Lectio Divina Dominical IV de Cuaresma Ciclo A

«Mientras yo estoy en el mundo, soy la luz del mundo»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: 1 Samuel 16, 1b.6-7.10-13a
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 23(22), 1-3a.3b-4.5.6
SEGUNDA LECTURA: Efesios 5, 8-14

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

-Amén-

TEXTO BÍBLICO: Juan 9, 1-41

1 Jesús estaba caminando cuando vio a un hombre que nació ciego. 2 Sus discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿por qué este hombre nació ciego? ¿Fue por causa de sus pecados o por los pecados de sus padres?”

3 Jesús respondió: “Es ciego no por causa de sus pecados o por los pecados de sus padres, sino para que las obras de Dios se muestren en él. 4 Es necesario hacer las obras del que me envió mientras es de día. Se acerca la noche, cuando nadie puede trabajar, 5 pero mientras yo estoy en el mundo, soy la luz del mundo”.

6 Después de decir esto, Jesús escupió en el suelo, hizo un poco de barro con la saliva, frotó el barro en los ojos del ciego 7 y le dijo: “Ve a lavarte en el piscina de Siloé, que significa ‘Enviado’”.

El ciego se fue, se lavó y se regresó ya viendo. 8 Sus vecinos y las personas que solían verlo cuando era ciego, decían: “¿No es este hombre el que se sentaba a mendigar?”

9 Entonces algunos decían: “Es él”. Otros en cambio decían: “No, no es, pero se le parece”.

Pero él decía: “Soy yo”.

10 Ellos entonces le decían: “¿Cómo fueron curados tus ojos?”

11 Él les respondió: “El hombre llamado Jesús hizo un poco de barro, lo puso en mis ojos y dijo: ‘Ve a la piscina de Siloé y lávate’. Así que fui, me lavé la cara y recuperé la vista”.

12 Ellos le preguntaron: “¿Dónde está este hombre?”. Él les respondió: “¡No sé!”

13 Entonces llevaron al hombre que había sido ciego delante de los fariseos, 14 ya que el día que Jesús había hecho el barro para sanar al ciego fue un sábado. 15 Entonces los fariseos también le preguntaron cómo había recuperado la vista. El hombre les respondió: “Me puso barro en los ojos, me lavé la cara y ahora veo”.

16 Algunos fariseos decían: “El hombre que hizo esto no es de Dios porque no respeta el sábado”. Pero otros decían: “¿Cómo puede un pecador realizar estas señales?” Y debido a esto, había división entre ellos.

17 Entonces los fariseos volvieron a preguntarle al hombre que era ciego: “¿Qué dices tú del que te curó los ojos?” Él les respondió: “Es un profeta”.

18 Los líderes judíos no creían que él hubiera sido ciego y que ahora podía ver; por este motivo llamaron a sus padres 19 y les preguntaron: “¿Es este su hijo que dicen que nació ciego?, ¿Cómo está viendo ahora?”

20 Sus padres respondieron: “Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, 21 pero no sabemos cómo puede ver ahora, y tampoco sabemos quién lo curó. Él es mayor de edad; pregúntenle a él, él les puede explicar por sí mismo”.

22 Sus padres dijeron esto porque tenían miedo, ya que los líderes judíos habían acordado expulsar de la sinagoga a cualquiera que afirmara que Jesús era el Mesías. 23 Por eso sus padres dijeron: “Él es mayor de edad; pregúntenle a él”.

24 Entonces los líderes judíos llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios diciendo la verdad. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”.

25 Él respondió: “Si es un pecador, no lo sé; pero una cosa solo sé: yo estaba ciego y ahora veo”.

26 Le preguntaron de nuevo: “¿Qué te hizo? ¿Cómo curó tu ceguera?”

27 El hombre les respondió: “Ya les dije, y no me han creído. ¿Por qué lo quieren escuchar de nuevo? ¿También quieren ser ustedes seguidores de Él?”

28 Entonces ellos lo insultaron y le dijeron: “Tú eres su discípulo, mientras que nosotros somos discípulos de Moisés. 29 Nosotros sabemos que Dios le habló a Moisés; pero ese hombre, ni siquiera sabemos de dónde es”.

