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Lectio Divina Dominical Jesucristo Rey del Universo Ciclo C

«Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino”»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Dr. Emilio G. Chávez

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PRIMERA LECTURA: 2 Samuel 5, 1-3
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 122(121), 1-2.4-5
SEGUNDA LECTURA: Colosenses 1, 12-20

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 23, 35-43

35 La gente se quedó allí mirando, y los líderes judíos se burlaban de Jesús, diciendo: “Salvó a otros. ¡Que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el elegido de Dios!”

36 Los soldados también se burlaban de Él y se acercaban ofreciéndole vinagre, 37 diciéndole: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate!”

38 En la cruz, sobre su cabeza, había un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas que decían; “Éste es el Rey de los judíos”.

39 Uno de los criminales que fueron crucificados allí estaba insultando a Jesús, diciendo: “¿No eres el Mesías? ¡Así que sálvate a ti mismo y a nosotros también!”

40 Pero el otro lo reprendió, diciendo: “¿No le temes a Dios aun estando bajo la misma condena de muerte? 41 Nosotros verdaderamente padecemos nuestra justa condena, porque estamos recibiendo el castigo que merecemos por las cosas que hemos hecho; pero éste no hizo ningún mal”.

42 Entonces él dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino”.

43 Jesús le respondió: “Te digo ciertamente que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

El año litúrgico se cierra con esta fiesta de Cristo, Rey. Israel recorrió un largo camino respecto al reinado. Era un pueblo nómada y tribal al principio, de tradición democrática y no monárquica. Ya en el Libro de los Jueces (9:7-21) encontramos en llamado “Apólogo de Jotam” (un apólogo que como una fábula, o historia para una enseñanza moral), en que se critica el deseo de querer ser rey. La narración sobre el deseo de Israel de tener un rey se encuentra en 1 Sam 8, y ahí muestra Yahveh su disgusto por el deseo de Israel de ser ‘como las naciones’, es decir, los paganos, y tener un rey, que al fin y al cabo los oprimirá con su vida lujosa y desenfrenada. Y así sucedió, pues Salomón comenzó siendo sabio pero terminó necio y mujeriego (se casó con muchas extranjeras que desviaron su corazón a dioses paganos), y como castigo el reino se dividió; todo esto se puede leer en 1 Re 11-12. La legislación deuteronómica sobre el reinado, precisamente teniendo en mente a Salomón, se encuentra en Dt 17:14-20. El rey debe ser uno del pueblo, un hermano, y no tener ni muchas mujeres ni muchos caballos, ni llevar al pueblo de nuevo a Egipto como esclavos (entres sus mujeres, Salomón se casó con la hija del faraón).

La primera lectura nos presenta a David precisamente como uno del pueblo de Israel, un pastor. Un poco después en este segundo libro de Samuel, al capítulo 7, encontramos la gran profecía/promesa que sólo de la descendencia de David deberá salir (literalmente, Yahveh “hará que se levante,” que es lenguaje bíblico de resurrección, 2 Sam 7:12) el rey de Israel, o el Mesías. Pero antes de que se cumpla esta esperanza, Israel de hecho vuelve a “Egipto” (2 Re 25:26; realmente, la mayor parte de la gente se fue al exilio en Babilonia) y queda truncada la monarquía (Israel estará sin rey judío, sólo bajo reyes extranjeros que la oprimen). En el exilio babilónico, el profeta Ezequiel, en nombre de Dios, insiste en que Yahveh volverá a ser rey sobre su pueblo aunque sea a la fuerza, Ez 20:32-44. De hecho, Yahveh será de nuevo, como antaño, el único Pastor de su pueblo, a través de su siervo David, que será no tanto rey, sino “príncipe” (literalmente, “uno que está levantado”), Ez 34; 37:24-28.

Jesús, el Buen Pastor que hace lo que dice Dios que hará con sus ovejas en Ez 34:15-16, es decir: apacentar (hacer que se acuesten para comer, como se dice en Mc 2:15); buscar la perdida; vendar y curar a la enferma (Jesús se llama médico en Mc 2:17). Pero nadie se imaginaba cómo sería “levantado” el Mesías: sería “levantado” sobre el trono de la cruz (ver la profecía de Jesús con juego de palabras en Jn 12:32-33; en arameo, el idioma de Jesús, “ser levantado” significa tanto “ser exaltado” como “ser crucificado”). La cruz era un trono satírico, una burla muy cruel de los romanos, para los pretendientes a la realeza, para los que eran o se consideraban una amenaza para el imperio. Y de hecho, la lectura del evangelio nos presenta a Jesús crucificado objeto de burlas. Jesús fue el que no se salvó a sí mismo para salvarnos a nosotros. Ni Dios su Padre lo eximió (Rom 8:32), como Abraham con Isaac, sino que lo entregó por nosotros. Pero el “levantamiento” de Jesús sobre la cruz mostró su realeza de verdad, y fundamenta su pleno derecho de ser nuestro Señor y Rey, gobernando más conquistando nuestros corazones que por fuerza. Y así nos dice la Carta a los Hebreos que el Dios de la paz “condujo hacia arriba,” sacándolo del reino de la muerte, “a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre de la alianza eterna” (13:20).    

