Lectio Divina Dominical de Resurrección Ciclo A

«Vio y creyó»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: Hechos 10, 34.37-43
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 118(117), 1-2.16ab-17.22-23
SEGUNDA LECTURA: Colosenses 3, 1-4

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

-Amén-

TEXTO BÍBLICO: Juan 20, 1-9

1 El primer día de la semana, el domingo, muy temprano en la mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a la tumba y vio que la piedra que cubría la entrada había sido movida. 2 Luego corrió al lugar donde estaban Simón Pedro y otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo: “Se llevaron al Señor de la tumba, y no sabemos dónde lo pusieron”.

3 Pedro y el otro discípulo, saliendo de allí, fueron a la tumba. 4 Los dos corrieron juntos, pero el otro discípulo corrió más rápido que Pedro y llegó primero. 5 Inclinándose para mirar dentro, vio las sábanas de lino puestas allí pero no entró en la tumba. 6 Poco después llegó Simón Pedro y entró en la tumba. Él también vio las sábanas colocadas allí 7 y la tela que había sido puesta sobre la cabeza de Jesús, no estaba con las sábanas, sino que estaba enrollada a un lado aparte. 8 Entonces el otro discípulo, que había llegado primero, también entró en la tumba. Él vio y creyó. 9 Esto fue así porque todavía no habían entendido la Escritura, ya que era necesario que Jesús resucitase de entre los muertos. 10 Y los dos regresaron a casa con los suyos.

11 María Magdalena  estaba llorando cerca de la entrada de la tumba. Mientras lloraba, se inclinó, miró dentro de la tumba 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde habían colocado el cuerpo de Jesús. Uno estaba a la cabecera y el otro a los pies. 13 Los ángeles le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”

Ella les dijo: “¡Se llevaron a mi Señor y no sé dónde lo han puesto!

14 Después de decir esto, se dio vuelta y vio a Jesús que estaba parado allí, pero no lo reconoció. 15 Entonces Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscando?”

Ella pensó que era el jardinero y entonces le dijo: “Señor, si tú lo has sacado de aquí, dime dónde lo has puesto para que yo vaya a buscarlo”.

16 Jesús dijo: “¡María!”.

Ella se volvió y respondió en hebreo: “¡Rabbuní!”, que significa “Maestro mío”.

17 Jesús le dijo: “No me detengas porque todavía no he subido a mi Padre, pero ve donde mis hermanos y diles: Yo subo hacia mi Padre y el Padre de ustedes, mi Dios y su Dios”.

18 Entonces María Magdalena se fue de allí para anunciar la noticia a los discípulos: “He visto al Señor”, y lo que Él le había dicho.

19 En ese mismo día, el primer día de la semana, el domingo, cuando llegó la noche, los discípulos de Jesús estaban reunidos en un lugar con las puertas cerradas, porque tenían miedo de los líderes judíos. Entonces Jesús vino, se paró en el medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

¡Aleluia! Con estas palabras nos saludamos Cristianamente, especialmente en el día del Señor, el día de la Resurrección. Aleluia como palabra está en el Antiguo Testamento y viene de dos palabras hebreas, que su significado es Alaben a Yahveh. O la alabanza es para para Yahveh. Por eso, y de tantas formas, esta palabra nos refiere a la alegría y regocijo en Dios, pero principalmente en Pascua, es cuando apropiadamente la usamos.

Este año, el texto del domingo de Pascua es del Evangelio según san Juan. Para el Evangelista, su gran deseo al escribir es que “nuestra alegría sea completa” (ver el prólogo de Juan y el prólogo de la Primera Carta de Juan).  Pero esta alegría tiene un sentido, no es la alegría que proviene del externo, sino más bien la alegría que viene de haber visto la luz que vino al mundo y creer en ella. Es un nuevo “estado de ánimo”, proveniente no del exterior, sino del interior mismo de la persona, que habiendo encontrado un sentido en su vida, porque Cristo lo ha dado. Es algo similiar cuando uno busca algo y después de mucho lo encuentra. Así, la humanidad caída, buscaba desesperadamente la salida a esa trampa que había tendido el demonio y en la que habíamos caído, que es el pecado y su consecuencia, la muerte. Ahora, la muerte ha sido vencida. Veamos cómo lo relata Juan.

