon de su boca.  “Los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia”; todas estas son diversas citas de Isaías. En el centro de las obras de Jesús estas los oprimidos, los pobres, los más necesitados y sufrientes.

Jesús expresa que su poder es el de liberar y salvar, por el contrario a dominar o enjuiciar como se esperaría de un Mesías. Jesús invita a Juan a ver y oír lo que él está haciendo y diciendo, para que de tal modo pueda recordar que su obra corresponde a las grandes profecías mesiánicas, y de tal modo pueda reconocer en él al Mesías Salvador.

“¡Feliz el que no tropieza por mi causa!”, esta frase nos hace pensar en Jesús como signo de contradicción, ante tantas falsas imágenes o expectativas creadas sobre el Mesías, Jesús rompe los moldes establecidos y hace que toda una generación deba abrir sus “estructuras” mentales para aceptar y seguir a este hombre de Dios, distinto al que esperaban.

La segunda parte del relato nos muestra a Jesús hablando sobre la persona de Juan el Bautista. En sus palabras, Jesús afirma que Juan es más que un profeta, porque es aquel del que hablan las escrituras que vendrá como mensajero a preparar el camino del Señor.  No solo es más que un profeta, sino que también es grande como hombre, más que sus contemporáneos. Sin embargo es el más pequeño en el Reino de los Cielos, este contraste nos quiere mostrar que para ser grande es necesario convertirse cada vez en más pequeño.

Preguntas para recordar el texto bíblico:

  1. ¿Cómo inicia el relato? ¿Qué fue lo que escucho hablar Juan estando en la cárcel?
  2. ¿Cuántos discípulos mando a preguntar sobre Jesús? ¿Qué fue lo que les pidió que preguntaran?
  3. ¿Qué pidió Jesús que respondieran a Juan? ¿Cuáles son estas obras de Cristo que el mismo nombra? ¿Qué dice Jesús sobre el mismo como motivo de tropiezo?
  4. ¿De qué modo habla Jesús a los presentes sobre Juan? ¿Cuáles son las preguntas que realiza?
  5. ¿Qué dice Jesús sobre Juan como profeta? ¿Cuál es la cita de las escrituras que utiliza?
  6. ¿Qué dice Jesús de Juan sobre la grandeza y la pequeñez?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. Al igual que Juan yo también he escuchado hablar de Jesús en algún momento. ¿Qué fue lo que oí decir sobre la persona de Jesús y sus obras? ¿Y hoy que se dice de Jesús? ¿Hay diferentes miradas o conocimientos sobre Él?
  2. ¿Cuál es mi propio conocimiento de Jesús? ¿Qué sé de Él? ¿Qué significa Jesús en mi vida?
  3. ¿Soy como los discípulos, que salen a testimoniar a otros aquello que vieron u oyeron de Jesús? ¿Cuáles son las “obras” o “prodigios” que Jesús hizo en mi vida y puedo comunicar a otros? ¿Comprendo que si no doy testimonio, me cierro y no permito que otros puedan conocer a Jesús?
  4. ¿Comprendo que no estoy llamado a ser un gran hombre o mujer de este tiempo, sino que seré valorado en el Reino de los Cielos por los frutos de mi fe y de mis obras?
  5. ¿Qué significa para mí hacerme pequeño? ¿Estoy dispuesto a disminuir cada día para que Cristo crezca? ¿En qué debo disminuir, que debo cambiar? ¿Entiendo que la pequeñez está íntimamente unida a la humildad?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Gracias Señor por permitirme a vivir este tiempo de adviento,
 en el cual esperamos tu venida. Ya sabes cuánto necesito de tu presencia en mi vida,
pero debo prepararme para recibirte. Ayúdame a comprender que significa convertirse,
que quiere decir arrepentirse de los pecados y faltas que cometo.
Quiero prepararme lo mejor que pueda para que cuando tu vengas nuestro encuentro me transforme y me haga más fraterno y amable con los demás.

 

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«¿Eres tú quien ha de venir?»
(Versículos 3)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, me comprometo a dar testimonio de Cristo. Pienso en aquellas personas que conozco y sé que no están viviendo este tiempo de adviento con esperanza o preparación, y me acercaré a ellos para llevarles la Palabra que da consuelo y la escucha que conforta.

Con tu grupo, el compromiso pasará por planificar una visita antes de navidad a quienes están solos, o con alguna necesidad, para compartir la alegría de la fe en la esperanza del amor que viene en Jesús cada día.

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