Lectio Divina Dominical XIX del Tiempo Ordinario Ciclo A

«¡Anímense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: 1 Reyes 19, 9a.11-13a
SALMO RESPONSORIAL:  Salmo 85 (84), 9ab-10.11-12.13-14
SEGUNDA LECTURA: Romanos 9, 1-5

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

-Amén-

TEXTO BÍBLICO: Mateo 14, 22-33

22 Poco después, Jesús ordenó a sus discípulos que se subieran a la barca y fueran delante de Él hacia la otra orilla del lago, mientras Él despedía a la gente. 23 Después de despedir a la gente, Jesús se subió a una montaña para orar a solas, y cuando llegó la noche, Él estaba allí, solo. 24 En ese momento la barca ya estaba a gran distancia de la tierra en el medio del lago golpeada fuertemente por las olas porque el viento soplaba contra ella. 25 Muy temprano en la mañana, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. 26 Pero cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, se aterrorizaron diciendo: “Es un fantasma”. Y comenzaron a gritar de miedo. 27 En ese momento Jesús les habló exclamando: “¡Anímense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!

28 Entonces Pedro le dijo: “Si eres tú, Señor, manda que yo vaya hacia ti sobre las aguas”.

29 Él le dijo: “Ven”. Entonces Pedro bajándose de la barca comenzó a caminar sobre las aguas yendo hacia Jesús. 30 Pero cuando sintió la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse, entonces gritó: “¡Sálvame, Señor!”.

31 Inmediatamente Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “¡Qué pequeña fe! ¿Por qué dudaste?”

32 Entonces cuando subieron a la barca, el viento se calmó, 33 y los que estaban en la barca lo adoraron, diciendo: “¡Verdaderamente Tú eres el Hijo de Dios!”

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

El episodio que hoy leemos de San Mateo comienza con Jesús pidiéndoles a los discípulos que crucen primero a la otra orilla del lago, luego Él despide a la multitud y se va a orar solo a una montaña. Jesús siempre se manifiesta como un maestro de oración y sus acciones importantes están precedidas por la oración. Ha llegado la noche y aún Jesús está orando. Los discípulos van en la barca hacia la otra orilla, pero el texto nos dice que había mucho viento contrario, y la barca se sacudía mucho.

Entrada la noche, la barca agitada es vista por los Padres como una imagen de la Iglesia sacudida por los tumultuosos acontecimientos de la Historia. Así como Dios sacó de noche a su pueblo de Egipto, es Jesús el que viene a liberar en la noche a la Iglesia, con signos prodigiosos.

Jesús llega hasta la barca, ellos están confundidos, creen que es un fantasma, se asustan. Y tal vez parte central del texto es el versículo 27 cuando Jesús dice: ¡Ánimo! Soy yo, no teman.”

Pedro inmediatamente toma la palabra diciéndole: “Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti. Y Jesús contestó: ven.”

Es curioso cómo Pedro, el elegido por el Señor para guiar la Iglesia, salta de la barca, comienza a caminar, pero, dice el texto que el viento y las olas le hicieron tener miedo, y por el miedo comenzó a hundirse… Entonces una nueva intervención de Jesús, extendiéndole su mano, levantándolo lo reprende pues su fe es insuficiente. El miedo fue más fuerte que la fe y por eso mismo Jesús le dice:

¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”

Es curioso destacar que ha sido el miedo el que hace dudar a Pedro. Esto es para una buena reflexión posterior. Inmediatamente subiendo a la barca, el viento se aplaca y todos los discípulos que están en la barca, al ver lo sucedido se postran, es decir hacen una reverencia y adoran a Jesús. Inmediatamente dicen una muy clara profesión de fe sobre la persona de Jesús: Ciertamente eres Hijo de Dios.” Es la misma forma de adoración cuando lo encuentran en Galilea, después de la resurrección y antes de su ascensión.