El primer día de la semana. Recordemos que desde el Génesis, en que se van poniendo los días de la semana, el primer día es el que sigue al “Sabbat” o sea al Día de descanso. Comienza una nueva semana. Estos días han tenido diferentes nombres. Pero es de saber que se trata después del día de reposo obligatorio. Jesús es crucificado, muerto y sepultado en el viernes víspera del solemne sábado de Pascua. Tuvieron tiempo de descender el cuerpo muerto de Jesús y ponerlo en la tumba de José de Arimatea, ya estaba oscurenciendo, y comenzaba la vigilia del Sabbat. Había que quedarse en casa, no estaba permitido caminar más de unos pasos ni estaba permitido hacer ninguna labor. Por eso ese día, el último, todos reposan. Pero no han tenido el tiempo para ungir el cuerpo muerto de Jesús, con los aceites y perfumes que se acostumbran. Hay que esperar que pase el sábado. Antes que saliera el sol al día siguiente, salen (aunque Juan nombra sólo a la Magdalena). Y la gran pregunta que tendría en su mente es cómo iría a correr la piedra… Ella iba a buscar a Jesús muerto, pero no lo encuentra. Corre para avisar que “se han llevado el cuerpo del Señor” y Pedro y el discípulo amado corren para ver. Aunque Juan llegó antes, dejó que Pedro entrara primero, vieron las sábanas con que habían envuelto a Jesús, y el sudario que cubría su cabeza en otro lugar. Cuando entró el discípulo amado, al ver todo esto creyó. Desde ese momento entendió lo que Jesús durante tanto tiempo les había explicado que según la Escritura, debía resucitar de entre los muertos.

Vió y creyó son los dos verbos principales donde se centra el pasaje. María todavía no ha creído y la veremos en el siguiente pasaje llorando mientras busca al Señor. Pedro no dice nada aún. Es Juan, el discípulo amado, quien por ver, cree. El creer cambia la vida, cambia por completo. Ahora ya no es más el discípulo de un gran maestro. Es discípulo del Señor muerto y resucitado!!!

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Qué día de la semana comienza el texto?
  2. ¿Quién va a la tumba de Jesús?
  3. ¿Qué pasa cuando llega a la tumba? ¿Cuál es la reacción de Magdalena?
  4. ¿A quienes va a avisar?
  5. ¿Cuáles son las palabras que ella les dice a Pedro y al discípulo amado?
  6. ¿Qué hacen los discípulos?
  7. ¿Quién llega primero? ¿Qué hace al llegar?
  8. ¿Qué vieron dentro de la tumba de Jesús?
  9. ¿Qué pasó en el interior del discípulo amado? ¿Cuáles son los dos verbos que usa para describir su situación?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Estamos en el momento más importante de la Historia de la Humanidad. Luego de la Encarnación, el misterio donde Dios se hace hombre, es ahora luego de la Pasión y Muerte, cuando Jesús es resucitado por el Padre, como el primero entre todos, quien nos ofrece una nueva vida a nosotros.

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. Muchas veces, en nuestra forma de expresar la religión, nos identificamos más con Jesús muerto. ¿Buscamos a un Jesús muerto, estático, que no nos pregunte nada, que no nos llame ni nos invite a nada, sino al que vamos a visitar al cementerio?
  2. ¿Hasta qué punto me identifico con la necesidad de ver para creer?
  3. Si yo tuviera que hacer un análisis de mi fe. ¿Cuáles serían los resultados? ¿Qué tipo de fe tengo yo?
  4. ¿Es la FE PASCUAL un motivo de alegría, de felicidad que me inunda por completo? ¿Es mi vida reflejo de esta alegría completa?
  5. ¿La fe la vivo a solas o la comparto con otras personas? ¿Cómo hago para ser un mejor discípulo y atento misionero?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.

Gracias porque con tu Resurrección das sentido a nuestra vidas

Queremos estar siempre contigo Señor, no te abandonaremos

Nos disponemos a orar con la secuencia pascual que nos pone la liturgia de este día

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua. »
Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

-Amén-

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Vio y creyó»
(Versículos 8)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, te proponemos volver a leer el texto con calma, reposado. Mira las acciones de Magdalena, de Pedro, del Apóstol amado. ¿Qué voy a hacer para demostrar mi fe pascual? Por lo pronto es importante que pienses en alguna persona concreta y decidas firmemente compartir tu fe. Visitarla, hacer el acto de caridad más grande, ayudarle a encontrar un sentido a su vida con la fe cristiana. Vencer el miedo del qué dirán… y llegar a ser misionero con esta persona concreta y real.

En el grupo, comparte con todos los de tu grupo lo que significa una fe pascual. Y te invitamos a que vayan todos a llevar la Alegría de Cristo Resucitado a personas que están solas, como un asilo de ancianos, un orfanato, un hospital. Pueden hacer una actividad allí que enseñe nuestra alegría que nace de la FE en el RESUCITADO.

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