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Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 20, 27-40

Lectio Divina

Edita Pérez Tejada – República Dominicana ✍🏻🇩🇴

 

0. Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, ven Espíritu divino.
Manda tu luz desde el cielo, Padre amoroso del pobre. Don, en tu luz espléndido. Luz que penetra las almas. Fuente del mayor consuelo, ven dulce huésped del alma. Descanso de nuestro esfuerzo. Tregua en el duro trabajo. Brisa en las horas de fuego. Gozo que enjuga las lágrimas.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo.
Lava las manchas, infunde calor del hielo. Doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo mérito. Salva al que busca salvarse y dona tu gozo entero.
Amén.

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-40

Se le acercaron unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos prescribió. Si el hermano de uno muere dejando mujer sin hijos, su hermano debe casarse con la viuda y dar decendencia al hermano, eran siete hermanos. El primero se casó, y murió sin dejar hijos. El segundo y el tercero.
Y así hasta el último, se casaron con la viuda, y murieron sin dejar hijos. Finalmente murió también la mujer. En la resurrección.
¿De quién de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer, Jesús les dijo ‘’los hijos de este mundo se casan unos con otros ‘’ pero, los que han sido dignos de tener parte en el otro mundo y en la resurrección de los muertos, hombre y mujeres, no se casarán. Ya no pueden morir, pues son como los ángeles, hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo da a entender en lo de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abrahán, Dios de Jacob, Dios de Isaac. No es un Dios
de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven: entonces unos maestros de la ley dijeron: «bien dicho, maestro’’ y no se atrevieron a preguntarle más.
Palabra del Señor.

 

1. Lectura: ¿Qué dice el texto?

En este Evangelio de hoy nos ofrece una respuesta clara, Él no es un Dios de muertos sino de vivos, al contrario, él es el compañero de los que viven ahora, ya no pueden morir, porque son semejante a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijo de la resurrección y no se casarán.
Si un hermano se muere y los demás hermanos se casan con su mujer para dejar descendiente, cuando la mujer muera ¿De cuál de los siete hermanos era la mujer? En esta vida hombre y mujeres se casan, pero lo que sean juzgados serán digno de la vida futura y de la resurrección.

 

2. Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?

Hay una pregunta que nadie quiere hacer: ¿Qué pasará conmigo después? No te preocupes, el texto no explica que Dios no es custodio de un depósito de muertos, al contrario, él es la resurrección, la verdad y la vida; y vivirán en su presencia por los siglos de lo siglos.
Puede que no seamos dignos de entrar al cielo, quizás hace falta reformar nuestro propio comportamiento, barrer nuestro patio, limpiar el escritorio, enmendar nuestros errores, y volvernos serios, hacer un examen profundo de nuestra conciencia, efectivamente hace falta un tiempo de reflexión, para organizar nuestras vidas.

 

3. Oración

Señor, colma mi esperanza, mi corazón de dulzura, mis labios. Pon en mis ojos la luz que acaricia y purifica, en mi mano el gesto que perdona. Dame valor para la lucha, compasión para las injusticias, misericordia para la gratitud y las injusticias. Líbrame de la envidia y de la ambición mezquina, del odio y la venganza. Y que, al volver hoy al calor de mi lecho pueda, en lo más íntimo de mi ser sentirte a Ti presente.
Amén.

 

4. Contemplación

Tomar tiempo para organizar mi pensamiento, leer y orar, permanezco en silencio por un rato, saboreando a Jesús, viéndolo en la fe. Y con él, vivo la vida más feliz.

 

5. Acción

Ayudar a las personas que lo necesite, sin que me lo pidan. Colaborar en el Reino de Dios y dar testimonio de paz.

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