Lectio Divina Dominical XXIV del Tiempo Ordinario Ciclo B

«¿Quién dice la gente que soy yo?»

Hno Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp

PRIMERA LECTURA: Isaías 50, 5-9a
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 116(114), 1-2.3-4.5-6.8-9
SEGUNDA LECTURA: Santiago 2, 14-18
Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICOMarcos 8, 27-35

 

27 Jesús y sus discípulos fueron a las aldeas cercanas a Cesarea de Filipo y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”

28 Los discípulos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que eres Elías; y otros que eres uno de los profetas”.

29 Él les seguía preguntando: “¿Y ustedes? ¿Quién dicen que soy?” Pedro respondiendo, le dijo: “Tú eres el Mesías!”. 30 Jesús les prohibió severamente que dijeran esto a nadie.

31 Luego Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre tenía que sufrir mucho, ser rechazado por los líderes judíos, los principales sacerdotes y los maestros de la Ley; ser asesinado y después de tres días resucitar.

32 Les hablaba de esto francamente. Entonces Pedro lo llevó a un lado y comenzó a reprenderlo. 33 Jesús volteándose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: “Vete detrás de mí, Satanás, porque piensas como piensa un ser humano y no como piensa Dios”.

34 Entonces Jesús llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: “Si alguien quiere ser mi seguidor, que olvide sus propios intereses, se prepare para morir y me siga. 35 Porque quien ponga su propia vida primero, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Este domingo continuamos con la lectura del Evangelio de San Marcos. En este caso el relato nos presenta tres momentos diferentes. Ocurren durante las actividades de Jesús fuera de Galilea. Se trata de la ciudad de Cesarea de Felipe o Filipo, hoy en este lugar sólo quedan ruinas conocidas como el yacimiento de Banias, al pie del Monte Hermón.

Jesús dirige una pregunta a sus discípulos sobre su identidad, Él quería saber que pensaba y que decía la gente acerca de su persona. En este momento el nombre de Jesús era conocido más allá de Nazaret, sus palabras y obras eran temas de conversación. Muchos se preguntaban que tenía este Maestro que con tanta sencillez era seguido por muchos en cada lugar que visitaba.

Ante la pregunta, sus discípulos responden que para algunos era Juan el Bautista; para otros era Elías o algunos de los profetas. Es decir en consideración de la gente, todos veían en Jesús no a una  persona común, sino a un enviado de Dios, a una persona extraordinaria.

En este momento Juan el Bautista ya había muerto, y muchos esperaban su vuelta.  Al igual que Elías, y los judíos esperaban el retorno de éste precediendo a la venida del Mesías.

Seguido a esto Jesús hace una segunda pregunta esencial, “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Responde Pedro, y lo hace de la forma más eminente: “Tu eres el Mesías”. Esta palabra de origen hebreo significa “ungido”, este era el nombre con el que se denominaba al descendiente de David, prometido por los profetas al pueblo judío. Toda la historia de este pueblo ronda en torno a la espera de este Mesías, enviado por Dios para liberarlos de la servidumbre extranjera, trayendo consigo un reinado de Paz.

Por lo tanto, que Pedro diga que Jesús es el Mesías, no es una frase bonita, sino una afirmación contundente acerca de su identidad. Pedro, cabeza de la comunidad de los discípulos, profesa su Fe en Jesús, lo reconoce y anuncia como Mesías. Jesús ordena no decir nada acerca de esta afirmación sobre su persona.

La imagen que el pueblo atribuía al Mesías era de un rey o de un  hombre poderoso, pero en ningún caso un humilde de Nazaret. El Mesías es el hijo de José el carpintero y de María. Dios puso su morada en un pesebre, en lo llano, pobre y sencillo.

En la segunda parte Jesús realiza un primer anuncio de su Pasión, mencionando lo que le debía ocurrir, sus sufrimientos y rechazos hasta el punto de ser condenado a muerte, y resucitar al tercer día. Pedro no comprende la profundidad, ni razona las palabras de Jesús. Él cree que cualquier mal que le pueda ocurrir a su maestro debe evitarlo. No entiende que el mesianismo de Jesús, no se trata de mero “triunfalismo humano”, que evade el dolor y la muerte, amparándose en el poder y el éxito. Nada de esto, Jesús lleva un plan de Salvación cumpliendo la voluntad de su Padre, y no se aleja ni se deja alejar de este plan.

Ante la actitud de Pedro, Jesús lo reprende llamándolo “Satanás”, en hebreo “Satán”, que significa “adversario”, porque al querer alejarlo de la Pasión se opone al Plan de Dios, que consiste en salvar al mundo por medio de la cruz. Lo llama así, porque Satanás es el ser que aleja a los hombres de Dios, y Jesús no permite que nadie lo aleje del camino de su Padre.