Preguntas para recordar el texto bíblico:

  1. ¿Cómo comienza este texto? ¿cuál es la escena?
  2. ¿Quiénes estaban mirando y burlándose de Jesús? ¿Qué es lo que le decían a Jesús?
  3. ¿Quiénes más estaban en la escena burlándose de Jesús y qué le ofrecían?
  4. ¿Cuál es la frase central en la que le dicen a Jesús sobre su reinado?
  5. ¿Qué decía el cartel que estaba sobre la cruz de Jesús?
  6. ¿Qué le decía uno los malhechores a Jesús? ¿Cómo le contestó el otro?
  7. El segundo malhechor se dirigió a Jesús con unas palabras concretas: ¿Qué le pidió a Jesús?
  8. ¿Cuál fue la contestación que le dio Jesús?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

Estamos ante uno de los momentos más importantes en la historia de la Salvación. Cuando Jesús asume ser desde ahora la única víctima agradable al Padre Dios. Ya no será necesario seguir inmolando corderos a Dios. Jesús se ha ofrecido y con su sangre nos ha comprado para Dios, nos ha liberado de toda atadura, y con su muerte nos libró de la muerte eterna… Es importante que ante este texto me haga estas preguntas:

  1. ¿Al igual que el pueblo, yo me quedo lejos de Jesús, de la religión y a veces hasta murmuro y critico?
  2. ¿Cuántas veces he negado la cruz, mi cruz? ¿Cuántas veces le he pedido a Dios que me libere de mis cruces?
  3. ¿He pensado que Jesús no debía haber sufrido? ¿Preferiría otra forma de Salvación? (tal vez mi actitud es como la de Pedro y Jesús me diría que me aparte de Él)
  4. ¿Cuántas veces quiero poner a prueba a Jesús? (Hay momentos en que le decimos: “Si eres Dios que se sane tal persona… Si eres Dios que no sufra tal amigo… Si eres Dios que se salve este niño inocente… Si eres Dios que yo pueda tener un buen trabajo… Si eres Dios que mi familia esté a salvo…. Porqué le ocurrió un accidente a esta persona tan buena?) ¿Qué hacemos en estos casos… si escuchamos esto de otros, qué decimos?
  5. Sabemos que Dios es omnipotente… todo lo puede. ¿entendemos que Dios permitió el sufrimiento de su Hijo, y que la cruz es el trono donde Él quiso venir a Reinar?
  6. La cruz del Señor va en contra de toda perspectiva humana, La cruz del Señor es la salvación para nosotros. Su muerte es nuestra vida. ¿Acepto esto, acepto y agradezco a Jesús que reine sobre mí, desde la cruz?
  7. Hoy proclamamos a Jesucristo, Rey del Universo, porque con su muerte en Cruz liberó toda la creación que había caído en la desgracia. ¿Dejo reinar a Jesús en mi vida? O ¿prefiero vivir el “reino de este mundo a mi manera”?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias por venir a enseñarnos un nuevo camino que nos lleva hacia Ti. La cruz redentora.
Gracias por aceptar venir a salvarme, a liberarme, a hacerme una nueva creatura.
Así como en el Antiguo Testamento se sellaban con la sangre de los corderos ofrecidos en holocausto, hoy queremos pedirte con nos selles con tu Sangre Bendita y salvadora. Que el maligno enemigo, al que tú venciste desde la cruz no tenga ningún poder sobre nosotros.
Te declaramos Rey de nuestras vidas, Reina Jesús por siempre en mi vida y en mi corazón.

Amén

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino”»
(Versículos 42)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen sobre mi vida de relación con Cristo crucificado y reinante desde la cruz. Hasta qué punto lo acepto. Me comprometo en ser un anunciador de Jesús. Y voy a buscar al menos a una persona que no conozca bien sobre Jesús para poder anunciarle que su vida está salvada por Jesús a través de su cruz. Que me sienta un misionero.

Con tu grupo, proponerse una actividad  que nos ayude a demostrar que sí estamos convencidos de Jesús, el Cristo Rey del Universo, quien reina en mi vida y nos ayuda a liberarnos de las pasiones que nos atan a este mundo. Podríamos hacer en nuestro grupo un cartel con las cosas que este mundo considera importantes, y los reinos como el económico, el poder, el poseer, el dominar, y en contraposición, la cruz salvadora de Jesús. Visitar a personas que están necesitadas del amor de Jesús, y en su nombre, visitarlos, como grupo, acompañándolos en sus necesidades.

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