30 El hombre que era ciego les respondió: “¡Qué cosa tan maravillosa! Ustedes no saben de dónde es, pero Él me curó. 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero si alguien es fervoroso de Dios y hace su voluntad, a esa persona Dios escucha. 32 Desde que el mundo existe, nunca se ha oído decir que alguien haya sanado a un hombre nacido ciego. 33 Si ese hombre no viene de Dios, no habría podido hacer nada”.

34 Le dijeron: “¿Tú naciste lleno de pecado y ahora quieres enseñarnos?” Y lo expulsaron de la sinagoga.

35 Jesús se enteró de que el hombre había sido expulsado de la sinagoga, y  cuando lo encontró, le preguntó: “¿Crees en el Hijo del Hombre?”.

36 Él le respondió: “Señor, ¿quién es el Hijo del Hombre para que crea en Él?”

37 Jesús le dijo: “Lo has visto y el que te habla, es Él”.

38 Dijo el hombre: “¡Creo, Señor!” y lo adoró.

39 Entonces Jesús dijo: “Vine a este mundo para juzgar a las personas, para que los ciegos puedan ver y para que los que ven, se vuelvan ciegos”.

40 Algunos fariseos que estaban con Él, escuchando esto, le preguntaron: “¿Esto significa que también nosotros somos ciegos?”.

41 Jesús les respondió: “Si fueran ciegos, no tendrían ustedes pecado alguno, pero ahora, como ustedes dicen: ‘vemos’, entonces su pecado permanece”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

El apóstol Juan, en su Evangelio, muestra a Jesús en varias ocasiones asediado por los fariseos que están ciegamente unidos y apegados a “la letra” de la Ley. En este caso, se trata de un milagro de Jesús. Y estos observantes acérrimos de la Ley, la prefieren antes que el ser humano. Observamos dos cosas. Una implícita: ellos están celosos, porque Jesús está teniendo éxito, y buscan la manera de acusar a Jesús. La otra que es explícita, ellos no tomaron en cuenta al pobre ciego, sino que pusieron la observancia por encima de las necesidades humanas.

Partimos de la creencia que había antes, que las enfermedades se producían por los pecados, y hasta se creían que había algunos pecados que pasaban de generación en generación. (Algunas citas del Antiguo Testamento podrían señalar esto: Éxodo 34, 5; Números 14, 18) (Sin embargo hay otras citas donde dice que Dios no castiga a los hijos por el pecado de los Padres ver Deuteronomio 1, 35). En fin, Jesús cambia radicalmente estos conceptos. No habla del pecado, sino de la manifestación de la Gracia de Dios. Dios permitirá algunas calamidades, pero su mensaje trasciende. Lo importante en esta parte es que Jesús insistirá: YO SOY la luz del mundo (el tema de la luz es también muy importante en el Evangelio de Juan).

El milagro es para dar gloria a Dios, y se produce en sábado, día de la semana dedicado especialmente para Dios y la familia. No está permitido curar en sábado, es lo que aducen los fariseos. Y el diálogo envidioso llega hasta que van a buscar a los mismos padres del ciego curado para dar testimonio. Ellos sólo dicen lo que ven y no hablan más por miedo de ser sacados de la comunidad. El ciego ya es mayor de edad y puede dar un testimonio fehaciente de lo que ha sucedido.

Como el interrogatorio es largo (ya se supone que hasta los mismos fariseos han violado la ley del Sábado entre tanta caminata y “preguntadera”), Pero es aquí entonces donde el ciego vuelve a citar al Antiguo Testamento diciendo que Dios no escucha a los pecadores sino al piadoso (Salmo 66,18; Provebios 15, 29 entre otros). Y dice “sólo un profeta puede curar”. Al expulsarlo los fariseos de la Sinagoga, también lo sacan de la comunidad.

Inmediatamente se encuentra con Jesús. Éste le pregunta usando un título mesiánico también del Antiguo Testamento: ¿”Crees en el Hijo del Hombre”? el ciego, al verlo lo reconoce y cree. El ciego se postra y lo adora. Ha sido recibido entonces en la nueva comunidad, la de los creyentes en Cristo.