En la tercera parte, Jesús establece condiciones para seguirlo. Ser su discípulo es un compromiso, no una decisión tomada a la ligera. Conlleva renuncias y sacrificios, se debe cargar con la cruz; ésta es la imagen más representativa de la misión de Cristo. En la cruz da todo y lo deja todo por amor. Quien quiera seguirlo esta llamado a esto, sabiendo que renunciando a la vida vieja se gana una vida nueva, inconmensurablemente diferente a la vida del mundo. Morir a la vida vieja, para vivir en Cristo Jesús: de esto se trata el discipulado.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿A qué poblados se dirigió Jesús? ¿Quiénes lo acompañaban?
  2. ¿Cuál es la primera pregunta que Jesús hace a sus discípulos?
  3. ¿Qué le responden?
  4. ¿Cuál es la segunda pregunta que hace Jesús?
  5. ¿Cuál de los discípulos es el que responde? ¿Quién dice que Jesús es el Mesías?
  6. ¿Qué enseña Jesús que le debe ocurrir? ¿De qué forma les hablaba?
  7. ¿Cuál es el discípulo que lleva aparte a Jesús? ¿Qué hace?
  8. ¿Qué le responde Jesús a este discípulo? ¿Con que término lo nombra? ¿Por qué?
  9. ¿Qué debe hacer el que quiera seguir a Jesús?
  10. ¿Qué pasaré con el que quiera salvar su vida? ¿Y con aquel que la “pierda” por Jesús?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios  en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Quién es para la gente hoy en día Jesús? ¿Qué dicen de su Persona? ¿Lo comparan con otras personas o maestros espirituales? ¿Jesús, es igual que cualquier otra personalidad de la historia?
  2. ¿Y si me preguntaran quién es para mí Jesús, cuál es mi respuesta? ¿Es también para mí el Hijo de Dios, el Mesías que debía venir al mundo? ¿Quién es Jesús en mí vida, que lugar ocupa? ¿Puse o pongo a Jesús en un segundo lugar en mi vida cotidiana?
  3. ¿Me ocurre como ha Pedro, que en ciertos momentos no entiendo que es lo que el Señor me quiere decir o interpreto mal su mensaje? ¿Qué hago en ese caso? ¿Pido al Señor el don de entendimiento para comprender sus caminos?
  4.  ¿Soy como Pedro, que intenta escapar a los momentos de Cruz? ¿Cuándo, porque? ¿Entiendo que con Jesús nada he de temer? ¿Me encomiendo a él en esos momentos, rezo?
  5. ¿Entiendo que Jesús me pide un compromiso concreto: ser su discípulo es abrazar la Cruz? ¿Identifico cuál es la cruz que me invita a cargar? ¿Al aceptar esto, acepto a la vez lo que esto conlleva con alegría, y dando testimonio de esta vida nueva? ¿A qué cosas debo aún renunciar, qué me impide seguir radicalmente a Jesús?  

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Ven Espíritu Santo para que aprenda
a vivir con libertad interior.
Ayúdame a desprenderme de mis planes
cuando la vida me los modifique.
Toca mi corazón para que confíe
en tu protección amorosa.
Serás mi poderoso protector
en medio de toda dificultad.
Derrama en mí tu vida, intensa y
armoniosa, para que no me resista al
cansancio, al desgaste, a los cambios,
y para que no busque falsas
seguridades.
Enséñame a aceptar con serenidad
y fortaleza los límites variados de cada
día y las cosas imprevistas.
Líbrame de toda resistencia
interior contra la realidad.
Ayúdame a confiar, Señor,
sabiendo que también de los males
puedes sacar algo bueno.
Enséñame a vencer mis nerviosismos
y tensiones, para enfrentar con calma y
seguridad interior todo lo que me suceda.
Destruye toda desconfianza para que
pueda descansar en tu presencia,
entregarme a tus brazos, sin pretender escapar
de tu mirada de amor.
Vive conmigo Señor, enfrenta conmigo
los desafíos y las dificultades que
ahora tengo que resolver.
Porque contigo todo terminará bien.
¡Ven Espíritu Santo, amén!

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.

Añadimos nuestras intenciones de oración y decimos:

Amén.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

«¿Quién dice la gente que soy yo?»
(Versículo 29)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor me invita a profesar mi Fe en su persona. Mi acción será sacar de mi vida todo lo que estorba a poner encontrarme con el Señor, y a comprender sus designios para mí Vida. Para ello haré también un examen de conciencia, y me propondré ir a confesarme; para caminar revitalizado por la gracia de Dios.

En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad que carga con sus propias cruces,  siguiendo a su Maestro y Señor. Nos comprometemos a acércanos a Jóvenes, que están viviendo situaciones de

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