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Lectio Divina Dominical de la Ascensión del Señor Ciclo B

«Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios»

Hno. Ricardo Grzona, frp

Critian Buiani, frp

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PRIMERA LECTURA: Hechos 1, 1-11
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 47 (46), 2-3.6-7.8-9
SEGUNDA LECTURA: Efesios 4, 1-13

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Marcos 16, 15-20

15 Entonces Él les dijo: “Vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio a toda la humanidad. 16 El que crea y sea bautizado será salvado, pero el que no crea será condenado. 17 Estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevos idiomas; 18 tomarán serpientes en las manos y si bebieran el veneno, no serán lastimados, pondrán las manos sobre los enfermos y éstos se pondrán bien”.

19 Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó al lado derecho de Dios. 20 Ellos, yéndose, comenzaron a proclamar por todas partes, siendo el Señor su cooperador en la obra y confirmando su palabra por medio de las señales que les acompañaban.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Este domingo, la liturgia nos lleva a conmemorar la Ascensión del Señor, pasados ya cuarenta días del domingo de Resurrección. En este caso oramos con el último capitulo del Evangelio de San Marcos, en este fragmento se relatan las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos.

El relato comienza con las palabras de Jesús a sus discípulos “Vayan por todo el mundo proclamando la Buena Noticia a toda la humanidad”. Haciendo una observación rápida, estas palabras marcan la universalidad de la misión, y del llamado a la conversión. La venida del Mesías no se limita a la alianza con Pueblo de Israel, sino que el plan de Salvación de Dios incluye a toda la humanidad, es el Verbo de Dios que sea hace carne para salvar al mundo entero.

La Misión Apostólica a la que están llamados los cristianos, según la lectura de hoy, esta compuesta con dos simples verbos: salir y anunciar. Aquello por lo que se sale, es Jesús mismo, esta es la Buena Noticia que se debe anunciar a la humanidad, y que está contenida hoy en los evangelios.

Al anuncio de la Buena Noticia, le sigue la respuesta del hombre que es la Fe, es decir creer en la palabra anunciada, que es Cristo mismo. Y este acto de Fe, lleva al hombre a ser marcado con una señal; el Bautismo, que es fundamento de la vida cristina, y la puerta de vida en el Espíritu.

Esta respuesta del hombre al anuncio de la Buena noticia esta marcada por la libertad que Dios le confiere al mismo para elegir. Esta libertad se ve contrastada en las consecuencias de cada elección que el hombre pueda optar.

Luego Jesús nombra algunos prodigios y señales por las cuales serán reconocidos los cristianos, estas mismas características aparecen tambien en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

“Fue llevado al cielo, y se sentó a la derecha de Dios”, a través del relato del Evangelista San Marcos podemos aproximarnos a la ascensión de Jesús.  Nos dice el relato que ocurrió luego de las  palabras de Jesús a sus discípulos sobre la “salida misionera”. Si bien los elementos que aporta son pocos, resultan ser muy significantes para comprender el hecho en sí, y en el contexto en que ocurrió.

Jesús es “llevado” por Dios Padre al cielo, donde están íntimamente unidos y próximos. Esta es la plena comunión del Padre y el Hijo, que prefigura e invita al hombre a llegar un día a vivir en esta unión profunda.

Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: «A él se le dió imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás» (Dn 7, 14). Los apóstoles fueron testigos en ese momento del Reino que no tendrá fin.

Por último, los discípulos luego de la ascensión del Señor, llenos de gozo salen a predicar por todas partes, cumpliendo con el mandato que el mismo Jesús hizo antes de partir. En la misión apostólica no estuvieron solos, sino que el Señor los asistía en todo momento y lugar. Con la ascensión, el Señor no abandona a sus discípulos, sigue estando presente en su pueblo, y de una forma muy particular.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cómo comienza este relato?
  2. ¿A dónde invita el Señor a ir a sus discípulos?
  3. ¿Qué les pide que hagan?
  4. ¿Qué ocurre con aquel que se bautiza? ¿Y con aquel que no lo haga?
  5. ¿Cuáles son los prodigios que acompañaran a los que crean?
  6. ¿Qué ocurrió con Jesús, luego de decir estas palabras?
  7. ¿De que forma responden los discípulos a la invitación del Señor?
  8. ¿De que forma esta presente el Señor en ellos?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Me siento llamado/interpelado por el mandato misionero del Señor a sus discípulos?
  2. ¿Entiendo que este mandato es siempre nuevo y actual? ¿Qué me dice a mí hoy? ¿Respondo, de que forma lo hago?
  3. ¿El Señor me invita a salir, de donde y hacía adonde? ¿Cuáles son mis lugares de comodidad, en mi casa, grupo, parroquia? ¿Estoy dispuesto a ir abandonándolos poco a poco?
  4. ¿Entiendo que ser discípulo nunca puede ir separado de ser misionero, sino que debemos ser las dos cosas a la vez?
  5. ¿Contemplar a Jesús elevado al cielo, me lleva a querer recorrer su camino, y de llegar un día a la Vida Eterna?
  6. ¿Actualmente mi vida de Fe es un camino de ascenso o de descenso? ¿Me dejo guiar y conducir por Dios? ¿Pongo mi camino en las manos de Dios, para conocer su voluntad, y de esta forma poder cumplirla?
  7. ¿Creo que el Señor se encuentra presente entre nosotros tambien hoy? ¿Por lo tanto, estoy solo? ¿Lo busco, y adoro en la Eucaristía?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Jesús, te rindo homenaje en la fiesta de tu Ascensión a los Cielos. Me alegro de todo corazón por la gloria en que has entrado a reinar como Señor del Cielo y tierra. Cuando acabe la lucha de este mundo, dame la gracia de compartir en el Cielo el gozo de tu victoria por toda la eternidad.
Yo creo que entraste en tu Reino glorioso a preparar mi sitio, pues prometiste volver y llevarme contigo. Concédeme buscar solamente la dicha de tu amor y amistad, para que yo merezca unirme contigo en el Cielo.

Cuando me llegue la hora de subir y presentarme al Padre para rendir cuentas de mi vida, ten compasión de mí.

Jesús, por el amor que me tienes, me has trasladado del mal al bien y de la desgracia a la felicidad. Dame la gracia de elevarme sobre mi debilidad humana. Que tu Humanidad me dé fuerza en la flaqueza y me libre de los pecados.

Con tu gloria dame ánimo de perseverancia, pues me has llamado y justificado por la fe. Que yo profundice en la vida que me has dado y alcance los premios eternos que prometes.

Tú me amas, buen Jesús. Haz que yo a la vez te ame a ti.

En tu constante providencia, guía mis pasos a la vida gloriosa que has preparado para aquellos que te aman. Hazme crecer en santidad y darte gracias, viviendo fielmente para Ti.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.

Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios»
(Versículos 19)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. El Señor me invita a salir y a anunciar la Buena Noticia, para ser un buen misionero me comprometo a encarnar este mandato del Señor en obras concretas: saliendo de mi lugar de comodidad para servir, y acompañar a personas enfermas, o que necesitan compañía. Lo hago compartiendo algún fragmento del Evangelio.

Con tu grupo, nos comprometemos a ser comunidad en estado permanente de misión, orientando todas nuestras actividades en el anuncio del Evangelio. Reflexionamos sobre las periferias existenciales (pobreza, enfermedades, adicciones, etc.) que rodean nuestra sociedad, y nos comprometemos a salir esta semana al encuentro, para acompañar sus vidas, llevándoles un gran “tesoro”: la Buena Noticia.

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