Lectio Divina por Marcela Lizondo de Argentina
Evangelio según San Marcos 5,1-20
▪ INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo, ayúdanos a leer la Biblia como Jesús se la leyó a los discípulos.
Que Tu luz nos ayude a descubrir la presencia del Resucitado en cada acontecimiento de nuestras vidas. Crea en nosotros el silencio interior para que podamos escuchar siempre tu voz que nos encomienda compartir la Palabra y la fe con nuestros hermanos.
Danos poder experimentar tu fuerza para que con ella, entusiasmados y gozosos, podamos dar testimonio a otros de que Jesús está vivo y nos ama con locura. AMÉN.
1- LECTURA: Mc. 5, 1-20
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!”. Porque Jesús le había dicho: “¡Sal de este hombre, espíritu impuro!”. Después le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”. El respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”. El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó.
Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.
Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”. El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.
Palabra del Señor.
▪ LECTURA: ¿Qué dice el texto?
En el Evangelio de hoy, se nos presenta un largo texto sobre la expulsión de un demonio que se llamaba Legión y que oprimía y maltrataba a una persona. Hoy, hay mucha gente que se sirve de estos textos del evangelio sobre la expulsión de los demonios, para dar miedo a la gente. ¡Es una lástima! Marco hace lo contrario. Como veremos, Marcos asocia la acción del poder del mal a cuatro cosas: a) al cementerio, o lugar de los muertos. ¡La muerte que mata la vida! b) Al puerco, que era considerado un animal impuro. ¡La impureza que separa de Dios! c) al mar, que era visto como símbolo del caos de antes de la creación. El caos que destruye la naturaleza. d) A la palabra Legión, nombre de los ejércitos del imperio romano. El imperio que oprime y explota a la gente. Y ahora Jesús vence el poder del mal en estos cuatro puntos. La victoria de Jesús tiene un enorme alcance para las comunidades de los años setenta, época en la que Marcos escribe su evangelio. ¡Las comunidades vivían perseguidas por las legiones romanas, cuya ideología manipulaba las creencias populares relativas a los demonios para dar miedo a la gente y conseguir la sumisión!
• El poder del mal oprime, maltrata y aliena a las personas: los versos iniciales describen la situación de la gente antes de la llegada de Jesús. Marcos describe el comportamiento del endemoniado, y asocia el poder del mal al cementerio y a la muerte. Es un poder sin rumbo, amenazador, descontrolado y destructor, que da miedo a todos. Priva a la persona de conciencia, de autocontrol y de autonomía.
• Ante la simple presencia de Jesús el poder del mal se desmorona y se desintegra: en la manera de describir el primer contacto entre Jesús y el hombre poseído, Marcos acentúa ¡la desproporción total! El poder, que antes parecía tan fuerte, se derrite y se derrumbe ante Jesús. El hombre se cae de rodillas, pide que no se le expulse de la región y entrega hasta su nombre Legión. A través de este nombre, Marcos asocia el poder del mal al poder político y militar del imperio romano que dominaba el mundo a través de sus Legiones.
• El poder del mal es impuro y no tiene autonomía ni consistencia: el demonio no tiene poder sobre sus propios movimientos. Sólo consigue ir dentro de los puercos con el permiso de Jesús. Una vez dentro de los puercos, éstos se precipitan a la mar. ¡Eran 2000 puercos! Según la opinión de la gente, el puerco era símbolo de impureza que impedía al ser humano relacionarse con Dios y sentirse acogido por El. El mar era símbolo del caos que existía antes de la creación y que, según la creencia de la época, amenazaba la vida. Este episodio de los cerdos que se precipitaban al mar es extraño y difícil de entender. Pero el mensaje es muy claro: ante Jesús, el poder del mal no tiene autonomía ni consistencia. ¡Quien cree en Jesús ya venció el poder del mal y no precisa tener miedo!
• La reacción de la gente del lugar: alertada por los porqueros que se ocupaban de los puercos, la gente del lugar acudió y vio al hombre libre del poder del mal “en su sano juicio”. ¡Pero entraron en los puercos! Por esto piden a Jesús que se aleje. Para ellos, los puercos son más importantes que el ser humano que acababa de recobrar su sano juicio. Lo mismo ocurre hoy: el sistema neoliberal se interesa muy poco en las personas. ¡Lo que importa es el lucro!
• Anunciar la Buena Nueva es anunciar “¡lo que el Señor ha hecho para ti!”: el hombre liberado quiere “seguir a Jesús”, pero Jesús le dice: “Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.” Esta frase de Jesús, Marcos la dirige a las comunidades y a todos nosotros. Para la mayoría de nosotros “seguir a Jesús” significa: “¡Ve a tu casa y anuncia a los tuyos lo que el Señor te hizo!”