Las ideas clave de este texto son:

Jesús dedicado a la oración, los discípulos en la barca, miedo a la situación con las olas, Jesús viene al encuentro de sus discípulos, Les dice que no tengan miedo, porque está con ellos, Pedro pide ir con Él, pero luego tiene miedo, Jesús insiste que hay que tener fe y no dudar, los discípulos adoran a Jesús reconociendo que es el Hijo de Dios.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cómo comienza el texto? ¿Qué les pide Jesús a los discípulos? Y luego ¿Qué hace?
  2. ¿Dónde están los discípulos cuando comienza el viento? ¿qué es lo que sienten?
  3. ¿Qué hace Jesús para ir a encontrar a sus discípulos?
  4. ¿Qué sienten los discípulos en el mar? ¿Qué les dice Jesús?
  5. ¿Cuál fue la reacción de Pedro? ¿Qué sucedió? ¿Qué le dijo Jesús?
  6. ¿Qué pasó entonces con Pedro en el mar?
  7. ¿Qué le recriminó Jesús?
  8. ¿Cómo culmina el texto? ¿Qué hicieron los discípulos?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. Jesús dedica mucho tiempo a la oración ¿Cuánto tiempo dedico yo verdaderamente a la oración?
  2. ¿Es la oración la fuente motivadora de mi vida? ¿Tomo en serio mis momentos de oración? ¿O estos momentos dejo sólo por si tengo tiempo libre? Es importante reconocerlo.
  3. En la barca de mi vida ¿Cuáles son las olas más fuertes? ¿A las que más miedo le tengo?
  4. ¿Entiendo que aún en los peligros más difíciles Jesús viene a acompañarme?
  5. ¿Confundo la presencia Divina de Jesús con otras presencias? ¿Me doy cuenta cuando Jesús viene por mí y lo reconozco?
  6. Jesús me invita a ir con Él, a pesar de las dificultades: ¿Cuáles son los miedos que me hacen hundirme? Podría identificarlos.
  7. ¿Tengo la humildad necesaria para pedirle al Señor que me salve? ¿Acudo a Él en los momentos de necesidad?
  8. Jesús recrimina que el miedo es paralizante. ¿Podría en mi vida distinguir miedo y fe? Te invito a realizar una tabla donde pongas en dos columnas estos dos aspectos, para pedirle al Señor que aumente tu fe.
  9. Reconocer que Jesús es el Hijo de Dios es la primera manifestación del acto de fe. ¿También expreso públicamente mi fe en Jesús, o sólo es algo privado?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:

Gracias Señor por tu Palabra de Salvación.
Siempre vienes a nosotros para redimirnos, para liberarnos, para ayudarnos.
Señor, tú sabes que el miedo nos paraliza, nos confunde, nos hunde en nuestros propios océanos y tempestades.
Ven Señor a nuestra vida, ven a acompañarnos, ven a liberarnos.
Señor, en la barca de la Iglesia también hay muchas tempestades. Ponemos todos nuestros miedos personales y comunitarios ante Ti, Sabemos de antemano tu respuesta: “¿porqué dudaste?”
Gracias Señor por venir a liberarnos aún en medio de nuestras dudas. Tú deseas lo mejor para nosotros
Que siempre estemos atentos a Ti, Señor. Que no nos fijemos en otras cosas.
Ayúdanos a identificar todos los miedos que nos paralizan, que nos hunden, que nos impiden seguir a tu encuentro.
Queremos reconocerte como los discípulos, queremos decirte clara y decididamente que Tú eres el Hijo de Dios. Permítenos saber cómo adorarte y alabarte, dejando atrás nuestros ídolos y nuestros miedos.
Gracias Señor por estar con nosotros, por venir a salvarnos.

Hacemos un momento de silencio para responder al Señor y demos gracias porque nos llena de alegría.

Añadimos nuestras intenciones de oración.

-Amén-

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«¡Anímense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!»
(Versículos 27)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, voy a releer el texto deteniéndome en todas las palabras de Jesús y del diálogo con los discípulos, tratando de identificarme con cada uno de ellos. También voy a identificar alguno de mis temores, por ejemplo el miedo a reconocer públicamente a Jesús, y sólo mantener una relación personal e íntima con Dios sin que los demás se den cuenta. Esto no es bueno, porque Jesús nos pide que demos testimonio de Él. Como acto proponemos una visita a alguna persona que tenga alguna duda de fe, o que esté pasando por un momento importante en su vida, para acompañarla a orar con ella y dar así un paso para demostrar ante otros la fe.

En el grupo, hacer un listado de todos los miedos que tenemos como personas y también como comunidad. ¿Cómo vencer esos miedos? ¿Cuáles son los más fuertes y tal vez los que menos atendemos? Proponerse entonces como grupo, desde estos miedos, una acción que pueda vencerlos. Y como siempre, proponerse una actividad con las personas que más necesitan de nuestra fe demostrada en hechos, como grupo buscamos los enfermos, los más desvalidos, los necesitados y proponerse una acción para ayudarlos demostrando así, que cumplimos con el Señor y somos fieles a su Palabra 

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