Lectio Divina Dominical III de Cuaresma Ciclo A

«La persona que beba el agua que yo le doy, nunca tendrá sed»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: Éxodo 17, 1-7
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 95(94), 1-2.6-7.8-9
SEGUNDA LECTURA: Romanos 5, 1-2.5-8

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

-Amén-

TEXTO BÍBLICO: Juan 4, 5-42

5 de tal manera que llegó a una ciudad en Samaria, llamada Sicar, que estaba cerca de la tierra que Jacob le había dado a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob. Era cerca del mediodía cuando Jesús, cansado del viaje, se sentó cerca del pozo.

7 Una mujer samaritana vino a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”.

8 Los discípulos de Jesús habían ido a la ciudad a comprar comida.

9 La mujer samaritana le dijo: “Tú eres judío y yo soy samaritana, entonces, ¿cómo me pides de beber?” Dijo esto porque los judíos no se llevan bien con los samaritanos.

10 Jesús le respondió: “Si supieras lo que Dios puede dar y quién te está pidiendo agua para beber, tú le pedirías y Él te daría agua viva”.

11 La mujer le dijo: “No tienes con qué sacar el agua  y el pozo es profundo. ¿Cómo vas a obtener esa agua viva? 12 ¿Eres tú más importante que nuestro padre Jacob quien nos dio este pozo del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

13 Entonces Jesús le respondió: “Quien beba esta agua volverá a tener sed, 14 pero la persona que beba el agua que yo le doy, nunca tendrá sed. Porque el agua que yo le doy se convertirá en esa persona en una fuente de agua que salta para la vida eterna”.

15 Entonces la mujer dijo: “Señor dame esa agua para que no tenga sed y no tenga que venir a sacarla de aquí”.

16 Jesús le dijo: “¡Ve a llamar a tu marido y vuelve aquí!”

17 La mujer le respondió: “¡No tengo marido!”

Entonces Jesús dijo: “Tienes razón al decir que no tienes esposo, 18 porque ya has tenido cinco maridos, y el que tienes ahora no es tu marido. Has dicho la verdad”.

19 La mujer le dijo: “¡Ahora sé que eres un profeta! 20 Nuestros antepasados ​​adoraron a Dios en esta montaña, pero ustedes, judíos, dicen que Jerusalén es el lugar donde se debe adorar a Dios”.

21 Jesús le dijo: “Mujer, cree lo que digo: llegará el momento en que nadie adorará a Dios ni en esta montaña ni en Jerusalén. 22 Ustedes, samaritanos, no saben lo que adoran, pero nosotros sabemos lo que adoramos porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero llegará el momento, y de hecho ya ha llegado, cuando los que dan un culto verdadero adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque el Padre también busca a tales que lo adoren. 24 Dios es Espíritu y, por tanto, quienes lo adoran deben adorarlo en Espíritu y en verdad”.

25 La mujer respondió: “Sé que el Mesías, que es llamado Cristo, debe venir, y cuando Él venga, nos explicará todas las cosas”.

26 Entonces Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo”.

27 En ese momento llegaron sus discípulos y se asombraron, porque estaba hablando con una mujer. Pero ninguno de ellos le preguntó a la mujer: “¿Qué buscas?”, o le preguntaron a Jesús: “¿Por qué hablas con ella”?

28 Entonces la mujer dejó su jarrón allí, regresó a la ciudad y dijo a toda la gente: 29 “Vengan a ver al hombre que me dijo todo lo que he hecho. ¿Es posible que Él sea el Cristo?

30 Muchas personas salieron de la ciudad y fueron al lugar donde estaba Jesús.

31 Mientras tanto, los discípulos le rogaban a Jesús, diciéndole: “Rabí, come algo”.

32 Jesús les dijo: ‘Yo tengo que comer una comida que ustedes no saben”.

33 Entonces los discípulos comenzaron a preguntarse uno al otro: “¿Alguien le ha traído comida?”

34 Jesús les dijo:  “Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra. 35 A menudo ustedes dicen: ‘Dentro de cuatro meses tendremos la cosecha’. Pero ahora les digo: alcen sus ojos y miren bien los campos porque lo que se ha plantado ya está maduro y listo para la cosecha. 36 El campesino recibe su salario, y el resultado de su trabajo es la vida eterna para que el que siembra y el que recoja la cosecha se alegren juntos. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: ‘Uno es el que siembra, y otro es el que cosecha’. 38 Yo los he enviado a cosechar lo que ustedes no han trabajado; otros han trabajado allí, y ustedes han entrado beneficiándose del trabajo de ellos”.