A modo de conclusiones finales:
▪ Hoy asistimos a uno de tantos Evangelios donde Jesús devuelve al hombre su dignidad, su ser persona. Y, en consecuencia, su ser hermano nuestro, su pertenencia a la comunidad. Hoy se ve como Cristo se la juega por los derechos humanos, muchos siglos antes de que nosotros supiéramos de qué se trataban. Si miramos al endemoniado de Gerasa, vemos un hombre que lo ha perdido todo: su dignidad, su ser persona, su pertenencia a la comunidad. Ha perdido el juicio y es tenido por loco, ha perdido sus vínculos humanos, ya no pertenece a comunidad alguna, sino que es un apartado, un excluido, un alejado. Ha perdido toda capacidad de comunicación, ya no es capaz de manejarse con palabras, de entrar en diálogo, de comunicarse. Sino que vive a los gritos. Se lo trata mas como a un animal que como a un hombre. Por ejemplo, queriéndolo atar, dominar, someter con grillos y cadenas; atentando hasta él mismo contra su propia vida, hiriéndose con piedras.
▪ Y, por si todo esto fuera poco, se ha ido a habitar junto a los sepulcros, como signo patente que su muerte social es ya una realidad, que está más cerca de la muerte misma que de la vida. Sus contemporáneos, entonces, lo ven como un endemoniado, cosa que es verdad. Un hombre que se halla viviendo en un Infierno. Ahora bien, Jesús no quiere que éste Infierno, que éstos demonios, que ésta exclusión, que éste camino de muerte tenga en la vida de este hombre la última palabra. Jesús, Dios mismo en persona, la vida misma hecha carne, quiere tener también una palabra en la vida de este hombre. Y será una palabra de sanación, y será una palabra de salvación, y será una palabra de humanidad, de restitución de la dignidad perdida y de regreso a la comunidad.
▪ Así, al final de la hermosa escena evangélica, nos encontramos al antes dicho “endemoniado”, sentado en medio de sus hermanos, en su sano juicio, expresándose por medio de palabras, ocupando su sitio en la comunidad. Y por si fuera poco, anunciando que el Señor ha tenido compasión de él y lo ha salvado, anunciando las maravillas que el Señor obró con él.
2- MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto?
▪ ¿Cuál es el punto de este texto que más te ha gustado o que más te ha llamado la atención? ¿Por qué?
▪ ¿Cuáles son los “demonios” que necesito que el Señor expulse de mi vida?
▪ ¿Cuáles son las maravillas que el Señor obró en mi vida? ¿Las he anunciado a los demás?
3- ORACIÓN: ¿Qué le digo al Señor?
Los invito a rezar juntos con éste Salmo de confianza:
Salmo
Sal 30,20.21.22.23.24
SEAN FUERTES Y VALIENTES DE CORAZÓN,
LOS QUE ESPERAN EN EL SEÑOR
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos. R/.
En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras. R/.
Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. R/.
Yo decía en mi ansiedad: «Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante cuando yo te gritaba. R/.
Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. R/.
4- CONTEMPLACIÓN
Traigamos nuevamente a la memoria y al corazón éste hermoso texto, y en éste momento de contemplación dejemos que el Señor saque de nosotros todo aquello que nos atormenta: “SU AUTORIDAD NO NOS OPRIME, SU AUTORIDAD NOS RESTAURÁ, SU AUTORIDAD NO NOS ESCLAVIZA, SU AUTORIDAD NOS LIBERARÁ”
https://youtu.be/62crx1GzAas
5- ACCIÓN: ¿Qué me comprometo a hacer?
Ojalá podamos actuar en la línea del Evangelio también nosotros como Jesucristo. El llamado es claro:
▪ nosotros, cristianos, debemos continuar la senda que Dios nos señala, la de ir al encuentro del excluido, del apartado de la comunidad.
▪ Jesucristo nos enseña a jugarnos por la dignidad de aquellos que parecen haberla perdido.
▪ Jesucristo nos invita a ir a los lugares de muerte (tantos sepulcros contemporáneos que conocemos…) y jugarnos por los hermanos a favor de sus vidas.
▪ Sí, son muchas las personas que están a la espera que nosotros, cristianos COMPROMETIDOS, tengamos un gesto de arrojo profético y vayamos a su encuentro.
▪ Ellos esperan que, aún en medio de los sepulcros donde habitan, vayamos a llevarles una palabra de vida, vayamos a contarles las maravillas que Dios obró en nosotros, vayamos a llevarles a Jesucristo, la vida misma en persona. Dios nos acompaña en la tarea.
▪ Entonces, ¿cuál será mi compromiso?