Jesús añade: “He venido a este mundo para un juicio, para que los ciegos vean y los que vean queden ciegos.”

Todo este milagro es importante releerlo y ver como Juan, desde el pasaje, hace toda una historia de salvación, los que no veían ven, la luz del mundo está, aunque algunos no la reconocen. Y allí radica el pecado, no en la ceguera, sino que teniendo la luz, cerrar los ojos a poder encontrar a Jesús.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cómo comienza el texto? ¿a quién vieron los discípulos y qué les pregunta Jesús?
  2. ¿Cómo les responde Jesús? ¿Cuáles fueron sus palabras?
  3. ¿Qué hizo con el ciego de nacimiento? ¿a dónde lo envió? ¿Qué pasó en su vida?
  4. ¿Quiénes le hicieron preguntas al que era ciego de nacimiento? ¿Ante quienes lo llevaron?
  5. Cuando el ciego de nacimiento explica a los fariseos lo sucedido ¿qué dicen ellos?
  6. ¿Cuál es la acusación concreta sobre Jesús?
  7. ¿A qué otras personas citan para que den testimonio sobre este milagro?
  8. ¿Qué vuelve a decirles el ex ciego a los fariseos? ¿Porqué lo expulsan de la sinagoga?
  9. ¿Con quién se encuentra luego? ¿Qué es lo que le dice Jesús?
  10. ¿Cómo termina este pasaje?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Hasta qué punto yo pienso también que los sufrimientos de las personas son por pecados personales o generacionales? ¿He caído también en esta forma de pensar lejana al cristianismo?
  2. ¿Me siento molesto cuando alguien hace las cosas bien, y yo quedo en un segundo plano, y busco desacreditar a estas personas, porque mi honra o mi nombre están bajando de categoría?
  3. En mi cotidiano vivir de la Iglesia, para mí que es más importante: ¿las normas rituales o las personas concretas?
  4. ¿Entiendo que Jesús es la Luz del mundo y cuando llega ilumina también mis “Zonas oscuras”, mis pecados y limitaciones? ¿Le permito a Jesús que con su luz me aclare las cosas?
  5. ¿Acepto los cambios en mi vida de acuerdo a la Luz del Mesías?
  6. ¿Doy testimonio claro de Jesús, el salvador, el mesías? ¿O prefiero en ciertos ambientes no hablar de Jesús para que no me saquen de estas comunidades?
  7. ¿Creo de Verdad que Jesús es mi Señor, Salvador?
  8. Yo vivo en la Iglesia y conozco a Jesús. ¿Vivo de acuerdo a lo que creo?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Señor te pedimos no caer en la tentación de juzgar a los demás, sino contemplar siempre tu gloria.
Danos Señor entrañas de misericordia ante todas las miserias humanas, que no pase indiferente ante las necesidades de los demás.
Señor, que sepa dar un paso adelante en ser proactivo, en poder superar las mismas normas en las que me encierro en una zona de confort cristiano. Que vaya más allá, en busca del necesitado, del que vive en la “periferia existencial”.
Que no sea yo un fariseo, Señor. Que mi seguimiento sea claro y decidido por Ti, en todo momento.
Señor que siempre te reconozca y dame valor para dar testimonio de ti en todo momento.
Que tu luz siempre me acompañe, que no me ciegue tu luz. Que la acepte.
Gracias Señor por darme la vista y ver el mundo como Tú lo ves.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

-Amén-

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Mientras yo estoy en el mundo, soy la luz del mundo»
(Versículos 5)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, vuelvo a leer el texto, pausadamente, analizo los verbos, veo los personajes, y me propongo no ser como los fariseos. Busco a alguna persona concreta, conocida, a la que pueda dar testimonio de Jesús. Lo haré sin miedo, con valentía.

Con tu grupo, busca la forma de entender las actitudes de los fariseos y cómo muchas veces caemos en el mismo error. Como un acto de misericordia cuaresmal, decidan como grupo hacer algo concreto, para llevar el consuelo de Jesús a los más necesitados. Puede ser acompañar a personas sufrientes, dar de comer a personas que necesitan, algo que se note, que se vea, que nos estamos conviertiendo.

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