39 Muchos samaritanos de esa ciudad creyeron en Jesús porque la mujer les había dicho: “Él me contó todo lo que he hecho”. 40 Cuando los samaritanos llegaron al lugar donde estaba Jesús, le rogaron que se quedara con ellos, y Jesús se quedó allí por dos días. 41 Muchos otros creyeron a causa de su palabra. 42 Entonces dijeron a la mujer: “Ahora ya no es por causa de tu palabra que creemos, sino porque lo hemos escuchado nosotros mismos, y sabemos que Él es verdaderamente el Salvador del mundo”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Este conocido pasaje del diálogo entre Jesús y la samaritana, tiene como todos los textos de Juan, mucha reflexión y mucho contenido. La Iglesia nos propone en esta Cuaresma tomarlo para prepararnos sinceramente de forma integral para celebrar la Pascua. Tomaremos sólo algunas ideas principales:

En el capítulo anterior, un fariseo, un hombre conocedor de la Ley, se acerca a Jesús, pero ahora es una mujer de un pueblo que por haber permitido que en sus lugares se levantaran altares a dioses extranjeros eran despreciados por los judíos. Los samaritanos y los judíos no se hablaban, de hecho la mujer se lo reprocha a Jesús.

Jesús rompe con esas barreras culturales, va en busca de las personas concretas, sin importar la raza, la religión, o el estado como están ellas. Le importa cada uno y su salvación. Le busca conversación, le pide que le dé de beber. Cosa que sorprende a esta mujer, porque no debería hablar con ella un judío. Pero Jesús dice la frase central y fundamental: ¡Si conocieras el don de Dios! Él se va presentando ante la mujer. Y le explica que tiene un agua nueva, un agua viva que llega hasta la vida eterna. La mujer obviamente ve que él no tiene cómo sacar agua. Pero va abriendo su corazón al diálogo. Y ahora ella le pide que le dé de esa agua.

Jesús, le dice que llame a su marido y como ella responde que no tiene marido, Jesús le cuenta su historia personal: cinco maridos has tenido y ahora el que tienes, no es tu marido!!! Es algo muy fuerte para ella, por eso desvía la atención inmediatamente, para no quedar más al descubierto. Y le pregunta sobre el lugar donde hay que adorar a Dios (¿Será en Jerusalén o será allí en el monte Garizím?). La habilidad de la mujer para desviar la conversación, da a Jesús una nueva respuesta importante:

“…los que dan culto auténtico adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque esos son los adoradores que busca el Padre. : Dios es Espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.” (Versículos 23 y 24).

Es aquí donde Jesús le dice con claridad que Él es el Mesías. Y llegando los apóstoles, ella fue al pueblo a contar lo ocurrido: éste que le ha dicho toda su vida ¿no será el Mesías? Jesús se vale de una mujer forastera para que vaya a anunciar que Jesús es el Señor, el Mesías esperado. La mujer se transforma de incrédula, en creyente dudosa, en creyente ferviente y luego en misionera.

Los apóstoles ruega a Jesús que coma, pero Jesús dice otra cosa fundamental: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y concluir su obra.” (Versículo 34). Al finalizar el texto, los del pueblo vienen, se encuentran con Jesús y creen en él. No son judíos, son samaritanos, pueblo que estaba peleado con los “oficialmente salvados israelitas”. Ahora creen porque han visto y escuchado a Jesús. Pero se necesitó el servicio invaluable de esta mujer samaritana.

