Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 12, 1-8

Lectio Divina por Franklin Conil de Venezuela

Bendiciones hermanos. Preparados para orar con la Palabra de Dios que es vida, que sana y es luz?
Frank Medley de la Palabra – Franklin Conil

Comencemos invocando al dador de vida, al paráclito, al Espíritu Santo.
Invocación al Espíritu Santo:
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cuando debo callar, lo que debo sentir, lo que debo hacer, para mayor gloria de Dios y salvación de mi alma.
Evangelio de hoy:
Viernes 21 de Julio del 2017.
XV Semana del Tiempo Ordinario.

Mateo (12, 1-8):
Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: «Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado».

Él les contestó: «¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?

¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo.

Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado».
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
Primer paso: Lectura. ¿Qué dice el texto?
El pasaje de hoy nos presenta la discusión entre Jesús y los fariseos con respecto a observancia del Sabat. Para comprender estas polémicas, es necesario conocer el sentido que tenía el Sábado en la religiosidad judía. No estamos ante una observancia entre otras, sino que “guardar el sábado” era un signo que identificaba a la comunidad judía, formaba parte de su identidad como pueblo religioso, ya que esto había sido mandado directamente por el Señor a Moisés. Era el Señor quien había dicho a su pueblo: “Recuerda el día sábado para santificarlo” (Ex 20,8) y el modo de hacerlo era no trabajar y dedicarse al Señor. Por eso era llamado el día de descanso. El motivo de este descanso semanal es muy profundo. Por un lado, suponía no idolatrizar el trabajo (algo muy actual) y, por otro, no abusar de los demás, sometiéndoles a trabajos sin descanso (también muy actual). En la práctica, esto suponía la prohibición de realizar o hacer realizar cualquier tarea en beneficio propio o para obtener algún rédito económico.

Como todas las cosas, esto poco a poco fue degenerando y se convirtió en una prohibición de realizar cualquier tipo de tarea.
Misericordia quiero y no sacrificio” (6:6) para invitar a cumplir el mandamiento del amor, fundamento de la vida cristiana y así aseverar que el Hijo del Hombre es Señor del sábado. Misericordia significa tener el corazón en la miseria del otro; en otras palabras, la persona misericordiosa tiene que estar bien cerca del sufrimiento de las personas, identificarse con ellas. Mientras, quien ofrece un sacrificio separa el objeto sacrificado del uso profano y lo distancia de la vida diaria de la gente. Jesús enseña que las necesidades humanas están por encima de prácticas que no son importantes para ayudar a las personas; de ahí que el sacrificio más agradable a Dios no es que la persona viva alejada o distanciada de la realidad sino que disponga todo su ser, consagrándolo al servicio de aliviar la miseria de sus hermanos. La invitación concreta y clara de Jesús es a practicar la Misericordia, que no es otra cosa que ofrecer lo cotidiano como sacrificio diario por la salvación del prójimo, así cumplir la Voluntad Divina, que es el Amor y la Misericordia mismos.
El texto nos sitúa ante dos maneras de ver y de vivir nuestra relación con Dios. Por una parte se encuentra  la concepción farisaica de la religión basada en el cumplimiento de la ley y  la perfección personal como una forma de agradar a Dios. Por otra parte se encuentra  la nueva propuesta de Jesús basada en el mandamiento del amor y en la vivencia de la misericordia.
Curiosamente el texto nos presenta que en cierta forma nuestras convicciones dependen de la interpretación que hagamos de los textos sagradas. Jesús al dirigirse a los fariseos les dice en dos oportunidades: «¿No han leído?… Leer y pensar y actuar contrariamente a lo leído es como no haber leído.
Segundo paso: Meditación. ¿Qué me dice el texto?
¿Cómo reaccionamos ante lo que se sale de nuestros esquemas mentales y religiosos? ¿Vivimos pendiente más de los demás que de nosotros mismos? ¿Nuestros pensamientos, palabras y a acciones están motivadas por la misericordia o por el cumplimiento de la ley? ¿Pertenezco al grupo de los que andan con Jesús o estoy del lado de los fariseos?
Tercer paso: Oración. ¿Qué le digo a Dios que me habló en el texto?
Recitaré pausadamente la siguiente oración.
Oración para aprender a Amar

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;

Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;

Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.

Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;

Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;

Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.

Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;

Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.

Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;

Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;

Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;

Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

-Madre Teresa de Calcuta M.C.
Cuarto paso: Contemplación. ¿Qué me.hace sentir el texto?
Te invito a repetir  durante el día,  a manera de jaculatoria,  la frase del Evangelio «Misericordia quiero y no sacrificio» o aquella frase de la oración de la madre Teresa que más caló en mi interior. Ambas frases las repetiremos  pidiéndole a Jesús nos ayude a cambiar de mente y de corazón.
Quinto paso: Acción. ¿Qué voy hacer hoy para vivir esta  Palabra?
Los invito a unirse a la jornada de ayuno y oración por Venezuela convocada para hoy por la Conferencia Episcopal Venezolana. Con el ayuno experimentaré el hambre y me solidarizaré con aquel que no tiene que comer compartiendo con él algo de lo que tengo. Con la oración abriré mi corazón a Dios y a los hermanos.

Acerca de Franklin Colin

Cantautor Católico Venezolano.

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