Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 4, 31-47

Lectio Divina
Fidias Monroy de Guatemala 🇬🇹

🔥 Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente, abre mi corazón, toma mis manos, para que comprenda el mensaje de la Palabra, para que sienta la profundidad del amor divino, para que camine abriendo mis manos a los que necesitan curación y misericordia. Haz que la Palabra que escuchamos resuene en nuestro corazón y pase del corazón a la vida. Que no seamos sólo “oyentes” de la buena Noticia, sino que, con tu gracia, la llevemos a la práctica.

Qué dice el texto:

Había en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar muy fuerte:
¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros? ¿has venido a destruirnos? Sé que tu eres el Santo de Dios.
Pero Jesús le ordenó: ¡Cállate y sal de ese hombre!, entonces el demonio tiró al hombre por tierra, en medio de la gente, y salió de él sin hacerle daño. Todos se espantaron y se decían uno a otros: ¿qué tendrá su palabra? ¿por qué da ordenes con autoridad y fuerza a los espíritus inmundos y estos salen?

Qué me dice el texto:

Hay que aprender cómo luchar contra el diablo, contra sus tentaciones. La vida de Jesús ha sido una lucha. Vino para vencer el mal, para vencer al príncipe de este mundo, para vencer al demonio.
También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. Jesús se nos presenta también como el que enseña, ¿Y cómo daba Jesús sus enseñanzas? Ante todo, con autoridad, es decir, con credibilidad, porque no llenaba sus predicaciones con palabrería, sino con verdad, con el Espíritu de Dios que es capaz de transformar los corazones.

Qué le digo a Dios:

Que nos ayude a enseñar con autoridad, con verdad, con la inspiración divina para que nuestras palabras tengan la fuerza de transformar muchos corazones.
Y ya que nos conoce y sabe todo acerca de cada uno de nosotros, que nos ayude a tener siempre como meta de vida, que su voluntad impere sobre la nuestra, que su vida divina resplandezca en nuestra conciencia.

Para contemplar y reflexionar:

¿Soy consciente de la presencia liberadora y santificante de Jesús?
¿Soy consciente de la presencia del mal que nos acecha para alejarnos del plan de Dios? Tengo en mi corazón el deseo tan profundo de conocer a Cristo, recibirlo como verdadero
camino a seguir, la verdad absoluta que nos hará libres.

Acción:

A lo largo del día, buscaré un espacio a solas con Jesús, y le pediré desde lo más profundo de mi corazón, que me libere, me sane y me haga un fiel discípulo suyo.

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