Nos hacemos unas preguntas para recordar:

  1. ¿Cómo comienza el texto? ¿En qué lugar se sitúa?
  2. ¿Qué hace Jesús y con quién dialoga?
  3. ¿Quién comienza a dialogar? ¿Qué le responde la mujer? ¿Por qué Jesús no debía hablarle?
  4. ¿Cuál fue la respuesta central de Jesús?
  5. ¿Qué es lo que la samaritana le pide al Señor?
  6. Jesús le dice que llama a alguien ¿A quién? ¿qué le respondió?
  7. ¿Cómo reaccionó la mujer ante la respuesta del Señor?
  8. ¿Cuál fue la pregunta que desvió la conversación? ¿Qué contestó Jesús?
  9. ¿Qué hizo luego la mujer, a quién fue a buscar?
  10. ¿Qué le pedían los discípulos al Señor? ¿Qué contestó Jesús?
  11. ¿Quiénes llegaron finalmente y qué reconocieron en Jesús?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Reconozco que Jesús es quien toma la iniciativa de acercarse a mi vida?
  2. Al igual que la Samaritana, ¿creo que Jesús no debería dirigirse a mí?
  3. Cuantas veces está Jesús cerca de mí ¿reconozco el don de Dios? ¿lo dejo pasar?
  4. ¿Soy consciente que en muchas ocasiones mi vida es como beber un agua que me vuelve a dar sed y estoy lejos del agua viva?
  5. ¿Me acerco a Jesús para pedirle que me dé el agua viva, es decir su vida, su cercanía?
  6. ¿Qué implica en mi vida que el verdadero adorador lo hace en Espíritu y en Verdad? ¿cómo vivo esta forma de adorar a Dios?
  7. ¿Mi encuentro con Jesús me lleva, como a la Samaritana a anunciarlo a todos?
  8. Podría decir ¿cuál es el paso que me falta para transformarme de creyente, en seguidor y de seguidor en misionero?
  9. ¿Cuál es la voluntad del Padre que también puede transformarse en mi alimento?
  10. Ahora que ya estoy con Jesús y creo en Él ¿Cómo puedo definir un proyecto para anunciarlo a todos mis hermanos que necesitan conocer sobre Él?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias porque cuando no te conocíamos Tú viniste a nuestra vida.
Gracias por ofrecernos un agua viva.
Te pedimos perdón por todas las veces que queremos saciar nuestra vida con un agua que nos vuelve a dar sed y nos olvidamos que sólo Tú puedes saciar nuestra vida completa.
Ayúdanos Señor, te necesitamos. Queremos estar contigo.
Muchas veces tenemos miedo que al acercarnos a Ti, tú nos recuerdes nuestros pecados, muchos de ellos son reincidentes y no queremos cambiarlos. Perdón Señor por esto.
Me doy cuenta que Tú quieres darme vida en abundancia, que me enseñas que para orar y estar cerca de ti no es necesario tantos gestos externos, sino serlo en espíritu y en verdad. Enséñame cómo ser auténtico y mostrar con mi vida que en Ti creo Señor.
Dame la gracia de cumplir con la voluntad del Padre, de buscar primero hacer esta voluntad, para dedicarme luego a las cosas de este mundo.
Que también tenga la fuerza para ir a llevar tu Buena Noticia a mis hermanos, que no esconda la amistad que tú me das, sino que la comparta, que entusiasme con tu vida, para que también los demás puedan decir: ahora creemos porque hemos vivido con el Señor.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

-Amén-

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«La persona que beba el agua que yo le doy, nunca tendrá sed»
(Versículos 14)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, relee el texto muchas veces y fíjate dónde te sientes más interpelado. Ahora, como la samaritana, ve a buscar a algún amigo/a para compartirle la Buena Noticia. Es posible que tengas temor, eso es lo que importa, que puedas vencer el temor al qué dirán. Y trata de invitar a seguir a Cristo y su Iglesia a quien vayas como misionero. Tómalo como un ejercicio cuaresmal.

Con tu grupo, fíjate todas las formas que tenemos para dirigirnos al Señor, y veamos la síntesis que dice: los verdaderos adoradores del Padre lo serán en espíritu y en verdad. Como grupo, convencidos del amor de Jesús hacemos una visita a personas que sufren, a enfermos, ancianos, prisioneros, para poder demostrar públicamente el amor de Jesús para todos.

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